vitoria. Acaban de cumplir su primer año en Salburua. Su primer año de convivencia. Juntos han descubierto que, a veces, quejarse al Ayuntamiento funciona. Y que, en ocasiones, es mejor resignarse. Beatriz y Egoitz tuvieron la gran suerte de ser agraciados con una VPO. Y la mala de que estuviera ubicada en la calle Neruda, en uno de los sectores no consolidados de esta zona de la ciudad. "Cuando llegamos estábamos solos, rodeados de obras, sin alumbrado, sin tiendas. ¡No había nada!", recuerda la joven pareja. Aun así, supieron adaptarse a las circunstancias, a evolucionar a la par que el barrio. A disfrutar de la cercanía de los humedales, de las amplias zonas verdes por las que pasear a la perra. "Eso es lo mejor, sin duda".

La lista de lo peor es más amplia. Y aparece liderada por la limpieza y la recogida de basuras. "Nosotros no tenemos ni contenedores. Debemos conformarnos con una zona para dejar los desechos, pero como nos gusta separar los residuos llevamos las bolsas de reciclaje hasta la zona vieja de Salburua", explica Egoitz. "Y las papeleras, ésa es otra", añade Beatriz. Según dice, "hay muy poquitas" y las que se reparten por su zona están siempre rebosando. Sobre todo, de excrementos caninos. "No entiendo por qué no se pasan a recoger más a menudo. Si para nosotros, que tenemos perro, resulta desagradable, para el resto tiene que ser repulsivo".

Egoitz secunda las palabras de su novia, aunque a él lo que realmente le "saca de quicio" es el estado de las zonas verdes. Su corazón de jardinero profesional sufre cada vez que se topa con los hierbajos que crecen descontrolados y con los residuos que se enmarañan en la vegetación. "El mantenimiento es muy muy justito. Por ejemplo, el parque que tenemos junto a casa, al lado de las vías del tren, ha estado todo el verano sin segar. ¡Es que ya no voy ni con la perra!", lamenta el joven, convencido de que el Ayuntamiento sólo reacciona "cuando salen quejas de los vecinos en los medios de comunicación". El resto del tiempo, Zabalgana parece ser sólo el sector ocho.

Y no. Ellos pagan los impuestos "como todos los demás". Incluido el de la basura, cosa que les parece muy injusta. Por eso intentaron conseguir una reducción. "Tramitamos una queja formal pidiendo que se nos descontara parte de la factura correspondiente por no disfrutar de ese servicio. Pero no sirvió de nada y nos tuvimos que resignar. Todavía faltan muchas casas por dar aquí, y esperamos que cuando empiecen a llenarse comencemos a disfrutar de los mismos recursos que el resto de la ciudad". Tanto municipales como privados. "Ahora tenemos una peluquería, un dentista, una sucursal de banco, va a abrir una panadería... Pero casi todos los locales están sin comprar", explica Beatriz.

Cuando toca hacer la compra grande, la pareja se traslada con el coche al hipermercado Eroski de Salburua. Si quieren producto fresco, van hasta la plaza de Abastos. Unas veces en su turismo, otras en autobús. Precisamente Beatriz, desde la inauguración de la nueva red de Tuvisa, se desplaza siempre que puede en urbano. "Las líneas viejas las desconocía, pero las nuevas me gustan mucho. El único problema es que el servicio acaba a las diez de la noche, así que si me quedo tomando algo con las amigas luego tengo que coger un taxi", explica. Al menos ahora vuelve a casa a la luz de las farolas. En sus primeros meses en Salburua, se la comía la oscuridad. "Eso sí, hay que decir que el Ayuntamiento tuvo en cuenta nuestra preocupación y conectó el alumbrado".

Ahora Beatriz y Egoitz se preguntan cuándo abrirá el futuro centro cívico. "Va a estar al lado de casa, y el otro día una vecina nos comentó que iba a tener piscina, así que tenemos ganas de que se construya ya". Para disfrutar de las instalaciones tendrán que esperar hasta, previsiblemente, 2013. Mientras tanto, al menos disponen de infraestructuras para ponerse en forma. "Han abierto un campo de fútbol de hierba artificial, con una zona de petaca, y en Los Astrónomos están haciendo un frontón. Además, tenemos un circuito de footing", apunta el joven, quien, pese a las carencias del barrio, está encantado con vivir en este distrito vitoriano en vez de en Zabalgana. "Yo soy de Zaramaga, así que me tiraba más esta parte de la ciudad. Además, a otros amigos también les ha tocado VPO aquí". Por eso, y porque éste ha sido su primer año compartiendo toalla de manos, se entusiasman al poner nota a estos trece meses en Salburua. "Un ocho".