- Ante la controversia sobre los controles aduaneros en Irlanda del Norte, hay que establecer las claves del protocolo. Cuando el Reino Unido abandonó la UE, el paso entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte se convirtió en la única frontera terrestre entre el espacio europeo y el suelo británico, contraviniendo el acuerdo de paz de 1998 que exige que no se establezca en ninguna circunstancia una frontera en el interior de la isla. Así, Londres y Bruselas acordaron que los controles aduaneros se llevarían a cabo en el paso marítimo entre la isla de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.

Londres ha pospuesto de manera unilateral los controles que deberían haber entrado ya en vigor y amenaza con hacer lo mismo con aquellos que se ha comprometido a aplicar a partir del 30 de junio.

El Reino Unido considera ahora que invocar el artículo 16 del protocolo, que permite a una de las partes dejar de aplicar aspectos del acuerdo si considera que provocan alteraciones “serias”. El texto está sin embargo abierto a interpretaciones, ya que no describe en detalle qué se consideran problemas graves. Además, Londres ha llamado repetidamente a la UE a aplicar “pragmatismo” y “flexibilidad” en el despliegue del protocolo.

Bruselas considera que la decisión unilateral de retrasar los controles es una ruptura de las obligaciones internacionales del Reino Unido, establecidas en un tratado ratificado por ambas partes, por lo que ha iniciado acciones legales que pueden llegar hasta el Tribunal de Justicia Europeo. Al mismo tiempo, ha advertido de que si Londres vuelve a retrasar las inspecciones aduaneras no le temblará el pulso en tomar medidas más drásticas.

La incógnita es saber el papel que juega el G7. Francia, Alemania, Italia y los jefes de la Comisión y el Consejo Europeo han aprovechado la cumbre de Cornualles para presionar a Boris Johnson. Además, será crucial también el rol del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que durante su carrera política esgrime con orgullo sus raíces irlandesas.