5ª ola julio-agosto 2021

- La quinta ola tuvo como desencadenante a los jóvenes, y como estandarte, el macrobrote de Mallorca, donde cientos de estudiantes que hacían viajes recreativos por el fin de curso acabaron dando positivo y terminaron expandiendo el virus por sus comunidades de origen. Y es que el avance de las vacunas hizo que en puertas del verano la tasa bajara a un nivel próximo a 100, la mitad del mínimo hasta entonces, una barrera de 200 que prácticamente suponía un repunte automático cuando se alcanzaba.

De hecho, hubo una comparecencia pública de Urkullu en la que mencionó la posibilidad de desactivar la emergencia sanitaria y desmontar el LABI. Sin embargo, grandes brotes asociados a estos viajes de estudios y a algunas fiestas locales supusieron un cambio drástico.

Porque había otro factor que no se había considerado, los más jóvenes seguían sin vacunar. Los especialistas lo tuvieron claro. “Si hay un grupo susceptible de infectarse y no impones medidas, se contagia. La duda es cuánto y cómo de rápido. Es lo que ha pasado en la quinta ola; los jóvenes, sin vacunar, se han expuesto a la variante más contagiosa del virus sin apenas restricciones, lo que ha producido el crecimiento más rápido de infecciones.

En julio, el pico de la ola fue gigantesco y de nuevo, hubo que suspender cientos de festividades del verano y todas las grandes fiestas patronales, entre ellas las de las tres capitales vascas.

El pico de la ola fue más alto que nunca motivado por la llegada de la variante delta, mucho más contagiosa, que obligó de nuevo a replantearse el objetivo fijado para la inmunidad de rebaño, ya que multiplicaba el nivel de transmisibilidad.