- Las mujeres migrantes que son víctimas de violencia de género sufren una doble vulnerabilidad frente al resto de mujeres. Así lo denuncia el estudio Tirar del hilo: Historias de mujeres migradas supervivientes de violencia machista, que pone el foco en las situaciones vividas por una veintena de migrantes.

Las conclusiones del estudio están acompañadas de la historia de una veintena de mujeres. Como Sofía, marroquí de 40 años, que narra como su pareja la tenía encerrada en casa y le decía: “Tú eres muy ignorante, no salgas” o “Si vas a conocer gente me vas a dejar”. O la colombiana Mariana, que tras varios episodios de violencia comenzó a beber y a coger peso por el estrés. Su marido le decía al ver a otras mujeres: “Mira esa ¿por qué tú no eres así, no eres sexy?”.

“Me dio dos patadas en el vientre, me pegó y me dio dos patadas en el vientre y me hizo perder al bebé”, relata Lucía, de 36 años, una venezolana que viajó a España tras enamorarse de un madrileño. “Se ensañó mucho con mi hijo”, cuenta, por su parte, Elis, mexicana de 43 años. “Que sepas que para lo único que sirves es para limpiar y pa’ puta”, le decía a Cristina, de 56 años y de nacionalidad colombiana, su expareja.

Estos son algunos de los hechos, pero en su narración, las protagonistas cuentan las dificultades que vinieron después y que, en su mayoría tenían que ver con las dificultades que suponen para ellas denunciar en su situación administrativa o económica o la falta de credibilidad por parte de instancias policiales o judiciales.

“Estas historias desafían las concepciones estrechas de violencia machista” y “ponen de manifiesto las limitaciones del Estado a la hora de lidiar con casos que plantean una complejidad específica”, señala el informe.

El estudio recuerda que “frente a la idea de que los recursos contra la violencia de género son abundantes, estos testimonios dan cuenta de lo contrario: de sus limitaciones y de su dispersión”.