La abstención marcó la cita electoral de ayer en Euskadi en una jornada en la que el PNV repitió como primera fuerza política de Euskadi pese a las difíciles condiciones de los últimos cuatro años en los gobiernos de las Diputaciones pero notó especialmente el desgaste en forma de desmovilización de su votante de 2019.  

Entre cinco y seis puntos menos de participación en los diferentes territorios de la Comunidad Autónoma Vasca tuvieron una incidencia más significativa allí donde las encuestas de las últimas semanas apuntaban los resultados más holgados para los jeltzales, lo que se tradujo en que absorbieran casi en exclusiva la menor asistencia a las urnas.

La gran beneficiada de esa desmovilización fue la coalición EH Bildu, que se aupó como primer partido en Juntas Generales de Gipuzkoa, intercambiando puesto con el PNV, que pierde tres escaños, y crece significativamente en el resto de los parlamentos territoriales de Bizkaia y Araba, hasta consolidarse como la segunda fuerza en ambos.

El PNV es masivamente mayoritario en Bizkaia, aunque la abstención le alejó de las mayorías absolutas a las que aspiraba en sus Juntas y su capital. Mantiene no obstante el primer puesto en apoderados de Juntas de Araba al compensar en el resto del territorio el ascenso de la izquierda independentista en la capital, donde el castigo a la lista jeltzale por una menor participación es muy sensible.

EH Bildu absorbe voto de Elkarrekin Podemos y consigue movilizar el suyo propio para no verse mermado por la abstención

Resurge la derecha nacionalista española de un modo significativo en Araba, donde Vox obtendría por vez primera representación en las Juntas Generales y el Partido Popular gana un apoderado. En el caso de Gipuzkoa, el PP logra concentrar ese voto en su lista, de modo que da un paso significativo al triplicar de 1 a tres el número de junteros, al igual que en Bizkaia, donde suma también un escaño más.

En su pulso pre elecciones generales que han querido plantear conservadores y socialistas españoles, el PSE aguanta el tipo en Bizkaia pero cede, aunque mantiene a distancia al PP, escaños en Gipuzkoa y empata en Araba.

Impacto en capitales

El mismo efecto de merma de resultados como consecuencia de la abstención sucedió en las capitales sucedió en Bilbao y en Donostia, donde El PNV revalidó su victoria de hace cuatro años a costa de ver mermada su representación en concejales.

En Gasteiz, donde las diferencias eran mucho más reducidas el impacto de la menor participación se tradujo en la pérdida de un concejal y el paso de primera a cuarta fuerza en un abanico entre las cuatro fuerzas principales de apenas 3.000 votos.

El mayor beneficiado por la caída de participación municipal, que no llegó al 60% en ningún territorio y rondó el 56 en Bizkaia, el menos movilizado, volvió a ser EH Bildu, que mantuvo la movilización de su electorado y absorbió la caída de voto de Elkarrekin Podemos. Todo ello le permitió magnificar sus resultados en relación al resto con un ascenso de su representación municipal, hasta posicionarle como primer partido en Gasteiz y segundo en el resto de capitales, por detrás del PNV.

Resurge la derecha nacionalista española de un modo significativo en Araba, con Vox por vez primera en sus Juntas Generales

Otro factor significativo en las capitales fue el modo en que se trasladó a ellas el viejo pulso por el liderazgo del bloque constitucionalista, del que se benefició sensiblemente el Partido Popular. Aunque permanece como cuarta fuerza y una representación muy limitada en los ayuntamientos, la estrategia de presentar las elecciones municipales y forales como una primera vuelta para desalojar a Sánchez, le ha permitido sostenerse y crecer en relación al PSE.

El mencionado descenso de Elkarrekin Podemos en beneficio de EH Bildu deja a la coalición de izquierda con la necesidad de medir sus fuerzas en otros términos. A diferencia de otras comunidades, donde la división de sus siglas ha sido catastrófica, en Euskadi se presentó como una sola fuerza capaz de concentrar todo el voto a la izquierda del PSOE, pero esto no le ha servido para evitar caer en la preferencia de voto.

Escenario de pactos

Los resultados en municipios y Juntas Generales volverá aponer sobre la mesa la necesidad de acordar entre diferentes fuerzas políticas. Como se apunta al lado, el acuerdo más estable hasta la fecha, el que suscriben PNV y PSE en diversas instituciones, aportaría una estabilidad necesaria pero no suficiente.

La estrategia alternativa de EH Bildu tratando de seguir consolidando en torno a su plataforma una alternativa de Gobierno mediante un acuerdo de las izquierdas le permitiría alcanzar posiciones de gobernanza en diversas instituciones, siempre y cuando el PSE se sumara a esa estrategia, aun a costa de su impacto sobre los intereses del PSOE en el ámbito estatal en año de elecciones generales.

Sin el PSE, no existe alternativa de izquierda capaz de gobernar ninguna institución del país. El debilitamiento de Elkarrekin Podemos ha sido tan evidente, y la transición de voto hacia EH Bildu tan repetida que quedaría en entredicho su independencia si sigue asumiendo un papel subalterno de los intereses de la coalición independentista.

El escenario general que queda en el Estado augura una imprescindible recomposición de acuerdos en Euskadi que consolide los ámbitos en los que se ha podido avanzar ya -educación, servicios públicos-y ampliar los consensos hacia otros que han estado en la política de desgaste de las instituciones -sanidad, vivienda-.

De la cita electoral de ayer sale un marco problemático en materia de consensos de país pero un claro escenario de elección para la ciudadanía entre las fórmulas de gobierno de PNV y EH Bildu.

El acuerdo PNV-PSE afianzaría gobiernos forales y municipales

El acuerdo de gobernabilidad que han venido manteniendo PNV y PSE en las instituciones vascas y que sostiene al Gobierno de Lakua, permitiría, de reeditarse, dar estabilidad a gobiernos forales y municipales, que alcanzarían mayorías suficientes para gobernarlos. 


Resulta evidente en el caso de Bizkaia, donde los escasos representantes que le faltarían al PNV para alcanzar una mayoría absoluta están en manos del PSE, que ha resistido el impacto de su pulso con el Partido Popular. Así ocurriría en la Diputación y en el ayuntamiento de Bilbao.


En el caso de Gipuzkoa, la repetición del consenso entre ambos socios de gobierno daría lugar a una mayoría suficiente en el ayuntamiento de Donostia, que proporcionaría una mayoría de 14 concejales al equipo de gobinerno por 13 de la oposición. No así en las Juntas generales, donde la suma de PNV y PSE no alcanza y siempre dependería de apoyos externos de PP o Elkarrekin Podemos.


Donde más complicados han quedado los números es en Araba, donde el crecimiento del PP y la irrupción de Vox dejan a un acuerdo PNV-PSE también necesitado de dos escaños más para alcanzar la estabilidad, que podrían venir de Elkarrekin Podemos.


Con ese escenario, la diputación y el ayuntamiento de la capital podrían permanecer en manos del PNV o entablarse un marco de negociación entre ambos partidos que dibuje escenarios alternativos.


La presencia de EH Bildu como lider de la oposición a ese pacto es constante en todos los territorios y capitales y cabe suponer que aspirará a introducir cuña entre los socios en su beneficio.