Se acerca la hora de los indecisos a medida que se agotan las últimas horas de campaña. La movilización del voto ha tenido dos semanas para desenvolverse y ya muestras indicios de agotamiento. Alberto Núñez Feijóo confunde en pleno mitin el Ayuntamiento de Valencia con el de Barcelona; Iker Casanova (EH Bildu) repetía el mismo discurso de la víspera, sin novedad; Eneko Andueza descubre de pronto que el Estatuto no se cumple pero, en una cabriola argumental, lo atribuye a que el PNV lleva la reclamación de competencias “a lo identitario”; y así...
Se está rascando el fondo del bote argumental y empiezan a surgir riesgos graves. El primero, el de desincentivar el voto con la sucesión de denuncias cruzadas por manipulación. Melilla, Mojácar y municipios de Valencia, Zamora, La Gomera, etc. Peligroso; bien porque hay un auge repentino de intentos de manipular las elecciones en el Estado o, lo que sería peor, solo aflora lo que algunos han mangoneado siempre. Se cruzan denuncias que salpican a PP y PSOE, fundamentalmente, pero que sobre todo dan opción a que Ayuso y Vox eviten tener que confesar sus programas y puedan agitar eslóganes de desprestigio del propio proceso democrático.
Razones para votar
Esa estrategia indisimulada de la derecha para meter en casa al votante ajeno allí donde lleva ventaja dificulta comparar propuestas. Se acaba la concreción y va llegando el momento de ofrecer razones más generales para apoyar a las y los candidatos y, sobre todo, a las siglas.
Urkullu reclamaba de nuevo responsabilidad como antídoto del enfrentamiento en una jornada en la que Carlos Iturgaiz sostenía que PNV y EH Bildu son hoy el dúo Pimpinela pero mañana serán Romeo y Julieta. El presidente del PP del País Vasco se fumó la receta del lehendakari con un chiste.
En línea con ella, como es previsible, Andoni Ortuzar presentó los activos de las candidaturas jeltzales a las diputaciones. Reivindicó el trabajo de Ramiro González en la transformación económica de Araba y los currículos institucionales, la experiencia de gestión en diputaciones de Elixabete Etxanobe y Eider Mendoza, en Bizkaia y Gipuzkoa, respectivamente. Y todo, como oposición a la “incertidumbre” de tener a EH Bildu al frente de instituciones. El pulso entre ambos por el considerado voto útil es tan obvio en las encuestas que resta espacio al resto.
A los aludidos les llovía sobre mojado en otra lista municipal, al constatar la Audiencia Nacional que su candidata Sara Majarenas está inhabilitada hasta 2028 por su condena como miembro de ETA. Se le había pasado por alto a la Fiscalía, a la Junta Electoral, a la coalición y a la condenada. Mientras, su candidato a alcalde de Donostia se consideró ayer “mucho más capacitado” para gobernar la ciudad que en su mandato anterior -cuando, en tándem con Martin Garitano en Diputación, propiciaron la segregación de Igeldo que el TSJPV anuló por “irregular y fraudulenta”-.
“No es razonable enturbiar, mentir, (...) generar un estado de alerta y distorsionar el sentido del voto”
Agotándose también la nómina de fichajes, el PSE trajo a Teresa Ribera a hacer campaña en Euskadi. La ministra de Transición Ecológica se acercó para denunciar que los partidos de la derecha ralentizan en Europa las acciones contra el cambio climático, que es muy preocupante pero no lo van a compensar los vecinos de Irun y Santurtzi, a los que se lo dijo. En ese puente aéreo de visita exprés se quedaron huérfanos de primeros espadas tanto Elkarrekin Podemos como el PP. Las encuestas no son amables con ellos y el interés de los suyos se vuelca ya en otros feudos.