En campaña electoral, cuando menos se espera, salta una liebre que da al traste con la retórica política y deja en evidencia la auténtica dimensión de la tolerancia y el compromiso en términos de igualdad y reconocimiento respetuoso de todas las opciones vitales. Le ha pasado a EH Bildu con el vídeo electoral con el que pretendía hacer valer su candidatura en Ribera Alta (Araba) a costa de arremeter contra el alcalde jeltzale y candidato a la reelección, Javier Gallego.

Gallego es alcalde y, además, transformista. Su personaje de La Polaka es conocido y reconocido pero sus rivales de EH Bildu han arremetido contra su cualificación como alcalde dejando en evidencia la opinión que les merece su faceta artística. Piden en un vídeo seriedad al modo de la seriedad soviética que también perseguía y descalificaba toda representación social, cultural y artística que se saliera de la norma.

El domingo lo denunció el Araba Buru Batzar y, ayer, el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, no perdio ocasion de afear la rancia mentalidad disfrazada de seria progresía que denota el desliz de la coalición de izquierda soberanista. La coalición optó por el desmarque a posteriori. Cosas de la candidatura local, que es lo mismo que vino a decir de las listas con presencia de condenados por pertenencia a ETA. Algo más pide un incidente que no deja de ser menor pero tampoco deja de ser un calco de lo que suele apostolar Vox entre los suyos cuando se trata de posicionarse sobre la diversidad.

Curiosamente, EH Bildu había elegido el día de ayer para lanzar mensajes a través de sus candidatas en los herrialdes de la CAV en defensa de su compromiso con el feminismo, como mecanismo para introducir la empatía en la gestión pública, y arremetía contra el PNVpor lo que considera escaso esfuerzo en políticas de igualdad. No aludieron a la descalificación de su coalición a Javier Gallego. Ya escribió George Orwell, en su fábula sobre la URSS “Rebelión en la granja” que todos somos iguales pero algunos son más iguales que otros.

Políticas locales

No obstante, las citas electorales cada vez dan más margen a aterrizar en los ámbitos locales. PNV, EH Bildu, PSE, Elkarrekin Podemos y PP cuentan con candidaturas cuya defensa se orienta a la realidad municipal y territorial y los mensajes sobre urbanismo, infraestructuras y políticas ciudadanas adquieren cada vez más dimensión, como corresponde a la configuración de las instituciones más cercanas a la ciudadanía.

Otra cosa es que haya también mucho discurso genérico en las candidaturas municipales de los partidos, lo que refuerza la sensación de que hay un pulso electoral para definir los modelos de país. Elkarrekin Podemos insistía ayer por boca de varios candidatos en dibujar un panorama en el que el sector público estaría en peligro y se postulaban como garantes de los servicios, aunque sin una concreción muy clara, más bien un posicionamiento ideológico que, en ese aspecto, se calcan con EH Bildu.

A ese discurso respondía precisamente Aitor Esteban (PNV) en Irun ayer tarde al recordar con datos que en Euskadi solo un 6% de la inversión sanitaria se dedica a concertar servicios con centros privados. A la cola de las comunidades del Estado, en el puesto 14 de 17.

Desembarco de Montero

En la hoja de ruta de desembarcos de figuras de los partidos de obediencia estatal, ayer le tocó el turno a Irene Montero en Gipuzkoa. Con sorna le aplaudió a Pedro Sánchez sus anuncios electorales de gasto público y deseó gobernar en coalición con él pero en campaña permanente.

SIguiendo la estela del debate entre lo público y lo privado, y sin dato alguno, arremetió contra los anteriormente ponderados por su partido servicios y políticas públicas vascas. Ayer, vio en Euskadi “un territorio con un alto porcentaje de servicios sanitarios privatizados, con la vivienda más cara y una de las comunidades con más privatización de la educación”. Curiosamente, hará poco más de un mes que Pablo Iglesias aplaudía en cambio que “en el País Vasco sí que hay escuelas concertadas financiadas con dinero público que han implementado otros sistemas educativos avanzados”.

Racismo

En el Estado, la campaña hizo parada también en su propia versión corregida y aumentada sobre la actitud hacia las minorías. Los insultos racistas al futbolista del Real Madrid Vinicius proferidos en Mestalla fueron tema obligado y objeto de condena por parte de todo el panorama político español. Un paréntesis incompleto en el que al consenso contra el racismo le salpicaron algunos matices reveladores de cada cual. Cuca Gamarra y Juanma MOoreno (PP), Javier Lambán y Ximo Puig (PSOE), Irene Montero (Podemos), Iñigo Errejón (Más País), Alberto Garzón (IU) y hasta Rocío Monasterio (Vox), denunciaron como intolerables los insultos. Pero, como el diablo está en los detalles, también hubo ocasión de escuchar que Iván Espinosa de los Monteros (Vox) restaba importancia al ataque “verbal” a Vinicius en comparación con el acoso que, sostiene sufren sus candidatos. Isabel Díaz Ayuso (PP), hallando otro charco sobre el que chapotear, argumentaba que está muy mal ser racista –de dónde vienes– pero que igualmente deberían perseguirse los insultos al rey –manzanas traigo