- Jordi Basté (Barcelona, 1965) es un reconocido periodista catalán. Su programa matinal en RAC1 va camino de los 800.000 oyentes. Ese liderazgo supone, para contextualizar, que de 8 a 9 de la mañana congrega “más audiencia que toda la Cadena Ser en Catalunya en sus 24 horas de emisión”.

El Govern se enfrenta al test de sacar unos Presupuestos y comprueba el peso que tiene la CUP y las dificultades de la aritmética.

-Todo es ciertamente muy curioso, porque aquí la sensación es que el trasatlántico está virando de dirección, hay mucho político de Junts per Catalunya y de Esquerra Republicana que abrazaría con más facilidad, por un tema de realidad económica, a los Comuns o al PSC, pero aquí todavía el famoso 52% va muy ligado a los nombres, y hay una voluntad por parte del Gobierno de intentar pactar con la CUP. Estamos en una época en general en Catalunya, pero también en el conjunto de España, de extraordinario tacticismo, de más voluntad de ganar que no de gobernar, de mirar las infraestructuras de los partidos de cara a las próximas elecciones, sean las municipales o al Congreso si se avanzan, pero la sensación es que hay mucho tacticismo político, y probablemente puedan llegar a un pacto con la CUP, pero veremos.

Pero la realidad es muy densa y compleja. Parece que empieza a imperar el marco de los hechos y no solo de las palabras.

-Lo que pasa es que lógicamente aquí hay un mandato de pactar con los partidos independentistas. Esto lleva tácticamente a ser víctima de tus palabras, y a ver quién es el guapo que se mueve y decide hacer un pacto con alguno del bloque del 155, como puede ser el PSC, con quien estoy convencido que Pere Aragonès se siente mucho más cómplice ahora de Salvador Illa, por ejemplo, que de la CUP, desde el punto de vista económico. Pero como hay esta sensación de que el bloque este del 52% no se puede romper, pues entonces eres víctima de circunstancias políticas que nada tienen que ver con las voluntades económicas de los partidos.

¿En qué medida la estrategia de Moncloa tensiona la política catalana? Da la impresión de que la mesa de diálogo, en términos futbolísticos, ha pinchado el balón y dormido el partido.

-Que la mesa de diálogo fue una fotografía es evidente, pero tiene unas ramas que se están ahora notando. Esto me lo dijo un día el presidente de la Generalitat. ‘Es que aquí la gente se piensa que vamos a montar mesas de diálogo cada media hora y para hacer fotografías’. Yo creo que aquí hay pactos como ahora con los Presupuestos Generales del Estado; es evidente que en Catalunya no solo se va a pedir que si Netflix va a doblar en catalán cuatro o cinco series. Aquí va a haber otros acuerdos, que no sabemos, que se están negociando por lo bajini entre diferentes ministerios y consellerias, y que esto lo vamos a ver cuando llegue el cierre de los Presupuestos. Por tanto es evidente que en estos momentos, con el procés o aparcado o en estado seudovegetativo, la política catalana está virando, duele mucho esta expresión en Catalunya, hacia una política autonómica, claramente ya autonomista por lo que se está viendo. Aquí no hay una política digamos de ideal nacional ni mucho menos independentista, sino de lo que se llamaba históricamente, y bautizaron en la época de Pujol, de ‘peix al cove’ (de pájaro en mano). Y creo que al menos en los próximos años, vamos a ir por aquí.

¿Cómo es Pere Aragonès? Un hombre en teoría independentista volcado en ese viraje...

-No es que lo parezca, es claramente independentista, siempre lo ha sido. El independentismo no pensó o no creyó nunca en la fuerza del Estado, que utilizaría por activa y por pasiva, por delante y por detrás, legal e ilegalmente todos los mecanismos posibles para intentar frenarlo. Se frenó de una manera yo creo que desmesurada en todos los aspectos, pero la realidad del resultado final es que no se ha frenado la carga independentista, no hay ningún caso tipificado que un independentista con lo que ha pasado haya dejado de serlo. En los últimos veinte años, y las encuestas están ahí, sí que se ha demostrado claramente que muchísima gente que no era independentista por razón del Estado se ha vuelto independentista. Otra cosa es lo que va a pasar a partir de ahora, yo creo que vienen unos años de claro, no sé si la palabra es autonomismo, porque aquí no gusta mucho, pero que llegan unos años de pactos con el Estado es evidentísimo.

¿Cómo se ve en Catalunya la alianza existente entre Esquerra Republicana y EH Bildu?

-Aquí hay otra cosa muy divertida. La realidad es que históricamente en Catalunya, y esto ha sucedido siempre en el País Vasco, ha habido una sociedad muy politizada. Pero yo creo que tras lo que ha pasado con el procés, usted ahora pregunta por las relaciones entre Esquerra y Bildu, y la sociedad está de espaldas. Es evidente que hay una relación en el Congreso, un bloque de partidos independentistas, nacionalistas, que se han unido para hacer un frente común contra la derecha o la extrema derecha y a favor de un Gobierno digamos progresista. Pero en general la sensación es que aquí un pacto entre Bildu y Esquerra ni se ve.

De cara a unas futuras elecciones el acto de Yolanda Díaz en Valencia, acompañada entre otras, de Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona, ha sido un movimiento llamativo. ¿Allí se le mira a Colau como amortizada y como un posible aporte para el proyecto de Díaz?

-Es una gran pregunta. La figura de Ada Colau en el futuro político de España y de Barcelona. Ada Colau tiene agenda propia, vida propia, y gente muy a favor pero gente muy en contra en su propio partido o confluencias. Es un personaje que a mí me tiene fascinado en el sentido político de la palabra, e incluso social. ¿Qué hacía el otro día en Valencia Ada Colau? ¿Estaba haciendo el salto a la política española? ¿A un alto cargo dentro de una confluencia? ¿O estaba sencillamente haciendo de sponsor publicitario de Yolanda Díaz? Es una gran pregunta. Ella siempre ha dicho que el trabajo en Barcelona no ha acabado. Por tanto hay una opinión que diría que ahora es la mayoritaria, que afirma que Ada Colau se va a presentar a unas nuevas elecciones en el Ayuntamiento de Barcelona. Yo tengo mis dudas. Ada Colau es de las políticas más mal perdedoras que hay, que no quiere perder. Ningún político quiere perder, pero creo que si ve que no va a ganar se apartará. Otra opción de la que se ha hablado mucho es hacer el salto a la política española. Si usted me pide que apueste hoy, le diría que se presenta al Ayuntamiento de Barcelona pero no descartaría para nada un gran salto a la política nacional.

¿Cómo se observa en Catalunya el Gobierno de coalición en el Estado frente a la beligerancia de la derecha y de la extrema derecha?

-La política española se está poniendo claramente muy interesante, hay mucho teatro, es decir, yo creo que la ley que se está intentando tramitar sobre la Amnistía del 77, por lo que he empezado a ver, tiene poca garantía de que tire hacia delante. Tengo unas grandes dudas. Yo creo que muchas veces la izquierda tiende hacia un postureo implacable, que visto en perspectiva periodística te parece sorprendente. Y luego, en el futuro de España, se abrirá una perspectiva muy interesante, que es el papel de la derecha. Aquí hay una batalla política preciosa, de las más fascinantes de las últimas décadas, que es la batalla por el liderazgo del PP. De ahí va a salir buena parte de lo que va a pasar en los próximos años en España. Depende de lo que pase con Isabel Díaz Ayuso en su guerra con Casado, que va a ser uno de los momentos más fascinantes políticamente hablando de los últimos años si me permite que se lo diga, no tan solo en España, sino en Europa.

Hace unos días recibió graves amenazas mediante un tuit de un hombre contrario al pasaporte covid.

-Hay gente muy zumbada en nuestro entorno, y gente muy radical, pero no estoy acostumbrado a que me amenacen de muerte. Yo he vivido una época muy dura desde el punto de vista político, y al máximo que he llegado es que un día por la calle me insultaran, y con un insulto digamos light. El otro día me quedé muy sorprendido de la violencia verbal de alguna gente. Aquí hemos sufrido mucho durante mucho tiempo, en Catalunya en general y en el conjunto de España, como para ir amenazando de esta manera absurda, para luego hacer un hilo pidiendo disculpas. Hay un grupo de gente antivacunas radicales. Yo respeto que cada uno haga lo que quiera con su cuerpo, si no se quiere vacunar, que no se vacune, por el amor de Dios, si no quiero ninguna obligatoriedad. Pero claro, de ahí a según qué teorías de la conspiración y terraplanismo, me parece que hay un abismo. Los Mossos d´Esquadra se pusieron enseguida a mi disposición, pero luego vi que era un personaje creo que de Democracia Nacional, de un partido de la ultraderecha, y quedó en nada, porque luego él se asustó cuando vio la reacción, e hizo un hilo de disculpa.

“Estoy convencido de que Aragonès se siente mucho más cómplice de Illa que de la CUP en lo económico”

“Que la mesa de diálogo fue una fotografía es evidente, pero tiene unas ramas que se están ahora notando”

“Tengo mis dudas de que Ada Colau vuelva a presentarse en el Ayuntamiento de Barcelona”