- La noche electoral de Madrid se cobró ayer su primera víctima. Tras el fracaso de Unidas Podemos -apenas subió tres escaños con respecto a los anteriores comicios- su cabeza de lista, Pablo Iglesias, anunciaba su abandono inmediato de la política, tanto a nivel de partido como institucional. De entrada, despejaba de este modo la duda sobre si unos malos resultados iban a influir en su decisión de tomar posesión de su acta como parlamentario de la Asamblea de Madrid. Duda despejada, Iglesias se va.

Pablo Iglesias dejó el Ejecutivo de coalición para plantar cara al PP y a Díaz Ayuso en una jugada en la que no pocos vieron grandes dosis de arrogancia al presentarse como el adalid de la izquierda. Otros muchos lo interpretaron como una estrategia de mera supervivencia por cuanto la duda era si Unidas Podemos sería capaz de sacar el 5% necesario para tener representatividad en la Asamblea de Madrid. Si el objetivo era ese, salvar los muebles en Madrid, el reto está logrado, pero lo cierto es que quedó ayer demostrado que el efecto Iglesias no era tal. Además, el partido auspiciado por Iñigo Errejón, Más Madrid, fue de lo poco que se salvó dentro de la debacle de la izquierda. La cuña suma más que el tronco.

Los diez escaños de Unidas Podemos se convierten en un paupérrimo bagaje para quien en 2014 se mostraba dispuesto a “tomar el cielo por asalto”. Por eso, ayer, tras el varapalo sufrido, el candidato de Unidas Podemos anunciaba que dimite de todos sus cargos y que deja la política tras el mal resultado del bloque de izquierdas en la Comunidad de Madrid, que no ha logrado frenar el avance de la derecha. “Cuando uno no es útil tiene que saber retirarse”, aseguró el secretario general de Podemos después de reconocer que ha habido una gran movilización en la derecha y que él ha generado más rechazo que impulso para la izquierda y se ha convertido en “chivo espiatorio”, y que por tanto ha fracasado.