- El clérigo ultraconservador Ebrahim Raisí, jefe del Poder Judicial, logró una holgada y esperada victoria con el 61,9% de los votos en las presidenciales de Irán, pero la participación electoral fue excepcionamente baja para los estándares del país.

El triunfo de Raisí se daba por hecho debido a que sus contrincantes no suponían una real competencia, lo que también influyó en el desinterés de parte de la población por la cita electoral. Según anunció en rueda de prensa el ministro iraní de Interior, Abdolreza Rahmaní Fazlí, Raisí obtuvo 17.926.345 votos del total de 28.933.004 sufragios depositados, es decir, un 61,9%.

En segundo lugar quedó Mohsen Rezaí, secretario del Consejo de Discernimiento y antiguo comandante de la Guardia Revolucionaria, con unos exiguos 3,4 millones de votos, poco más del 11%. El único candidato moderado y exgobernador del Banco Central, Abdolnaser Hematí, tuvo que conformarse con el 8,3% de los votos, y el diputado conservador Amirhosein Qazizadeh Hashemí, con el 3,4%, mientras que el resto de sufragios fueron inválidos.

Lo que realmente estaba en juego en estas elecciones era la participación. De los 59 millones de iraníes convocados a las urnas, solo acudieron el 48,8%, el dato más bajo de todas las presidenciales celebradas desde el triunfo de la Revolución Islámica en 1979.

“Haremos nuestro mejor esfuerzo para cumplir con la pesada tarea que la gente nos ha encomendado”, dijo Raisí en sus primeras declaraciones, en las que prometió recurrir a “las valiosas opiniones de los expertos”.

Tras ocho años de gobierno del moderado Hasan Rohaní, durante los que se firmó el histórico acuerdo nuclear de 2015 y el país se abrió al mundo, la Presidencia iraní volverá a estar ocupada a partir del 3 de agosto por un ultraconservador.

La llegada de Raisí se produce en un momento delicado, en medio de negociaciones nucleares para intentar rescatar el citado pacto, muy debilitado debido a la retirada unilateral de EEUU en 2018 y al posterior incumplimiento de Irán de sus compromisos.

Aunque el clérigo rigorista, de 60 años, ha asegurado que respetará el acuerdo y la política nuclear no depende del Gobierno sino de las altas esferas del sistema teocrático, su presencia plantea algunas incógnitas. Es evidente su recelo hacia Occidente y, en especial EEUU, país que le impuso sanciones en 2019 por ser parte de “los funcionarios no elegidos popularmente que rodean al líder supremo de Irán e implementan sus políticas desestabilizadoras”.

En el plano interno, se teme que aumenten las restricciones a las libertades sociales que imperan en el país, la persecución a los disidentes y la censura en el sector artístico y en internet. En una reunión con Raisí, Rohaní expresó su esperanza de que “con los esfuerzos del presidente electo y una mayor cooperación de todas las fuerzas del país, Irán sea testigo de medidas efectivas para el desarrollo y la prosperidad del país”.

Raisí fue felicitado por presidentes de países aliados de Irán como Rusia, Vladímir Putin; Irak, Barham Salih; y Siria, Bachar al Asad.

Sus seguidores se congregaron para celebrar la victoria en la plaza imán Husein de Teherán con pancartas con la imagen del clérigo y banderas iraníes, mientras por los altavoces sonaba música religiosa.