- El mundo asiste hoy al encuentro que protagonizarán los presidentes de EEUU, Joe Biden, y de Rusia, Vladimir Putin, en el que tratarán temas en los que pueden dejar de lado sus diferencias, como la estabilidad estratégica y la lucha contra la pandemia, pero sobre todo de los muchos asuntos que los enfrentan, como la cibercriminalidad, la crisis de Ucrania y los derechos humanos. Lo que los separa es mucho y el tono entre ambas potencias ha sido agresivo en los últimos meses, coincidiendo con el tiempo que lleva Joe Biden en el cargo, hasta el punto de haber tachado tácitamente de asesino a Putin en una entrevista televisiva.

Tal actitud provocó una agria respuesta del Kremlin, pero no impidió que fuese luego Biden quien llamara por teléfono a Putin para proponerle esta reunión, probablemente la única manera de encontrar un terreno común para un posible acercamiento.

La cumbre de Ginebra cierra la primera gira internacional de Biden, que le llevó primero a la cumbre del G7 y a reafirmar una vez más los lazos con el Reino Unido, y luego a sellar la alianza con sus socios europeos, con los que la relación se había deteriorado por las políticas unilaterales de Donald Trump.

El presidente estadounidense llegará a la ciudad suiza reforzado por la voluntad de todos sus interlocutores de los últimos días -los líderes de los países más influyentes del mundo, con la obvia excepción de China- de estrechar su relación guiados por un paquete de intereses comunes.

El Gobierno ruso confirmó que en la mesa están todos los temas que preocupan a Washington y a Moscú, lo que significa que Putin deberá escuchar lo que Biden le diga sobre su política en materia de derechos humanos, un ámbito en declive en Rusia, donde la sociedad civil y la prensa independiente enfrentan cada vez más restricciones y los llamamientos occidentales a que se respete el derecho a disentir son desoídos. Aunque a Putin no le guste, Biden querrá abordar la situación del líder opositor Alexei Navalni, encarcelado desde que retornó en enero de Alemania, donde se le salvó la vida de un intento de envenenamiento en su país.

Otro tema muy delicado será Bielorrusia, un régimen que ha pasado a ser una amenaza potencial para Europa después de que el mes pasado obligara a un avión a desviarse y aterrizar en el aeropuerto de Minsk para arrestar a un periodista opositor que vivía exiliado en Grecia.

Rusia ha respaldado al presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, para mostrar a los países de su esfera de influencia que su alianza es sólida, algo que se espera transmita a Biden.

El punto de la agenda consagrado a la seguridad informática cubrirá la cuestión de la cibercriminalidad y muy en particular de los ciberataques contra intereses estadounidenses, algo prioritario para Washington en vista de los daños económicos que pueden causar. Pero mientras EEUU lo observa como un amenaza concreta y continúa, Rusia valora los recursos cibernéticos como un “arma estratégica o poder estratégico” según el investigador Dmitry Suslov, del Centro de Estudios Internacionales y Europeos de Rusia.

Desde la perspectiva rusa (Putin fue un agente de la inteligencia), las ciberoperaciones con el propósito de espionaje son “algo habitual”.

No obstante, la reunión con su homólogo estadounidense puede llevar a que Putin, en un gesto de buena voluntad, acepte una mayor cooperación, aunque estaría marcada por la desconfianza mutua, ya que en muchas ocasiones es difícil diferenciar entre ciberoperaciones realizadas por una entidad estatal o por ciberdelincuentes.

Ucrania será otro tema complicado en la agenda, pues mientras Biden ha prometido al Gobierno ucraniano que se mantendrá a su lado en la defensa de su soberanía e integridad territorial, Putin considera que todo esto es un asunto que concierne a Rusia. El mandatario ruso dejará seguramente muy en claro que es impensable que Ucrania cumpla su anhelo de adherirse a la OTAN.

De los temas más fáciles a abordar y que han sido confirmados por el Kremlin habrá algunos vinculados a cooperación económica, el cambio climático y a la situación del Ártico, así como la lucha contra la pandemia. En menos de cinco horas de reunión, también se hablará sobre la situación en Oriente Medio, el programa nuclear iraní, la salida de las tropas estadounidenses de Afganistán, entre otros temas, para evitar el deterioro de una situación global de por si complicada.

Viejos conocidos. Putin y Biden ya se conocen. La última vez que se vieron fue en Moscú en 2011 cuando el primero era primer ministro de Rusia y el segundo vicepresidente. Obama había intentado dos años antes sin éxito reiniciar las relaciones con Rusia. “Señor primer ministro, le estoy mirando a los ojos y no creo que usted tenga alma”, le dijo Biden en Moscú a Putin. Han pasado diez años desde aquel momento. Pero la relación de Biden sobre Putin no ha mejorado: En marzo le llamó al ruso “asesino”.