rump abandonó sus funciones de gobierno la noche electoral. En consecuencia, la administración Biden no sólo debe alterar completamente el rumbo político, sino encender los motores de un barco que el anterior presidente dejó completamente a la deriva en medio de una de las perores tempestades que han azotado al país en el último siglo.

Uno de los primeros cambios ha sido el cambio de tono. El público estadounidense necesitaba oír hablar a su presidente sin insultar ni proferir mentiras por lo que la ceremonia de toma de posesión ha estado desesperadamente marcada por la decencia. Especialmente significativo fue ver a Biden, pocas horas después de jurar su cargo, dirigirse a los miembros de su equipo exigiendo decoro. "No bromeo cuando digo esto: a todos los que vais a trabajar conmigo, si escucho que tratáis a otra persona irrespetuosamente o habláis mal de alguien, prometo que os despediré en el acto; en el acto, nada de peros". Y en una segunda nota aseguró: "No es una hipérbole. Lo único que espero con absoluta certeza es honestidad y decencia. El pueblo no trabaja para nosotros. Nosotros trabajamos para el pueblo, que paga mi salario y el vuestro".

Es un buen comienzo y Biden parece sincero. No leía un guion escrito por un asesor. Paralelamente, una de sus primeras circulares requiere que las personas designadas por el personal ejecutivo firmen un compromiso de ética que les prohíbe actuar en interés personal y les exige respetar la independencia del poder judicial.

En sus primeros tres días, el nuevo presidente ha emitido treinta órdenes, circulares y directivas.

La mayor parte de este corpus está destinado a atajar la pandemia. Ha sustituido el anterior -y soberanamente inútil- grupo de trabajo de la Casa Blanca que dirigía Mike Pence por un nuevo equipo de coordinación de respuesta a la pandemia con la misión de gestionar la producción y distribución de las vacunas y los equipos médicos necesarios. Mediante otra orden ejecutiva ha acelerado la fabricación y entrega de suministros para vacunación, realización de pruebas PCR y equipo de protección personal porque, para sorpresa de todos, la administración Trump ni tan siquiera contaba con un plan logístico para la distribución de estos componentes.

En este sentido, ha ordenado a la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) que cree centros comunitarios de vacunación y ha establecido un programa preclínico para impulsar el desarrollo de terapias, así como una junta de pruebas pandémicas para facilitar que se hagan más pruebas PCR. Finalmente, ha ordenado a la FEMA que cubra con fondos federales el costo de la movilización de la Guardia Nacional y otros servicios de emergencia.

Dado que la utilización de la mascarilla se ha politizado, y su uso se ha estigmatizado desde los sectores más reaccionarios del arco político, Biden ha aprobado varias órdenes en el ámbito de educación ciudadana. Ha solicitado a la Oficina para la Administración de Salud y Seguridad Ocupacional que publique una guía clara sobre covid-19 para establecer estándares temporales de emergencia y ha ordenado a esta institución que haga cumplir los necesarios requisitos de salud y seguridad de los trabajadores. Paralelamente, ha encargado al Departamento de Educación y al Departamento de Salud y Servicios humanos que brinden orientación para reabrir y operar de manera segura guarderías, escuelas y universidades. Algo que hemos estado esperando desde marzo de 2020.

Biden ha lanzado el 100 Days Masking Challenge, promoviendo el uso obligatorio de las mascarillas y el distanciamiento físico en edificios federales, aeropuertos y en todos los medios de transporte. Y ha instado a los gobiernos estatales y locales que hagan lo mismo. Los viajeros internacionales deben presentar un comprobante de prueba de covid-19 negativa para ingresar al país.

Por lo que respecta a las medidas para el control de la plaga a nivel internacional, Biden ha ordenado el regreso de la república a la Organización Mundial de la Salud, con una delegación encabezada por el doctor Fauci. Paralelamente, ha aprobado una directiva para apoyar el esfuerzo internacional de respuesta a la pandemia, promover la resiliencia ante futuras amenazas y reforzar la seguridad sanitaria mundial, así como para poner al día una agenda de seguridad sanitaria global.

Asimismo, en vista del alarmante porcentaje de hispanos y afroamericanos afectados por el virus, ha creado el grupo de trabajo sobre equidad para garantizar una respuesta equitativa ante la pandemia que vele por los derechos e intereses de los sectores poblacionales más desprotegidos, así como para mejorar la recopilación, producción, intercambio y análisis de datos sobre coronavirus en el país.

Un segundo paquete de órdenes ejecutivas está destinado a fomentar el desarrollo de la economía y ayudar financieramente a los sectores sociales más desfavorecidos. Biden ha solicitado un nuevo cheque estímulo de 2.000 dólares, una medida que la mayoría demócrata aprobará en ambas cámaras. Asimismo, ha restaurado el poder de negociación colectiva y la protección de los trabajadores federales, y ha establecido un salario mínimo de quince dólares la hora para aquellos. También ha extendido la prórroga de los pagos de préstamos estudiantiles y los intereses federales hasta el 30 de septiembre y la moratoria nacional existente sobre desalojos y ejecuciones hipotecarias hasta el 31 de marzo.

Un segundo paquete de medidas trata sobre política migratoria, uno de los grandes ejes de la nueva administración. Biden ha aprobado una docena de iniciativas para ser ejecutadas dentro de los primeros 100 días. Entre las medidas más importantes, destaca la inmediata derogación de la declaración de emergencia nacional utilizada para financiar la construcción del muro, cuyas obras ha paralizado de inmediato. El nuevo gobierno ha eliminado las restricciones que pesaban sobre los titulares de pasaportes de siete países de mayoría musulmana, ha puesto fin a la política de encierro de menores de edad y se ha ordenado que se priorice la persecución legal de aquellos inmigrantes que hayan cometido crímenes u ofensas. Finalmente, ha ordenado una medida histórica al requerir que los no ciudadanos sean incluidos en el censo y que sean considerados para la distribución de escaños estatales en el Congreso.

Por lo que se refiere a medidas medioambientales, otro gran pilar de la nueva agenda, ha cancelado la construcción del oleoducto Keystone XL y ha ordenado a las diversas agencias gubernamentales que revisen y reviertan más de 100 acciones de Trump sobre medio ambiente. Finalmente, Estados Unidos se reincorpora al acuerdo climático de París, un proceso que se completará en treinta días.

En el discurso ofrecido antes de firmar las órdenes, Biden ha afirmado que "estamos ante una emergencia nacional. Tenemos que actuar como si estuviéramos ante una emergencia nacional, con todo lo que tenemos". Es evidente que la nueva administración está barriendo y desinfectando el país a conciencia. En las próximas semanas la moción de censura va a dominar gran parte de la agencia presidencial y, entre tanto, Trump sigue callado, porque ya circula entre los miembros republicanos del congreso una memoria de nueve puntos en favor de su condena "por el bien del país y del partido".

Todo esto en tres días. Hoy dormiremos mejor sabiendo que alguien trabaja en la Casa Blanca.