Álava: un territorio que cuida con dignidad y cariño
DNA organizó el miércoles un emotivo encuentro sobre la realidad de los cuidados en Álava, con las miras puestas en una sociedad cada vez más envejecida
El territorio de Álava se encuentra ante un desafío que marcará las próximas décadas: una población que envejece de forma constante, con un peso cada vez mayor de personas mayores de 65 años. Un cambio social profundo y un fenómeno que no es exclusivo del territorio y en este contexto, hablar de cuidados ya no es solo hablar de servicios, sino de un modelo de convivencia, de derecho, de dignificación y de un compromiso colectivo.
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El mismo del que se habló el miércoles por la tarde en el encuentro organizado por DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, que se ha querido acercar un poco más a la realidad de los cuidados, así como a los retos y necesidades latentes en ese futuro no tan lejano.
Con el título de ‘Cuidados en Álava: mirando al futuro (2025)’, tuvimos la suerte de contar con cuatro ponentes que conocen esta realidad alavesa como son Gorka Urtaran, diputado foral de Políticas Sociales; Naiara Fernández, directora asistencial de IMQ Igurco; Amelia Sánchez Pérez, enfermera y directora del centro En Buenas Manos y Olatz Sánchez, responsable del programa de personas mayores de Cruz Roja en Álava.
DNA aborda el modelo de cuidados en Álava con expertos ponentes
Un amplio catálogo de recursos
Afortunadamente, Álava cuenta con numerosos recursos y un sector profesional que ha crecido y se ha especializado en los últimos años. Residencias, centros de día, programas de respiro, atención domiciliaria, servicios sociales de base, teleasistencia y proyectos comunitarios forman una red que busca cubrir todas las etapas y necesidades del envejecimiento.
Pero esa red no puede comprenderse únicamente desde la oferta: requiere una mirada centrada en la persona, en sus ritmos, capacidades y deseos. Y para eso es imprescindible un trabajo vocacional, humano y cercano, el que realizan cada día cientos de profesionales de los cuidados, como dejó patente Amelia Sánchez en unas intervenciones cargadas de emotividad de lo que es su día a día con estos mayores.
En este mismo sentido, la Diputación Foral de Álava sigue mostrando una apuesta clara por reforzar y reorganizar los recursos dedicados a las personas mayores. El compromiso no se limita al aumento del presupuesto —aunque este es fundamental—, sino también a la mejora de los modelos de atención, a la profesionalización del sector y al impulso de nuevas formas de colaboración entre lo público y lo privado.
“La estrategia es clara: centrar esfuerzos en que todas las personas mayores reciban los cuidados que merecen, con dignidad, respeto y calidad en el territorio y donde no falte el cariño, la empatía y el afecto hacia nuestros mayores”, matizaba en varias ocasiones Gorka Urtaran, al tiempo que cifró en 108 millones de euros los destinados por la Diputación Foral de Álava de cara a 2026 para políticas sociales dedicadas a las personas en dependencia.
Uno de los grandes retos, al hilo de estos recursos con los que cuenta Álava, es lograr una escucha activa de las necesidades reales de las familias. No todas viven la vejez del mismo modo, ni tienen los mismos apoyos, ni se enfrentan a las mismas dificultades.
Cuidar no puede significar sacrificarse hasta el límite ni en soledad, sino que deben compartirse entre el sistema público, la comunidad y la familia
“En muchos casos, el primer obstáculo es simplemente la falta de información: no saber dónde acudir, qué opciones existen o cómo solicitar ayuda. Por eso, uno de los objetivos prioritarios debe ser acercar la información a la ciudadanía de forma clara, accesible y comprensible, evitando que las familias se sientan solas o perdidas en momentos de fragilidad”, apuntaba Olatz Sánchez.
Y aquí, la colaboración público-privada, como el mismo diputado foral remarcaba apoyado por el resto de ponentes, se presenta como un elemento clave para construir un sistema de cuidados sostenible con valores de cercanía, profesionalidad y equidad.
El cuidado como un derecho
Un derecho tan esencial como la educación o la salud. Y, como derecho, ha de ser digno. Eso implica que la persona destinataria reciba una atención respetuosa, personalizada y libre de cualquier forma de maltrato o negligencia, pero también implica que quienes cuidan —profesionales o familiares— lo hagan en condiciones adecuadas. “El valor del trabajo de las personas cuidadoras necesita ser visibilizado, reconocido y regulado”, recordaba Naiara Fernández.
Son ellas quienes sostienen, en gran medida, la estructura social del bienestar. Sin embargo, durante años su labor ha sido infravalorada, a pesar de la enorme especialización que requiere: desde conocimientos sanitarios hasta habilidades de comunicación, gestión emocional y trabajo interdisciplinar.
Otro de los cambios urgentes es el cultural, ya que durante generaciones se ha asociado el cuidado del familiar dependiente a las mujeres; así como a la creencia de que hay que cuidar “hasta la extenuación”, incluso cuando ese esfuerzo supera las capacidades reales de una persona o compromete su propia salud.
Estas mentalidades necesitan transformarse. Cuidar no puede significar sacrificarse hasta el límite ni en soledad, sino que deben compartirse entre el sistema público, la comunidad y la familia.
Avanzar hacia un nuevo modelo implica educar, acompañar y que pedir ayuda no es un fracaso, sino un acto de responsabilidad. Que apoyarse en profesionales es garantizar unos cuidados adecuados. Solo así se podrá imaginar un futuro en el que envejecer no sea motivo de preocupación, sino una etapa de vida acompañada, segura y digna.
Al final, cuidar es sostener la vida. Y una sociedad que cuida bien es una sociedad que se cuida a sí misma.
Gorka Urtaran: “Desde Diputación Foral de Álava entendemos los cuidados como algo prioritario”
Las proyecciones demográficas apuntan a que la demanda de cuidados se incrementará significativamente hasta 2030: Álava tendrá un volumen muy superior de personas mayores de 65 años y, dentro de este grupo, un aumento notable de mayores de 80 años, que concentran mayor riesgo de dependencia. “Esta evolución obliga a anticipar necesidades y dimensionar adecuadamente los servicios públicos”, señalaba el diputado foral de Políticas Sociales.
“Ante este diagnóstico, los retos que Álava debe afrontar en los próximos años son profundos y estructurales. El envejecimiento poblacional trae consigo un aumento de los casos de dependencia y discapacidad y exige una revisión del modelo actual de cuidados. Apostar por cuidados no solo más coherentes con sus deseos y necesidades, sino que también favorezcan un modelo más sostenible y centrado en la persona”, matizaba Gorka Urtaran.
A su juicio, para responder eficazmente a estos desafíos se requieren acciones políticas decididas y coordinadas, como las que se llevan a cabo desde la Diputación alavesa. “Es imprescindible fortalecer y ampliar los recursos, garantizar su calidad y adaptarlos a las nuevas realidades familiares y sociales, junto con una importante colaboración público-privada hacia un sistema más humano, flexible y preparado para el futuro”, dijo.
Naiara Fernández: “Capacitarnos en aprender a cuidar y a acompañar mejor a las familias”
La evolución del modelo de cuidados requiere una colaboración real entre instituciones, profesionales, entidades sociales, personas usuarias y sus familias. Fue una de las reflexiones lanzadas por Naiara Fernández en el encuentro del miércoles.
“Solo desde un trabajo conjunto podremos construir un sistema capaz de responder a las necesidades actuales y futuras, y de ofrecer una atención que respete la dignidad, los deseos y los proyectos de vida de cada persona”, añadía. Como ella misma recordaba, durante años ha funcionado un modelo asistencial, centrado en identificar problemas y abordarlos, priorizando la seguridad por encima de otros elementos.
“No se trataba de un ‘mal cuidado’, sino del enfoque propio de una época en la que la dependencia se entendía desde la protección y la evitación del riesgo. Sin embargo, hoy sabemos que es necesario avanzar hacia modelos más personalizados, capaces de reconocer las capacidades funcionales y decisorias de cada persona, y de dar valor a sus preferencias y deseos. Cuidar no es solo resolver necesidades físicas; es acompañar trayectorias vitales”, remarcaba en varios momentos de la mesa de debate.
Un foro donde la directora asistencial de IMQ Igurco señalaba el reto de encontrar el equilibrio: acompañar, apoyar y minimizar riesgos sin anular la capacidad de decisión ni la vida cotidiana de quienes necesitan cuidados.
Olatz Sánchez: “Si los cuidados no se reparten, las desigualdades se heredan”
Cruz Roja lleva años situando los cuidados en el centro de su acción, desde una perspectiva comunitaria, solidaria y preventiva.
“Nuestro trabajo diario nos permite observar de cerca la creciente complejidad de las situaciones que atendemos y nos impulsa a dar respuestas inmediatas, eficaces y humanas. En este contexto, la actual crisis de los cuidados se manifiesta de múltiples formas: el envejecimiento acelerado de la población, la dificultad para captar y formar profesionales, la sobrecarga en los cuidados familiares, la falta de corresponsabilidad social...", recordaba.
"Todo ello evidencia un sistema que necesita transformarse para garantizar que los cuidados —tanto para quienes los reciben como para quienes los ofrecen— sean entendidos y protegidos como un derecho”, explicaba Olatz Sánchez en su turno de palabra en este encuentro desarrollado el pasado miércoles.
En este sentido, como dejó claro, para seguir avanzando hacia un nuevo modelo más humano y personalizado es imprescindible reforzar tres ejes fundamentales: el enfoque preventivo y comunitario, la dignificación y profesionalización de los cuidados y la conciliación y la corresponsabilidad evitando que siga siendo una carga asumida casi exclusivamente por las mujeres.
Amelia Sánchez: “Podemos estar tranquilos: nuestros mayores están bien cuidados”
En el ámbito de los cuidados, uno de los retos más profundos y sensibles, como comentaba Amelia Sánchez, es acompañar a las familias para que comprendan la importancia de pedir ayuda profesional a tiempo. Como esta profesional vocacional explicaba, todavía persiste la idea de que externalizar parte del cuidado es una forma de abandono.
“Esta percepción genera culpa, sobrecarga emocional y situaciones que, en muchos casos, se vuelven insostenibles. Es fundamental transformar esta mirada y entender que pedir ayuda no es un gesto de fracaso, sino un acto de responsabilidad y amor”, dejaba claro en el foro del pasado miércoles.
Las familias suelen asumir el cuidado desde la entrega absoluta, postergando su propio bienestar y confiando en que podrán sostenerlo todo sin apoyo externo. Sin embargo, cuando las necesidades aumentan, la atención exclusiva en el hogar puede convertirse en una fuente de agotamiento físico, cansancio emocional y riesgos para la persona mayor y para quien cuida.
“Existen profesionales formados, recursos especializados y servicios comunitarios preparados para acompañar, orientar y sostener. Cambiar esta mentalidad requiere diálogo, información y empatía. Las familias necesitan sentirse escuchadas, entendidas y no juzgadas”, aseveraba con cariño.