Bilbao - En puertas de que mañana Pedro Sánchez y Pablo Iglesias puedan buscar un punto de encuentro de cara a la investidura, fijada para el lunes 22; Lander Martínez (Gasteiz, 6-XI-1989) reclama al PSOE la misma mano tendida que Unidas Podemos tuvo en la moción de censura que aupó al socialista al poder y acceda a formar un Gobierno de coalición. A su vez, el líder morado en la CAV busca hacer calar en la sociedad vasca que su formación no está solo para ejercer una oposición de denuncia sino para construir en un escenario donde faltan por aprobar las Cuentas del Ejecutivo de Iñigo Urkullu.
Un CIS sin cocinar y con una participación desmesurada impulsa a Pedro Sánchez a probar las urnas. ¿Con qué intención?
-El CIS lleva siendo controvertido al menos un año. Pero si hubiera nuevas elecciones la participación no subiría, sino al revés, ante el hartazgo de la gente. Cada uno usa las herramientas de presión que tiene para lograr sus objetivos y ahí Sánchez las emplea de forma torticera para presionar a Unidas Podemos.
La calle puede percibir que desde Podemos solo se quiere tener un sillón en el Consejo de Ministros. ¿No están tensando demasiado la cuerda con la negociación de investidura?
-Es un mensaje que no cuela. Primero, porque el Gobierno del PSOE no tiene mayoría. Y nosotros cuando fue la moción de censura le dimos gratis el poder a Sánchez, sin pedirle nada. Pero si no cambiamos la cultura política en el Estado, entendiendo que ya no habrá mayorías absolutas y que debe haber gobiernos de coalición como en el resto de Europa, poco se avanzará como país. Siempre hemos puesto las políticas delante de cualquier negociación, pero necesitamos garantías de que se cumplan los puntos que se acuerden y que no queden en papel mojado una vez le invistamos, porque eso ya lo hemos vivido durante el último año.
¿Se intenta trasladar la idea de que son los partidos emergentes los culpables de este bloqueo político desde que irrumpieron?
-Todo parece más fácil cuando solo hay dos partidos y una mayoría absoluta cada ocho años, pero ni la política ni la democracia es fácil. Las cosas han cambiado pero los partidos tradicionales nos han acostumbrado a tener una posición dominante sobre el tablero político. Mantienen su fuerza pero lo que a día de hoy es una victoria del PSOE, hace nada sería un fracaso. Hace falta un cambio de cultura política.
2016. Sánchez, a Rajoy: “Le queda mucho trabajo porque el único responsable de armar una investidura es usted”. La historia se repite pero con el socialista en el punto de mira.
-Es que quien tiene que conseguir formar un gobierno es el candidato a presidente, los demás no tienen por qué hacer su trabajo. Nosotros ya hicimos el trabajo por él para lograr la mayoría en la moción de censura con los soberanistas catalanes y vascos. Su primera carta de presentación es inmovilismo y no contar con tus potenciales aliados cuando lo tiene fácil.
Sánchez accede a que Iglesias le sugiera ministros independientes y éste podría reconsiderar su posición. ¿Qué probabilidad ve de nuevas elecciones?
-No las descarto pero lo veo lejano. De una forma u otra se conseguirá que haya gobierno.
Tras el último ciclo electoral Unidas Podemos quedó en posición frágil en el Estado. Salvaron los muebles en la CAV pero usted salió a hacer autocrítica nada más abrirse las urnas.
-La autocrítica es necesaria porque, aunque estuvimos mejor que en el Estado, ese no puede ser el objetivo y los resultados quedaron por debajo de las expectativas. Pasó el 26-M pero no fueron mejores el 28-A. Hay alguna razón que hace que nuestros votantes no hayan querido repetir, por lo que hay que cambiar cosas. El primer análisis es que no estamos en 2015 y que Podemos no puede vivir de lo que fue ese año, sino que hay que construir de cara al futuro. Y, además, durante mucho tiempo hemos definido que somos un partido que está en contra de, y creo que hay trasladar a la sociedad que estamos para construir y aportar, no solo para hacer política de oposición. Estamos para defender los derechos sociales, cambiar la economía, combatir el cambio climático, lograr igualdad entre hombres y mujeres... Y hemos conseguido que todas las formaciones acuerden reconocer a las víctimas de la tortura. Debemos dejar claro qué es lo que venimos a darle a la sociedad vasca y no solo a señalar lo que los demás hacen mal o a recordarle a las personas lo mal que viven, porque eso lo saben todos los días.
Aunque les excluyó, Iglesias achacó los malos resultados a ciertos liderazgos territoriales. Su líder ha reiterado varias veces que hará autocrítica pero echó balones fuera.
-Nosotros quedamos fuera de esa crítica y yo siempre he pensado que los resultados han sido peores donde han existido problemas internos que se han hecho públicos. Pero las responsabilidades deben ser compartidas por la organización en su conjunto porque ha sido el partido a nivel de Estado, autonómico y local el que ha empeorado sus números. Ahí no falla un sitio localizado sino que hay que realizar un análisis más completo. Falla la estrategia política. No pasa nada: se revisa, se discute y sin traumas.
Euskadi se dibuja electoralmente como una isla en el mapa estatal. Al menos, un dique de contención contra la derecha extrema.
-En la sociedad vasca existe un sentimiento nacional que teme no ser respetado por los planteamientos de Ciudadanos y Vox, que con su proyecto recentralizador han amenazado cualquier identidad diferente cuando aquí hay identidades plurales, existe una nación, hay entidades vascas, mixtas, españolas, y la convivencia pasa por entenderse y respetarse. Y la primera y segunda fuerza son partidos abertzales, lo que no quiere decir que no haya una derecha política encarnada por el PNV. Pero dejar a PP, C’s y Vox al margen es un logro de nuestra sociedad.
Podemos se muestra más receptivo en el Parlamento Vasco en pleno debate presupuestario. ¿Confían en poder respaldar las Cuentas?
-Es un debate un poco adelantado porque se ha especulado mucho, hemos visto las directrices, y sobre estas hemos visto que hay cosas en las que Podemos ha trabajado estos años, o sea, que hemos influido en esa agenda, reconociendo al Gobierno de Urkullu que se haya movido y generado mayor sintonía. Pero también hemos echado cosas de menos, como la brecha territorial, porque hay una Euskadi a dos velocidades. Tampoco vemos herramientas para preparar al país ante una posible nueva crisis. A partir de ahí, dándole muchas pistas al consejero (Pedro) Azpiazu, queda en manos del Gobierno traer unos Presupuestos distintos al de estos tres últimos años y comprobar que esto no es solo un marco bonito para la misma fotografía de todo este tiempo.
De no salir adelante también se divisaría un adelanto electoral en la CAV.
-A la gente le gusta el acuerdo pero vota a los partidos por una serie de principios. Tanto para la investidura de Sánchez como para los Presupuestos de Lakua la responsabilidad recae en la misma persona, y aquí en Urkullu, que es quien debe esforzarse para sacar las Cuentas. Si no le funcionaron las del año pasado, cámbielas. Si no, me daría la sensación de que está tirando la toalla y eso nos abocaría a otras elecciones y, en este caso, a un fracaso del lehendakari.
El PP vasco, casi residual, quizás pueda decantar la balanza para recobrar protagonismo.
-Relamidas las heridas, su actitud ha cambiado radicalmente estos meses en el apoyo al PNV. Uno por su supervivencia hace cosas increíbles, a golpe de efecto para lograr notoriedad.
Lo que no se tramitará en 2020 es el nuevo estatus político y jurídico.
-Las cosas complicadas tienen sus ritmos y no lo habrá para 2020. Se ha hecho un trabajo profundo esta legislatura y hay unos expertos que manejan un articulado con un contenido muy difícil y donde es complejo llegar a un acuerdo. Nosotros les dimos un material opuesto en algunos términos y gestionar eso no es tarea fácil. Antes de acabar la legislatura llegará al Parlamento un texto articulado y en la siguiente habrá enmiendas y pactos más amplios. Desde luego, EH Bildu no ha facilitado las cosas con su texto. Uno no puede romper la baraja e ir por su cuenta a las primeras de cambio cuando se está reformando el Estatuto para darle casi un carácter constitucional, introduciendo una defensa de derechos sociales o la relación con el Estado.
¿Elkarrekin Podemos ha ejercido una labor de oposición que debería haber hecho el PSE?
-No estaría mal que la hubiera hecho. El PSE tiene una influencia nula en el Gobierno Vasco, con un carácter de invisibilidad difícil de superar. Ojalá hubiera profundizado más en la ley de RGI, por ejemplo. El PSE ha tenido oportunidad de formar gobiernos de izquierdas con EH Bildu y con nosotros en varios ayuntamientos y ha preferido sostener al PNV.
Galdakao, Durango, Arrigorriaga... Ustedes no tuvieron problema en sumar con Bildu.
-Ha sido bastante fácil formar esos gobiernos y eso hay que reconocérselo a EH Bildu aunque haya cuestiones en las que no estemos de acuerdo como en el nuevo estatus o en la memoria reciente en materia de violencia.
En el Estado se mantiene el cordón sanitario sobre la izquierda abertzale.
-Es una visión centralista, homogénea y poco realista de algunos partidos y medios sobre lo que es el Estado español. La plurinacionalidad no es un invento que nos sacamos de la chistera sino porque el país se construye así y porque hay que hacer política contando con ellos. Existen. Vetar la acción política de partidos independentistas, aunque en temas como el procés no estemos de acuerdo, no es normalidad democrática. Eso no quiere decir que a Bildu haya que dejarle de exigir cuestiones en relación con la violencia. Pero aquí hay otra derivada. En el Estado entra Vox, proponiendo recortes de derechos, con actitud xenófoba, machista, y no se le exige nada. ¿Eso queremos? Alguno debería revisarse el franquismo sociológico. Hay ciertas ideas que rozan la ilegalidad y que deberían tener el menor eco pero en este tiempo de política espectáculo, estridencia e insulto...
Y como epicentro, otra vez, Nafarroa.
-Lo de siempre con Navarra, como si no hubiéramos avanzado. Nuestros compañeros aportaron y habrá gobierno de izquierdas.
Se refería antes al ‘procés’. Sánchez es reacio a tenerles al lado por el referéndum y para no contaminar el discurso al PSOE cuando salga la dura sentencia del Supremo.
-Eso entra en lo retorcido de la política. Precisamente por eso necesita alguien en su Ejecutivo para impulsarle a ser valiente en el conflicto territorial, que ya no se sostiene más sin hacer una serie de reformas. Han pasado 40 años desde la Constitución de 1978 y toca avanzar hacia el federalismo y reconocer que estamos ante un territorio que no es homogéneo ni nunca lo será.
El Sociómetro señala que el independentismo sigue perdiendo adeptos en la CAV.
-El espejo catalán influye. La ciudadanía vasca ha mirado con mucha distancia a lo que está pasando en Catalunya, no quiere esas aventuras sino un camino más firme de respeto a su autogobierno e identidad sin fractura social.
El PSOE ha rechazado la propuesta de Roger Torrent, presidente del Parlament, de un pacto de claridad como vía de solución.
-Los primeros que pusimos encima de la mesa el pacto de claridad a la canadiense fuimos nosotros hace ya tres años y lo llevamos a la Ponencia de Autogobierno. Es una vía lógica y razonable, legal y bilateral.