Bobigny - Emmanuel Macron, exministro de François Hollande, anunció ayer su candidatura para sustituir al presidente socialista francés con una propuesta que pretende estar por encima de la fractura tradicional entre derecha e izquierda y, sobre todo, contra un sistema político “bloqueado” y “obsoleto”. En una puesta en escena cuidadosamente orquestada en un centro de aprendizaje de Bobigny, ciudad del extrarradio de París repleta de barrios sensibles y capital del departamento con mayores problemas sociales del país, prometió si sale elegido “una revolución democrática profunda” con un programa de momento poco definido.
Esa clase política, a la que denostó, reaccionó con críticas generalizadas a este hombre de 38 años que nunca se ha presentado a unas elecciones, que mientras fue titular de Economía dejó una huella de liberal, y que, sobre todo, se beneficia de una gran notoriedad por la atención mediática que genera. Uno de sus principales mensajes de ayer fue que en sus cinco años de experiencia política, primero en el gabinete de Hollande en el Elíseo y luego como ministro, comprobó que el sistema político “se ha convertido en el principal obstáculo para la transformación del país”. Según su lectura, ese sistema “bloqueado” ha llevado a que Francia “haya salido del camino del progreso” ante la globalización y sus consecuencias.
Macron, que para la credibilidad de su relato antisistema arrastra como un pesado lastre electoral su pasado como antiguo banquero de negocios formado en la elitista Escuela Nacional de la Administración (ENA), dijo que las presidenciales “ofrecen la oportunidad de rechazar el statu quo para avanzar”. Además, trató de utilizar como baza el no contar con un partido que lo respalde -creó su movimiento En Marcha el pasado abril, que reivindica ahora cerca de 100.000 simpatizantes- insistiendo en que su reto “no es unir la derecha ni la izquierda, sino a los franceses”.