Vitoria. La campaña supone, entre otras cosas, la posibilidad de estar más tiempo en casa para quien duerme una media de cuatro noches semanales alejado de los suyos. Quizá por eso, el desgaste no asoma en la mirada de Emilio Olabarria, un veterano en estas lides que apura la recta final convencido de que Álava tendrá de nuevo escaño jeltzale en la Cámara Baja.

Hay encuestas que privan al PNV del escaño alavés. ¿Nervioso?

No, no tengo fe en las encuestas. Todas son contradictorias, no he conocido ninguna que arroje los mismos resultados. Además, las encuestas elaboradas por organismo públicos tienen un componente de manipulación que a nadie se le escapa. Sí tengo fe en lo que recibo en la campaña electoral.

¿Qué sensaciones tiene?

Muy positivas. La gente ha llegado a reconocer al candidato y a quien se deja el pellejo en Madrid en la defensa de los intereses de Álava y de Euskadi. Se nos atribuye esa condición casi en régimen de monopolio, lo que nos coloca en una buena posición de salida; estamos en la primera línea de parrilla.

Entonces, lejos de encrucijadas como la que les llevó a la escisión, entiendo.

Nada que ver. Estamos en un proyecto de cohesión interna que me agrada porque este partido ha sufrido escisiones en su historia y malos momentos. Ahora el proyecto es muy sólido, el partido está unido e Iñigo Urkullu está con nosotros.

La campaña coincide con el extenso proceso de elección de los mandos internos del PNV. ¿Tendrá su reflejo en las urnas?

No tiene por qué, lo que exige es mayor esfuerzo a nuestros militantes. Éste es un partido muy democrático, en un momento en el que una de las cuestiones que se dilucidan es cómo hacer que los partidos sean más transparentes y accesibles. El régimen de nuestra formación nos permite estar muy en contacto con la sociedad, y eso siempre es positivo y te permite hacer un buen programa.

Ante un complejo sistema asambleario de elección, lo que está claro es que Urkullu seguirá al frente del EBB. ¿Tranquiliza a los candidatos esta estabilidad?

Es una tranquilidad saber que no va a haber debates que perturben el nivel de exigencia que requiere unas elecciones como éstas. Nos enfrentamos a gravísimos problemas económicos, desempleo y la normalización política de este país. Hay que explicarlo bien, pero tenemos ciertas dificultades de penetración en los grandes medios de comunicación estatales. Desventajas ante las que tenemos que hacer un esfuerzo y ante las que nos conviene que no haya problemas en las urnas, en las internas.

¿Amaiur es el rival a batir?

No, nuestra referencia son todos. Todos son rivales políticos y les consideramos con la misma dimensión. Lidiamos y competimos con el PSOE, PP y la izquierda abertzale. Hay formas de confrontar nuestras opiniones y propuestas diferentes, pero referencias específicas en relación a alguno de los tres no hay ninguna. Son tres rivales con los que tenemos que competir e intentar ganar.

¿El PNV y la izquierda abertzale compiten por abanderar la defensa del derecho a decidir en Madrid?

Con la izquierda abertzale lo que nos pasa es que desconocemos absolutamente todo lo que proponen. Carecen de programa electoral y no manifiestan propuestas claras en referencia a los problemas que hay que dilucidar en las próximas Cortes Generales del Estado. No sabemos nada, es un acto de fe votar a la izquierda abertzale, es un voto a ciegas. Todavía no he leído una sola propuesta que derive de la izquierda abertzale en relación a los problemas de la sanidad, empleo, infraestructuras medioambientales... Nada. No parecen tener ningún interés. Y en cuanto al derecho a decidir, alguno puede tener la impresión de que lo acaban de descubrir. Este derecho existe desde que el presidente Wilson proclamó el famoso principio de las nacionalidades, es un derecho más que centenario que siempre ha formado parte de la línea de nuestro partido. Y lo hemos defendido en sede parlamentaria. La última vez en esta exótica reforma constitucional que se realizó en 15 días, sobre un texto pretendidamente inmutable, mediante un apaño manifiestamente contradictorio con los requerimientos que la propia ley establece para su reforma. Quisimos ubicar también, sin suerte, el derecho a decidir en esta reforma. No presumo que vayan a tener mejor suerte que nosotros. Es un tema que requiere tiempo, decantación, búsqueda de complicidades y negociaciones muy complejas.

¿Se siente más respaldado que nunca por el partido? Se lo pregunto porque creo que es la campaña en la que más veces se le ha visto a Urkullu en Álava.

Sí, pero no es un respaldo basado en el tutelaje del candidato, sino que está enmarcado en la estrategia electoral que se ha diseñado y por la importancia de tener grupo parlamentario.

¿La clave para lograr grupo propio pasa por el territorio alavés?

Pasa por Álava; por Bizkaia, en relación al segundo escaño; y por Gipuzkoa, en relación al segundo. Nosotros aspiramos a mantener los seis diputados. Y en esa meta la presencia de Iñigo Urkullu se produce con la misma intensidad en todos los herrialdes. Todos los territorios son importantes para mantener nuestro grupo que, con mayúsculas, ha sido el Grupo Vasco. Es nuestra denominación reglamentaria, oficial, no hay otro grupo vasco. Para eso necesitamos cinco parlamentarios con los que contamos con toda seguridad. Hay que conseguir el sexto.

Como recuerda, seis supone repetir y cinco, grupo propio. ¿Cualquier resultado por debajo de estas expectativas sería un fracaso?

Sería una decepción de la que dimanaría que no hemos hecho las cosas bien. La primera responsabilidad tiene que ser introspectiva, aunque estoy convencido de que no va a ser así. Esta campaña, no obstante, es mala para nosotros por varias razones que hemos denunciado: la polarización artificiosa que se ha hecho, la proyección de la imagen de que sólo concurren dos candidatos, como si el sistema electoral fuera presidencialista cuando es parlamentario. En este sentido me parece significativa una anécdota, que mi propia hija me llegase a preguntar si había que votar a Rajoy o a Rubalcaba. Si los propios hijos no conocen tu condición de candidato es que les está saliendo bien a los que intentan consagrar el bipartidismo, que conviene tanto al PP como al PSOE.

¿Una victoria de Rajoy compromete el futuro del Gobierno López?

Si Rajoy gana las elecciones por amplia mayoría y la caída de los votos del Partido Socialista es espectacular se precariza mucho las posibilidades de mantener el partido tal y como está configurado ahora. De hecho, Basagoiti recibirá seguramente nuevas indicaciones de Génova diciéndole que más que esa tutela en la oscuridad que realiza del Gobierno de López, lo que necesitan es que sea el candidato sustituto del Gobierno de López. En este marco entraría en juego un adelanto electoral.

Una decisión que ustedes recibirían con los brazos abiertos.

Sí, porque esas elecciones las vamos a ganar casi con toda seguridad.

Le veo muy seguro.

Partimos de una buena posición y, además, en las autonómicas la polarización de las estatales no nos perjudica tanto.

¿Descarta que la izquierda abertzale vaya a repetir los óptimos resultados de mayo?

Sí, seguramente estará recuperando su dimensión histórica, que es inferior a los resultados de mayo. Entonces se produjo un voto de castigo ante lo que denominaban los déficits democráticos del Estado. Eso provoco una empatía victimista que les hizo subir espectacularmente mucho más allá de los votos que la izquierda abertzale ha tenido siempre aquí. Esa necesidad de castigar de los déficits democráticos del Estado español no concurren en listas y tengo la convicción de que van a situarse en su dimensión histórico. Habrá un declive importante.

¿Será más difícil consolidar el proceso de paz con el PP en La Moncloa?

No particularmente. El proceso de paz es muy peculiar. El hecho diferencial vasco nos viene a acompañar de nuevo en relación con los procesos de países como Irlanda, Nicaragua o El Salvador. El epílogo siempre ha sido el abandono de las acciones armadas, mientras que aquí ha sido el primero. ¿Qué falta? Lo que ha constituido la primera parte de los procesos de pacificación del mundo, que es la reconciliación. Estoy convencido de que todos los grupos vamos a luchar por esto. Rajoy, que es un hombre pragmático, no creo que quiera desperdiciar la oportunidad de ser el presidente bajo cuyo mandato se consolidó la paz. En segundo lugar, porque el PSOE no querría verse desplazado de algo tan ilusionante como es la normalización y, los demás, porque tenemos vocación y siempre hemos luchado por esto. Y podemos jactarnos de ser el único partido que lo ha hecho en secreto y en público, discretamente. En la Conferencia de Aiete hubo una gran labor de mediación para que allí estuvieran todas las representaciones políticas, a pesar de ausencias como la del PP que me consta que hoy en día se arrepiente.

¿Qué opina de la indignación plasmada en el movimiento 15-M?

Hay cierta desafección hacia la clase política, sin duda. La crisis económica ha erosionado la imagen de todos los partidos políticos a los que de forma tan indiscriminada se les acusa de no haberla sabido gestionar. Y tiene su punto de verdad, aunque también hay que dilucidar quién tiene mayor responsabilidad y quién menos. La del Gobierno Zapatero ha sido una gestión particularmente nefasta. Y ante todo ello, la ciudadanía ha asumido un grado de organización que va creciendo, pero todavía le falta perfilar conceptualmente mejor sus propuestas. No terminamos de ver qué proponen para solucionar las situaciones que denuncian. En todo caso, agradecerles que, aquí en Álava, han pedido que la gente nos vote a nosotros.

Después de dos décadas en Madrid, ¿piensa volver algún día a la política vasca?

Igual lo que hay que pensar es en no volver a la política, pero sí me gustaría volver a Euskadi. La gente no sabe lo que es vivir cuatro o cinco días de la semana fuera de casa y, además, perteneciendo a un grupo pequeño. Yo he sido portavoz de diez comisiones y he presidido una. Eso supone un desgaste de trabajo que también erosiona la vida familiar y hasta la salud. Por eso estoy pensando en que esta legislatura debería ser la última para mí.

Trabaja codo con codo con el portavoz de su grupo , Josu Erkoreka. ¿Le ve de candidato a lehendakari?

Sí. A otras personas también, pero a él, por cualidades, desde luego. Sé cómo desarrolla su trabajo y la respetabilidad que ha generado en todos los grupos parlamentarios. Ahora, será el partido el que elija.