Desde Fernando de Amárica y Medina hasta Santos Iñurrieta de la Fuente pasando por Ignacio Díaz de Olano, Carmelo Ortiz de Elgea, Jesús Apellániz López, Eduardo Fernández de Arroyabe, Juan Mieg, Jose Antonio Fiestas y Teodoro Dublang Uranga, entre otros muchos. La lista de artistas alaveses de entre finales del siglo XIX y la actualidad que configura la cita es tan larga como interesante.
“Suele salir al mercado pintura de muchos de estos autores, pero es verdad que no tan concentrados”. Es una ocasión especial. En estos mismos momentos, los 68 cuadros protagonistas se encuentran expuestos en la sede vizcaína de Arte Subastas Bilbao. Allí, los días 15 y 16, a partir de las 17.00 horas, se procederá a una subasta en la que no serán los únicos reclamos.
Esta presencia tan importante de pintura alavesa en una subasta no es habitual. Viene motivada, en este caso, por la aportación de dos colecciones vitorianas que han coincidido en el tiempo, aunque también hay cuadros, sobre todo de arte contemporáneo, que proceden de otras fuentes.
Hay mercado
Más allá de que el coleccionismo privado haya vivido tiempos mejores y que se note un tanto la falta de relevo generacional, Germán Jubera Marín, responsable de Arte Subastas Bilbao, señala que “hay mercado y salida” para estas obras. Además, no hay que perder de vista la presencia de las instituciones.
“Por supuesto, en Vitoria y Álava hay coleccionistas”, pero que haya disponibles, como es el caso, tantas obras de un territorio, no significa que el interés de los posibles compradores venga solo de él. “El coleccionista de pintura vasca no se ciñe solo a los pintores de su ciudad o de su provincia. Estamos viendo incluso que empieza a existir un interés creciente en Iparralde por los pintores de Hegoalde”.
Son los gustos, las épocas, los nombres que a cada persona le llaman por algo en concreto, las características que marcan la decisión, no tanto el detalle de la procedencia. Eso sabiendo que una subasta no es solo para quien tiene el hábito de coleccionar.
De hecho, en esta subasta se pueden encontrar precios de salida cuando menos llamativos. Un Ricardo Sacristán o un Vera López de Uralde arrancan con un precio inferior a los cien euros. Cifras muy lejanas de los 12.000 que, como punto de partida, tiene Luz en la cumbre de Amárica.
“En todos los casos, la intención es ofrecer obra de calidad, cuya selección responde a unos criterios. Son cuadros buenos e interesantes” con los que, como pasa algunas veces, “te puedes encontrar con sorpresas” según avanza la subasta.
Santos Iñurrieta
“Se trata de poner en valor y reconocer la obra de artistas que han dedicado su vida a crear”, apunta Germán Jubera. Así va a suceder también en el caso de este lote especial de autores alaveses, entre los que se encuentra el recientemente fallecido Santos Iñurrieta, protagonista en estos momentos de dos muestras de homenaje en Vitoria.
Eso sí, hay que borrar ese tópico de que la desaparición del artista significa que su cotización en el mercado sube. “No tiene mucho que ver con la realidad. El artista tiene que ser sólido en vida y cuando eso pasa, se mantiene su obra y no tiene que tener una especial relevancia a nivel de mercado el hecho de que haya fallecido”, más allá del eco en los medios de comunicación o en el mundo cultural. “Lo que sí puede pasar es que gente que no conociese la obra en profundidad, se interese”.
