Dentro del turismo de naturaleza va en auge una modalidad, la de tratar de localizar y ver los llamados cinco grandes de la fauna ibérica: el oso pardo, el lobo, el lince, el águila imperial y el quebrantahuesos.
A este nuevo enfoque del turismo de naturaleza no es ajena Asturias, que además de la belleza de muchos de sus rincones, cuenta como uno de sus tesoros más cuidados su población de osos pardos. Atraen 20.000 visitantes cada año, genera 20 millones de euros en ingresos y da empleo a más de 350 personas.
Como otros animales salvajes de la Península Ibérica, el lince ibérico, el quebrantahuesos o el águila imperial por ejemplo, tuvo su momento crítico hace algunos años, en el siglo XX, cuando la población estuvo a punto de extinguirse. En 1989 solo se tenían localizadas seis osas con sus crías. Hoy la población de osos en la Cordillera Cantábrica se estima en algo más de 300, la mayor parte en Asturias, a los que hay que añadir alrederdor 60 en los Pirineos, la mayoría implantados de Eslovenia
A esto contribuye, por ejemplo la Fundación Oso Pardo FOP que ahora cumple 30 años cuyos objetivos son la conservación y restauración de hábitats de elevado interés para la especie, el seguimiento de la población osera, la investigación aplicada a la conservación, la lucha contra el furtivismo, la educación ambiental y la prevención de conflictos entre humanos y osos.
Cómo verlos
Pero esa coexistencia debe hacerse con prudencia, por eso el avistamiento de osos se hace siempre a distancia y con el apoyo de profesionales que, además, ayudarán a localizarlos y, siempre que sea posible, verlos en libertad con ayuda de prismáticos, telescopios de tierra, catalejos... y suerte.
Hay que tener buena vista, mucha paciencia y confiar en los guías especializados que conocen bien los momentos y las zonas donde suelen encontrarse. “Las mejores horas son por la mañana temprano o al atardecer” -indica Luis Frechilla, de Wild Spain Travel- especialmente en primavera, antes de que aumente el calor.
Curiosamente las hembras con sus crías y los machos suelen estar en lugares diferentes; las hembras buscan alimento fácil y proximidad al refugio y se mueven en áreas relativamente reducidas, los machos se mueven por áreas más extensas, ya que además del alimento,les influye la proximidad a las hembras, con las que buscan aparearse.
Una naturaleza intacta
El avistamiento de osos en libertad no es tarea fácil y cuando se tiene suerte hay que hacerlo a una distancia entre 500 y 2.000 metros apreciando unas pequeñas motitas que se mueven entre roquedos y bosques con la ayuda de los guías profesionales. Pero la excursión no tiene que ser baldía ya que se puede disfrutar de otros animales como el gato montés, venados y rebecos, urogallos, el águila real y el quebrantahuesos, y con suerte algún lobo o zorro. Por supuesto, no faltan las razas domésticas autóctonas como el caballo asturcón o la vaca carreñana, vigilados de cerca por los pacientes vaqueiros. Pero tal vez lo mejor de esta visita a Asturias sea el escenario en que todos esos animales caminan o vuelan porque aquí se encuentran también 142 especies de mariposas, dos tercios del total que hay en España.
Un tercio de la extensión de Asturias son áreas protegidas y buena parte de ellas la ocupan sus cinco Parques Naturales. El de Somiedo es el más antiguo de Asturias y Reserva de la Biosfera, recibe el subtítulo de Territorio del oso pardo y, en efecto, en él se concentra la mayor densidad de estos plantígrados. Pero hay mucho más. En su extenso territorio de unos 300 kilómetros cuadrados que comienza a apenas 200 metros de altura pero llega a cumbres de más de 2.200, punteados por lagos de aguas oscuras que guardan historias milenarias, se combinan pastos, matorrales, bosques de encinas, robles, acebos, quejigos, rebollos, abedules y hayas.
¿Y si me encuentro un oso cara a cara?
Toparse con un oso de frente es algo esporádico, pero no por ello deja de ser un riesgo. No se sabe cuántos encuentros ha podido haber, pero en su mayoría no han sido ataques: desde 1989 sólo se han contabilizado ocho en la Cordillera Cantábrica, en la que en la actualidad viven 324 ejemplares, y uno en los Pirineos, con una población total de 64.
Para que esto siga así y no tener que lamentar nuevos heridos, los expertos aconsejan lo siguiente:
• Ante todo, prudencia: evitar el encuentro. Sucede por sorpresa. Se trata de evitarla, por lo que no hay que entrar en zonas de vegetación cerrada ni roquedos. No hay que salirse de caminos o senderos. Si se va con un perro, sujeto con la correa. No abandonar comida Si se encuentran huellas o rastros, no seguirlos.
• Pero a veces el oso aparece. Si es a corta distancia, no hay que correr, ni gritarle ni hacer movimientos que puedan parecer huida o amenaza. Hay que retirarse despacio sin perder la cara y sin brusquedades. Si avanza hacia uno, hablar sin aspavientos y sin dirigirse a él. Darle una salida, que no se vea acorralado. Él tampoco quiere estar frente a frente con el humano.
• Si lo que sale al paso son cachorros, dejarlos en paz, la madre no andará lejos y no dudará en ir a rescatarlos.
• Si desgraciadamente hay ataque, tumbarse boca abajo o en posición fetal y permanecer lo más quieto posible protegiendo la cara y la cabeza.