Las bacterias que invaden nuestro hogar se hacen fuertes en aquellos lugares en los que es más difícil llevar a cabo una limpieza en profundidad.
Por mucho que nos esforcemos en mantenerlas a raya con una limpieza constante, siempre habrá espacios que, ya solo con el uso que les damos en el día a día, es imposible conservarlos limpios.
Como los gérmenes son imposibles de percibir a simple vista, es importante tener unos buenos hábitos de limpieza, sobre todo en los lugares donde sospechamos que se pueden concentrar.
Para acabar con gérmenes y bacterias, debemos realizar una limpieza más a fondo al menos una vez a la semana utilizando agua, jabón, lejía y vinagre. Además de limpiar, también es importante desinfectar y para ello puedes utilizar una solución de agua y lejía o alcohol superior al 70%.
Para evitar que proliferen estos pequeños microorganismos en el hogar, lo mejor es estrechar el cerco en torno a ellos. Al regresar de la calle, tus manos y tus zapatos pueden introducir en casa infinidad de gérmenes. Debes lavarte las manos con frecuencia y desinfectar las suelas de tus zapatos.
La cocina, el baño, el dormitorio, el salón, los suelos y distintos utensilios repartidos por toda la casa son el caldo de cultivo ideal para la proliferación de virus y bacterias.
Las zonas más difíciles de la casa
1- Cocina. Es una de las zonas de la casa en la que más microorganismos se concentran. Los restos de comida y la humedad facilitan que se adhieran a las distintas superficies y utensilios que empleamos, entre ellos bayetas, trapos y estropajos.
En cuanto a la tabla de cortar alimentos, los crudos tienen más bacterias, y hay que tener especial cuidado con las grietas, ya que pueden acumularse en ellas. Hay que limpiar con frecuencia los filtros y cajetillas de las cafeteras. Aprovecha a limpiar la nevera siempre antes de meter la compra semanal.
El fregadero acumula incluso más gérmenes que el inodoro y puede llegar a concentrar hasta un millón de bacterias por metro cuadrado. Estas también están presentes en lugares tan recónditos como las gomas de la lavadora o de la nevera.
2- Baño. Desde el inodoro hasta el cepillo de dientes, pasando por las escobillas o los grifos son los principales focos de gérmenes y los objetos que requieren una limpieza más exhaustiva. Si eres de los que tienes los cestos de la ropa sucia en el baño, añadirás un plus de bacterias a la estancia. Limpia el baño a fondo al menos una vez a la semana.
3- Salón. Los textiles que empleamos en el salón, como es el caso de cojines, mantas, cortinas, alfombras o fundas de sofás, pueden concentrar ácaros y bacterias si no los lavamos con frecuencia.
4- Dormitorio. Tres son los puntos a los que hay que prestar especial atención. En primer lugar el colchón, donde se acumulan ácaros, bacterias y virus, debemos limpiarlo una vez a la semana y a ser posible mejor con la aspiradora. Las sábanas también debes cambiarlas al menos una vez a la semana. El armario debes limpiarlo con frecuencia, ya que si no los ácaros y los malos olores pueden impregnar tu ropa y darle ese característico olor a cerrado.
5- Suelos. Los suelos de la casa son uno de los sitios con más microorganismos. Expertos en microbiología advierten que las bacterias necesitan solo diez segundos para colonizar un objeto que cae al suelo.
6- Utensilios. El objeto más contaminado de toda la casa sea probablemente el móvil. Lo dejamos en cualquier sitio, lo tocamos a todas horas y no siempre con las manos limpias... Según los expertos puede llegar a tener hasta 30 veces más microorganismos que una tapa de baño limpia. Juguetes de niños y de mascotas, pomos y tiradores de puertas y ventanas, interruptores de luz o accesorios de maquillaje son otros de los utensilios más contaminados de nuestro hogar.