Una nueva investigación publicada en Nature Communications, dirigida por el Earth-Life Science Institute (ELSI), explica las condiciones en que se llegó a producir el fenómeno conocido como desplazamiento polar: el movimiento de un polo en relación con un marco de referencia fijo, en el caso de la Tierra, su eje de rotación.
La Tierra es una bola estratificada, con un núcleo interno de metal sólido, un núcleo externo de metal líquido y un manto sólido y una corteza predominante en la superficie en la que vivimos. Todo esto gira como una peonza, una vez al día. Debido a que el núcleo externo de la Tierra es líquido, el manto y la corteza sólidos pueden deslizarse sobre él.
Para describir este desplazamiento polar, el autor del estudio Joe Kirschvink, del Tokyo Institute of Technology's Principle y donde radica el ELSI, imagima que si se observara la Tierra desde el espacio "el verdadero desplazamiento polar se vería como si la Tierra se inclinara de lado, y lo que en realidad está sucediendo es que toda la capa rocosa del planeta (el manto y la corteza sólidos) gira alrededor del líquido núcleo externo". Aunque los científicos pueden medir el verdadero desplazamiento polar que ocurre hoy en día con mucha precisión gracias a los satélites, los geólogos aún debaten si se han producido grandes rotaciones del manto y la corteza en el pasado de la Tierra.
Joe Kirschvink.
La investigación
Durante las últimas tres décadas, los geofísicos han estado debatiendo sobre si ocurrió una verdadera 'deriva polar' en el Cretácico, hace 84 millones de años. Para intentar resolver este enigma, Kirschvink y Ross Mitchell, del Instituto de Geología y Geofísica de Pekín, idearon un plan. Aprovechando la experiencia de Mitchell como estudiante de geología de los Apeninos italianos, conocía las rocas adecuadas para tomar muestras, las calizas creadas en el Cretácico (hace entre unos 145,5 y 65,5 millones de años). Luego, el equipo internacional de investigadores examinó los datos paleomagnéticos de las muestras.
Kirschvink y sus colegas encontraron, como predijo la hipótesis del verdadero 'desplazamiento polar', que los datos italianos indican una inclinación de unos 12 grados del planeta hace 84 millones de años. El equipo también descubrió que la Tierra parece haberse corregido a sí misma: después de inclinarse de lado, la Tierra invirtió su curso y giró hacia atrás, para una excursión total de casi 25 grados de arco en aproximadamente cinco millones de años. Un largo viaje de ida y vuelta cósmico.