EN pocos días sale a la venta la nueva generación del Rio. Kia aspira a que este modelo compacto reciba de la clientela una acogida semejante a la que los partidarios de los SUV deparan al Sportage. El inminente turismo multiusos crece levemente, gana prestancia y asciende un par de peldaños en la escala de la evolución tecnológica. Esta progresión, que eclipsa a un cee’d a punto de completar ciclo, le permite asomar entre una nutrida y competente concurrencia. El Rio oferta mecánicas diésel de 77 y 90 caballos, así como unidades a gasolina con 84 y 100; propone tres niveles de acabado y una sola carrocería de cinco puertas. Apuntala su candidatura con una tarifa difícil de mejorar -reclama entre 10.909 y 16.209 euros sumando todas las bonificaciones- y con la imbatida garantía de siete años.

Kia ha tocado la fibra sensible del gran público. Así lo confirman las 51.400 unidades que logró colocar el año pasado, 1.023 de ellas en Bizkaia. La cifra, un 4,7% superior a la del ejercicio anterior, permite que la marca de origen surcoreano adelante a alguna de esas firmas europeas de toda la vida. El éxito se fragua sobre la antigua e infalible fórmula de “bueno, bonito y barato”. La receta, que combina calidad estimable, estilo propio y precio honesto, deja su impronta en toda la gama. El último en aplicarla es el Picanto, que seguirá pronto los pasos del Rio.

Este modelo se deja llevar por una corriente de diseño fluida y agradable. La evolución formal de la generación a punto de llegar a los concesionarios quizá abra un cierto debate estético, puesto que hay quien prefiere el más expresivo estilo de la entrega saliente. Aunque nadie va a poner en duda el considerable salto de calidad dado por este automóvil, sí es justo reconocer que la nueva remesa adquiere su plus de empaque sin hacer demasiadas concesiones a la frivolidad.

El Rio -Kia prescinde de la tilde castellana en la grafía internacional- apenas crece, pero se estiliza un poquito. Lo consigue estirando de manera imperceptible manga y eslora (añade medio centímetro de ancho y uno y medio de largo), además de rebajar mínimamente (otros cinco milímetros) la altura del techo. La configuración interior, más que el centímetro extra entre ejes (2,58 m.), depara una espaciosidad algo mayor; esa amplitud mejora también las capacidades del depósito y el maletero, cuyos 325 litros quedan por encima de la media.

El debutante se enfrenta, por tanto, a los modelos populares de cuatro metros, que integran un segmento comercial tan concurrido como disputado. Su objetivo es conquistar el terreno que dominan referentes como Ibiza, Corsa, Polo, Clio y 208. El Rio tiene argumentos para prosperar; también margen para hacerlo. La generación a sustituir vendió en 2016 poco más de diez mil ejemplares, apenas la tercera parte de los matriculados por el SEAT que lidera la categoría.

En la entrega 2017, Kia propone un único formato de cinco accesos para el modelo y lo anima con cuatro motorizaciones. Son dos diésel y otras dos de gasolina, que cubren un arco de potencia de 77 a 100 caballos. Se trata, por tanto, de propulsores de rendimiento medio, concebidos más para garantizar la solvencia que la alegría de movimientos.

Los de gasóleo destacan sobre todo por su frugalidad, ya que acreditan promedios oficiales de gasto de 3,6 y 3,7 litros. Por ese mismo motivo resulta especialmente brillante el registro medio de 4,3 litros homologado por el gasolina más potente. Las emisiones de dióxido de carbono de los cuatro propulsores se mantienen dentro de la horquilla entre 92 y 109 g/km, lo que permite eludir el pago del Impuesto de Matriculación,