Estocolmo - La representante española, Bárbara Reyzábal González-Aller, conocida como Barei, buscará hoy en el Globen de Estocolmo remontar los pronósticos en una final de Eurovisión con favoritismo ruso y ucraniano, y con Australia y Francia como otros posibles candidatos al triunfo.
El funky pegadizo de Say Yay!, la propuesta española, llegó hace una semana situado en torno al décimo puesto en los pronósticos, después de una campaña de promoción más intensa de lo habitual, pero la puesta en escena mostrada en los ensayos ha rebajado el entusiasmo de los eurofans y de los expertos.
Según el portal Oddschecker, que recopila información de una veintena de casas de apuestas, Barei acabaría decimoséptima, un puesto que mejoraría el número 21 logrado el año pasado en Viena por Edurne, pero lejos del décimo lugar, el mejor puesto alcanzado por España (en tres ocasiones) en las dos últimas décadas.
España actuará en decimonovena posición, antes que Letonia y después de Rusia, favorita indiscutible en las apuestas desde hace semanas gracias a los espectaculares efectos visuales que adornan la interpretación del You are the only one, de Sergey Lazarev.
El favoritismo del atlético candidato Lazarev se podría ver amenazado por la animadversión de la comunidad gay -cuyo voto pesa bastante- hacia Rusia, a causa de las leyes que prohíben la propaganda homosexual en ese país, y por la tendencia al alza de otras candidaturas, entre ellas Ucrania.
La tensión entre ambos países a causa del conflicto bélico en Ucrania se ha trasladado en los últimos años al festival y Kiev concursa en Estocolmo con un tema que tiene como trasfondo las deportaciones de los tártaros de Crimea -península ucraniana anexionada por Rusia en 2014- durante el estalinismo (1879-1953) e interpretado por la tártara Jamala.
Además del francés Amir, Rusia y Ucrania tienen un serio rival en la australiana Dami Im, una de las que más impacto ha causado en semifinales, y en menor medida, en otras propuestas bien recibidas como las de Armenia, Malta, Bélgica, Holanda y de Austria, de las pocas que ha roto el predominio del inglés optando por el francés.
A esa línea mayoritaria en los últimos años se ha unido también en esta ocasión España, que por primera vez presenta un tema entero en inglés, una elección que el director de la Real Academia Española, Darío Villanueva, tildó en su momento de “papanatismo”.
Entre las ausencias en la final destaca la de Irlanda, el país que con siete triunfos lidera la clasificación histórica y cuyo intento por recuperar los laureles logrados por última vez hace dos décadas terminó anoche en fracaso.
El recurso a Nicky Byrne, excomponente del popular grupo pop Westlife, no le sirvió para convencer ni al jurado ni a los telespectadores, cuya opinión compone el voto final. La anfitriona Suecia, única representante de los países nórdicos en la final, podría incluso igualar la marca de victorias irlandesas, aunque Frans, su representante, ha ido perdiendo fuelle.
expulsión Peor aún ha sido el caso de Rumanía, el primer país expulsado en la historia de Eurovisión, que ni siquiera pudo viajar a Estocolmo por una deuda impagada a la Unión Europea (UE) de Radiodifusión (UER), organizadora del festival, por la televisión rumana.
La edición número 61 de Eurovisión, la sexta que se celebra en Suecia y la tercera en Estocolmo, ha estrenado varias novedades, como la inclusión en semifinales, aunque sin competir, de los miembros del Big Five (España, Alemania, Reino Unido, Italia y Francia), para tener la misma visibilidad que el resto de países. En Estocolmo se aplicará un nuevo sistema de votación que mantendrá el suspense sobre el ganador, ya que el resultado del televoto no se irá desvelando hasta el final.
La gala tendrá también otros alicientes, como la actuación del cantante estadounidense Justin Timberlake, de 35 años, justo en el año en que la final será retransmitida por primera vez en directo por Estados Unidos, que se une así a China, otro de los países que se ha sumado en los últimos años al fenómeno eurovisivo.
La final también se podrá ver en directo por el canal del festival en el portal de vídeos en internet YouTube, con lo que se superarán probablemente los cerca de 200 millones de audiencia logrados el año pasado en la gala de Viena, en la que venció el sueco Mns Zelmerlöw, con Heroes.