Jaguar invade un territorio desconocido. Irrumpe en el estamento superior del mercado SUV, hasta hace poco coto de caza de las marcas Premium alemanas, con el F-Pace. Este primer modelo de inspiración todoterreno permite a la casa británica sumarse a las firmas, asiáticas y también europeas, que discuten esa hegemonía germana. El candidato del felino hace gala de una figura envidiable -elegante, deportiva y nada recargada-, de una insólita practicidad y de un dinamismo acorde a su genes (ofrece motores de 180 a 380 CV). Jaguar pertrecha con generosidad al F-Pace para hacer justicia a una tarifa que despega desde 45.000 euros.
El principiante es uno de esos automóviles que aparentan una corpulencia superior a la real. Visto de manera aislada, parece un rival creado ex profeso para hacer la competencia al Cayenne y sus homólogos. En realidad, sus dimensiones -alcanza 4,73 metros de largo, 1,94 de ancho, 1,56 de alto y 2,87 entre ejes- se aproximan a las del Porsche Macan y compañía (Audi Q5, MB GLC, Lexus NX, BMW X3 y X4, Infiniti QX50, Volvo XC60, etc.). Su estilizada carrocería, que exhibe muchos de los rasgos que caracterizan a las berlinas y deportivos de su linaje, envuelve un habitáculo esmerado. Lo es tanto por armonía entre dotaciones y puesta en escena como por habitabilidad, ya que acomoda a bordo sin problemas a cuatro o cinco adultos de buen año acompañados de equipaje: su maletero de 650 litros es el más capaz de la categoría. Los planes de la marca no contemplan una variante con siete plazas.
Pese a su silueta, el F-Pace no es exactamente un todoterreno. La elevación del chasis (deja 21 centímetros de altura libre) y la tracción integral lo facultan para rodar a uno y a otro lado del arcén -y a hacerlo deprisa-, pero no a desafiar la ley de la gravedad trepando desniveles pronunciados. El enfoque de Jaguar lo acerca, más bien, a la noción del coche total. El F-Pace conjuga un sugestivo diseño SUV con la hospitalidad y los recursos tecnológicos de una gran berlina; la combinación va perfectamente sazonada con las estimulantes maneras de los deportivos de la firma. Este cóctel atraerá a la misma a un nuevo tipo de clientela.
El matiz temperamental del F-Pace procede de un reparto motriz integrado por cuatro candidatos compartidos con otros hermanos. Lo abre el propulsor diésel de cuatro cilindros multiválvulas y dos litros, que procura 180 caballos. Es una potencia más que suficiente para impulsar con cierta soltura el vehículo, aligerado (pesa 1.665 kg) gracias al aluminio empleado ensu confección: alcanza 209 km/h de punta y progresa hasta 100 km/h en 8,9 segundos. Lo mejor son sus comedidos promedios oficiales de consumo y emisiones: 4,9 litros y 129 g/km. Esta mecánica, la única que puede vincularse a transmisión manual de seis marchas y a propulsión (tracción trasera), abre la tarifa en 45.000 euros.
El repertorio contiene, asimismo, tres V6 3.0: (340 y 380 CV). Dan vida a propuestas del F-Pace mucho más vehementes, en consonancia con el espíritu de Jaguar. Todas ellas se asocian a tracción integral AWD y a caja automática de ocho relaciones, también al alcance del diésel menor. El motor gasóleo de 300 caballos (6,0 litros a los cien) anda más y mejor que éste, pero arranca en 61.600 euros; a igualdad de equipamiento, queda diez mil y pico euros por encima. Los partidarios de sensaciones al volante intensas tienen a su disposición unas efusivas alternativas a gasolina. La de 340 CV necesita 5,8 segundos para alcanzar 100 km/h, reclama al menos 8,9 litros a los cien y expele un mínimo de 209 g/km de dióxido de carbono; la vatriante de 380 CV, que repite emisiones y consumo, tarda 5,5 segundos de 0 a 100.