TIENE Josep Pedrerol como una doble personalidad. Dos vertientes: un gesto serio que lo mismo deja helado al invitado que una risa exagerada con la que rompe las tinieblas que él mismo había creado. Ahora aparece al mediodía y acompañado de Lara Álvarez, que es como una reencarnación de Sara Carbonero o por lo menos las dos se someten al tratamiento blanqueador del mismo dentista. Lara y Josep Pedrerol son tan diferentes que da la impresión de que, un día de estos, alguno de los dos se va a ir a casa sin despedirse. Los han puesto ahí para que los Manolos no triunfen en Cuatro. La tele con estos programas da un paso más hacia el fútbol total. Ayer dos de los, digámoslo así, colaboradores, digamos que discutieron unos diez minutos sobre si era Messi o Ronaldo el mejor del mundo. Toda una revolución periodística esta de La Sexta al mediodía. Y lo peor es que todo este preámbulo futbolístico no es un chiste de El Gran Wyoming. Va en serio y eso si aguanta Pedrerol, que mantiene su programa nocturno Punto Pelota en Intereconomía. Ahí por lo menos el decorado y los habladores manejando los balones que reparten por el plató ya advierten claramente de sus escasas intenciones. Vamos que los enganchados al fútbol acoplemos el ritmo de nuestras escasas neuronas al ritmo del debate futbolístico que no requiere de gran concentración. Lo cierto es que hay algo de cachondeo de Punto pelota que Pedrerol no se puede llevar a Jugones. Algo de cachondeo y de química que no termina de crearse en su nuevo programa por más que Lara acabe bailando reguetón. No sé. Se le nota que su papel no le gusta del todo. Puede ser que su escotazo y los zapatos de aguja como de reina de la noche no le dejen disfrutar. A esas horas como que estamos más acostumbrados a las más puritanas americanas de María Escario y compañía.