BILBAO. El primer Fiesta fue el embajador encargado de presentar Ford ante una clientela que hoy ya ronda la jubilación. El modelo con el que la marca norteamericana echaba raíces en el mercado español no ha dejado de evolucionar en sus treinta y siete años en activo. Todo un abismo generacional separa aquel debutante del producto homónimo que ha salido a la venta a comienzos de año. Bajo un atuendo elegante, con guiños deportivos, la edición contemporánea atesora adelantos técnicos tan notables como los pequeños, austeros y limpios motores gasolina EcoBoost. Además, el nuevo Fiesta, que está disponible por menos de diez mil euros, puede incorporar tecnologías y complementos hasta ahora reservados a modelos de gama y precio superiores.
De estos progresos, tan decisivos como escondidos, disfrutan quienes se decantan por el modelo, ya sea alentados por la reputación del mismo y/o la del constructor, o bien atraídos por la estampa de la generación actual. Ford ha reconsiderado el aspecto de su vedette, convirtiéndola en ejemplo del estilo que asumirán las creaciones futuras. Aunque el coche es estructuralmente idéntico al lanzado en 2008, su envoltorio experimenta una sugestiva metamorfosis, proceso que aporta musculatura y una dosis de distinción. Los dos envases habituales, de tres y de cinco puertas -en otros mercado se vende también un sedán con maletero independiente-, mantienen unas proporciones parecidas.
Lo que cambia sensiblemente son las facciones. Ford adorna el rostro de su abanderado con un maquillaje que recrea el estilo Aston Martin. Adopta una elegante parrilla tipo boca de escualo, refinada por incrustaciones cromadas, instalando bajo ella una toma de aire trapezoidal a juego. El conjunto aparece flanqueado por unos grupos ópticos de rasgos felinos, provistos de iluminación diurna por diodos, que van situados sobre las troneras que alojan los proyectores de largo alcance. El capó exhibe ahora unas discutibles nervaduras longitudinales para sugerir esbeltez.
La renovación alcanza al interior, que no altera demasiado la concepción previa, pero que mejora un poco la sensación de calidad general. La concepción de la cabina es convincente, como los son los más que correctos acabados, que rozan la sofisticación en las definiciones más costosas. El equipamiento, comparable al que brindan los mejores rivales, puede completarse con recursos insólitos en la categoría, más propios de berlinas de clase media-alta que de un utilitario. Entre ellos se cuentan el Active City Stop, sistema de frenado automático que evita colisiones por alcance a poca velocidad, y el SYNC, que gestiona la conectividad de los distintos dispositivos y ofrece un sistema de asistencia que convoca automáticamente a los servicios de emergencia en caso de accidente.
El nuevo Ford Fiesta comienza su andadura planteando cuatro calidades de acabado y media docena de motorizaciones. En ese catálogo participan dos mecánicas gasóleo TDCi, 1.5 de 75 CV y 1.6 de 95, así como unidades de gasolina 1.25 Duratec (60 y 82 CV) y 1.0 EcoBoost. Estas dos motorizaciones tricilíndricas de un litro constituyen la principal innovación del modelo. Aunque la tarifa oficial discurre entre 13.350 y 18.300 euros, las promociones del fabricante y el Plan PIVE permiten estrenar un Fiesta por menos de diez mil euros.