lA semana de colecciones para el invierno próximo vivió el viernes una histórica jornada, dominada por el último desfile de John Galliano para Christian Dior, en ausencia del modisto gibraltareño, que está en un centro de desintoxicación en el desierto de Arizona por sus adicciones, y en ausencia de ese brillo especial que tiene todo desfile Dior.

La gran maison de costura optó por mantener como estaba previsto la presentación de su Prêt-à-Porter otoño-invierno 2011-2012 en el Museo Rodin, pero lo hizo con un discurso previo de su máximo directivo, Sidney Toledano, para aclarar ciertos puntos esenciales. El desfile fue inevitablemente bello y elegante, como todo desfile Dior, y las palabras de Toledano un bálsamo, también para los grandes artesanos de sus equipos y talleres que terminaron sacando adelante esta colección, "resultado de su inmenso trabajo", explicó. No obstante, al evocar los últimos eventos acaecidos y con ellos otros pasados, como la deportación a los campos de concentración nazis de la hermana de Christian Dior, el discurso fue a la vez un jarro de agua fría en un acto de fiesta que estuvo precedido por un ambiente enrarecido.

Tras la media hora de retraso de rigor, el presidente de Dior Couture condenó las palabras "intolerables" de quien fue su director artístico, inculpado por injurias racistas y protagonista de un vídeo que circula por Internet en el que visiblemente ebrio celebra las prácticas nazis de Hitler, a quien dice "adorar". En cuanto al estilo Dior del próximo invierno, será ultrafemenino y de elegancia segura. Pudo constatarse desde el primer modelo: un espectacular conjunto de sombrero y capa larga de cachemir negro sobre chaqueta de cuero marino, jersey burdeos bajo bolero violeta, pantalones de terciopelo hasta las rodillas, como las botas altas, grises, de plataforma y altísimo tacón.

Etéreos vestidos de seda, chaquetones de pieles, pantalones bombachos, botas altas, pero también complicadas sandalias, abundancia de bolsos de todos los tamaños, faldas cortas evasé, vestidos de volantes, y colores invernales, fueron algunas de sus características.

Hubo también transparencias, trajes de coctel y de noche negros, o confeccionados en tonos muy claros, verdes resplandecientes y rosa carne, siempre sobre materias primas de ensueño.

La alegría surgió en el momento llamado a ser el más triste. La ofrecieron los mismos artesanos de la casa, vestidos con sus batas blancas de trabajo, todos juntos, algo menos de medio centenar, cuando salieron al podium saludar a su público. Fue la idea genial que hizo llevadero ese momento en el que Galliano recorría el podium disfrazado a juego con el tema que le había inspirado la colección.