Vitoria. Michael Hirst disfruta cuando escribe sobre Historia. El 7 de diciembre, Canal+ estrenará la tercera temporada de Los Tudor, cuyos derechos en abierto pertenecen a TVE. Es todo un culebrón histórico en el que los chantajes, el amor, el desamor, la ambición y la traición están en lugares privilegiados del guión. La serie ha sido polémica por sus escenas de sexo, algunos dicen que es transgresora y fuerte. Su creador argumenta que el sexo es una constante en la vida de un Enrique VIII poderoso, cruel, pero con un gran atractivo entre las mujeres que le rodean. "Hay que tener en cuenta que tuvo seis mujeres y numerosas amantes. Emanaba un atractivo fuerte para el mundo femenino".

¿Por qué una historia sobre los Tudor?

Cuando hice Elizabeth: La edad de oro, me di cuenta de que, no sólo en Inglaterra, también en el resto de Europa, fue una época fantástica. En Inglaterra se cambia la fe católica por la protestante. Ese tiempo fue un tesoro, hay tantísima información... Una época fantástica para estudiarla y hacer cine y televisión sobre ella.

¿Qué le parece la figura de Enrique VIII?

La pregunta es compleja, Enrique VIII también es un personaje muy complejo. Es un hombre muy interesante.

Interesante, pero al final se convirtió en un monstruo.

Si, es verdad, asesinó a muchísima gente. A 60.000 personas de su propio bando. Hay que tener en cuenta que en el Reino Unido la población era de un millón de personas. Al principio de su reinado, la gente creía y confiaba mucho en él porque creía que iba a ser un rey liberal. Desde el punto de vista de un dramaturgo hay material muy enriquecedor. Me encanta este rey.

En la serie ha puesto un Enrique VIII muy guapo, nada que ver con el rey gordo y pelirrojo de los cuadros.

Sí, Jonathan Rhys Meyers es un actor muy atractivo. Enrique VIII también tuvo dieciocho años y fue un hombre guapo, eso también está registrado. Las mujeres sentían una gran atracción por él y han escrito que cuando era joven tenía un aspecto imponente.

¿No cree que hay muchas escenas de sexo en la serie?

Estamos hablando de un rey que tuvo seis esposas y muchísimas amantes. Sin sexo, la historia no se aproximaría a ninguna realidad. Tiene sexo porque es importante en la vida de los personajes y porque está en la entrañas de esta historia.

Seis esposas. ¿Cuál le parece la más atractiva a usted? Si fuera Enrique VIII, ¿a quién elegiría?

Hay muchos tópicos sobre ellas. Se decía que Catalina de Aragón era muy aburrida, que era muy religiosa. Se ha dicho que Ana Bolena era muy poco popular. Y que Ana de Clèves era muy fea y que olía mal. Ninguno de estos tópicos son de verdad. Catalina de Aragón fue una reina muy buena, una mujer interesante. Ana Bolena era muy inteligente y muy lista, un personaje fantástico. Ana de Clèves olía mal, pero en ese momento todo el mundo olía mal. Me gustan todas, todas eran interesantes.

¿Qué le aporta volver al pasado, trabajar con material histórico?

Para un profesor de Historia, para un académico, eso es muy interesante. Me encanta hacer investigación. Yo no tengo mucho interés en historias contemporáneas. Me siento mucho más cómodo y más interesado en saber qué es lo que ha pasado en otros tiempos.

¿No resulta aburrido alejarse de la realidad?

No me alejo de la realidad, para eso tengo a mis nueve hijos que me la recuerdan constantemente. A los personajes del pasado intento darles vida.

Desde hace unos años se dice repetidamente que el mejor cine se está haciendo en televisión...

En los últimos años las obras dramáticas en televisión son tan buenas o mejores que algunas películas. También creo que los guiones están mejor escritos. Los actores de Hollywood antes no querían trabajar en televisión; ahora sí, hay mayor audiencia y eso les conviene. La calidad dramática de la televisión ha aumentado muchísimo. Cuando yo empecé nadie quería trabajar para la televisión, ahora las cosas han cambiado radicalmente.

Pero usted sí ha querido trabajar para televisión...

Sí, ahora sí. Pero siempre ves el cine como algo grande, luego no lo es tanto. Estoy encantado trabajando en televisión. En televisión te tratan como a Dios. Eso a mí me gusta mucho.

¿Le parece a usted también que el cine de Hollywood se hace para gente joven?

La audiencia de Hollywood es una audiencia muy joven. Una actriz en Hollywood a los treinta años ya está acabada. Eso me resulta muy triste, es desagradable. Por ejemplo, cuando hablamos de Los Tudor estamos hablando de una historia que interesa en Inglaterra, pero también en Europa, Asia… Las historias que merecen la pena traspasan todos los continentes. Son historias inteligentes donde se cuestionan ideas. Eso no ocurre en Hollywood, se está haciendo un cine por idiotas para idiotas. No me gusta.

Dice que a los guionistas se les trata como dioses, pero siempre se habla de falta de ideas.

No creo que haya falta de ideas, tampoco creo que se repitan los argumentos. Las productoras encargan sus series a los buenos guionistas. Es importante que se escriban buenos guiones, que estemos bien tratados. No somos estrellas, pero de nuestro trabajo va a depender mucho el resultado final de una serie.

¿Cuántas licencias se ha permitido en esta obra?

David Starkey, un historiador, siempre me ataca por Los Tudor. Pero hay que tener en cuenta que esto es una obra dramática, no un documental. Cuando haces un guión con material histórico hay que hacer algunas elecciones, hay que elegir porque hay que dar una forma a la obra dramática, pero tampoco invento por inventar. No me tomo grandes libertades. Creo que la serie de Los Tudor está cerca de su realidad histórica, pero la mayoría de las personas no conocen esta realidad.

¿Le aburre más la realidad actual que volver la vista al pasado?

La realidad la estoy viviendo, no tengo que investigar nada. A mí la investigación me apasiona. Hay muchas historias, tantas como historiadores, cada uno cuenta una.

¿Cómo se puede llegar a conclusiones para recrear una historia cuando los historiadores narran versiones diferentes?

Hay que leer a pie de página. Esas anotaciones tan divertidas y tan interesantes... Ahí encuentras referencias y puede surgir una historia, un guión y después una serie o una película.