¿Estamos preparados para las variaciones que afectarán a la movilidad? La reducción de velocidad en las ciudades, la Ley del Clima europea o los esfuerzos por ahorrar en tiempos de crisis son factores que, si se tienen presentes, harán que resulte más fácil el paso hacia la conducción del futuro.

Cambios en los motores

Son tiempos convulsos y lo mejor en estos casos suele ser aceptarlo y adaptarse a lo que nos espera. En el horizonte hay una fecha marcada a fuego que repercute a quienes hacen de la conducción su modo de vida, su herramienta para desarrollar el día a día o su placer.

¿El motivo? La Ley del Clima europea, unida a la del Cambio Climático y Transición energética, aprobada este año en España con el apoyo de todos los partidos, a excepción de la abstención del PP y el voto en contra de VOX. Esta norma busca que para 2030 se reduzcan en un 23 % las emisiones de CO2 con respecto a 1990. Pero son más los objetivos trazados para mitigar los daños al medio ambiente. Estas metas deberán cumplirse a lo largo de la trayectoria 2020-2050 que propone el acuerdo provisional entre Parlamento y Consejo europeos.

¿En qué afecta esta circunstancia al mundo del motor? Entre otras cosas, significa que para 2050 no circularán vehículos con combustión: adiós al diesel y a la gasolina. Diez años antes, para 2040, ya no podrán venderse vehículos que emitan dióxido de carbono (esto incluye los híbridos), y para 2030, la mencionada reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

La industria automovilística trabaja a contrarreloj para adaptarse a las nuevas exigencias, que se suman a otras que hagan la experiencia al volante más confortable y más segura.

Mientras, los conductores han de analizar bien cuáles son sus necesidades con respecto a su vehículo: para qué lo utilizan, cuántos kilómetros hacen al año, cada cuánto lo cambian y cuál es el presupuesto que le destinan, son preguntas que pueden ayudar a decidir su coche ideal, así como el tipo de adquisición. ¿Compra? ¿Renting? Los concesionarios son los mejores aliados en este momento para resolver las dudas de quienes necesitan desplazarse a motor.

Aumentar la seguridad en las ciudades

Ya hemos visto que se han de tener en cuenta diversos factores para adquirir un vehículo, pero también hay ciertas normas que nos obligan a cambiar la forma de conducir.

Las personas que empleaban una conducción eficiente en ciudad, con marchas largas, tendrán que cambiar el chip, es decir, hacerlo con marchas más cortas y pisar más el embrague si no quieren que se les ahogue el coche, sobre todo si es diesel.

¿A qué se debe esto? A la ley que entró en vigor en mayo de este año, que impide sobrepasar los 30 km/hora en los núcleos urbanos. Lejos de ser un capricho, se trata de una medida eficaz para reducir los atropellos mortales en las ciudades. En 2019 murieron en España 509 peatones arrollados por vehículos. Un atropello circulando a 50 kilómetros por hora implica un 90 % de probabilidad de que sea mortal. Si se conduce a 30 kilómetros por hora, el riesgo es de un 10 %.

Aun así, se mantendrán los 50 kilómetros por hora para las vías con dos o más carriles por dirección. En vías que dispongan de una única plataforma de calzada, el límite será de 20 kilómetros por hora.

La concienciación es vital para una convivencia segura en las ciudades, solo es cuestión de tiempo interiorizarlas, como sucedió con la obligatoriedad del uso del cinturón en vías urbanas, algo que hoy resulta evidente y en su día hubo quien se lo tomó como un castigo.

Tener un coche y no arruinarse

Si alguien cuenta con un coche automático, su embrague no sufrirá la reducción de velocidad en las ciudades. Bien, ¿y quien tenga un coche con marchas? Como con todo, dependerá de su bolsillo si desea aprovechar la coyuntura para cambiar el sistema de transmisión del vehículo y, de paso, comprarse un coche eléctrico para adelantarse a la reducción de CO2.

En este sentido, y con el fin de que se cumplan los objetivos de 2050, serán necesarios, tanto incentivos a los ciudadanos como la propia instalación de puntos de recarga, tal y como manifestara en su día Teresa Ribera, vicepresidenta cuarta y ministra de Transición Ecológica.

Aun así, quienes no quieran -o puedan- cambiar ahora su vehículo por uno eléctrico y su objetivo sea, como mucho, mantener el que tienen sin sucumbir a los estragos económicos, pueden recordar ciertos puntos que les serán útiles para aliviar su cuenta corriente. Mantener la presión correcta de los neumáticos evita que una mayor superficie de la rueda sobre el asfalto provoque un aumento del consumo.

Por otro lado, repostar antes de apurar el depósito hará que el combustible dure más tiempo, pues se evapora antes si hay más aire en su interior. Lo mismo sucede si dejamos el coche al sol, ya que el calor acelera la evaporación. Y hablando de temperaturas, en lugar de poner la calefacción según nos subimos al coche en invierno, es mejor sacrificarse un poco y esperar a que se caliente el motor para no realizar un gasto en vano.

Por último, tener las revisiones al día evitan sustos inesperados, tanto de accidentes como de facturas. Si a esto añadimos la molestia de comparar seguros, seremos capaces de ahorrarnos unos cuantos euros. Analizar antes de realizar gastos será la mejor práctica para optimizar nuestro presupuesto, incluyendo ayudas, promociones y planes de financiación.