Es un actor que no tiene pelos en la lengua para decir lo que piensa en cada momento. Con seis años quiso ser como Tyrone Power y se convirtió en actor. El cine fue el medio que le sedujo primero, y también el que le llevó al teatro y a la televisión. Lleva más de 60 años en la profesión, se siente un privilegiado y no renuncia a ninguna de las películas de las denominadas españoladas que ha protagonizado. De hecho, se ríe cuando se le comenta que algunos títulos de esa época podrían ser considerados hoy machistas, obscenos y políticamente incorrectos. Tiene una carrera sólida y al parecer inagotable, y el jueves se convertirá en alter ego de Miguel Delibes a través del pintor Nicolás, el personaje al que dará vida en el Teatro Arriaga de Bilbao.

Señora de rojo sobre fondo gris. Una obra muy intensa y en la que tiene que afrontar todo el texto en solitario.Señora de rojo sobre fondo gris

Nunca estás solo en el escenario, porque tienes tu historia que contar. En este caso tengo la suerte de haber conocido a Miguel Delibes, e incluso presumo de haber sido amigo suyo. Tengo la impresión de que él me acompaña en esta representación.

¿Es un monólogo convencional?

La diferencia entre un monólogo y una obra convencional con más personajes es puramente mecánica. Lo importante es tener un personaje y algo que contar.

Delibes narró episodios de su vida en sus textos, y este parece uno de los más personales.

El más personal. Aunque él se protegió con un personaje de ficción, un pintor que al que llamó Nicolás, todos sabemos que es él. Es un homenaje al amor de su vida, a su mujer. Así lo siento y así lo represento. Hacer este personaje compensa con mucho la posible dificultad, si es que la hubiera, que no la hay, de estar solo en el escenario, porque estoy en compañía de mi amigo Miguel.

Una obra que ha tenido un baile de fechas impuesto por la pandemia.

Sí, como otras muchas. Se han ido aplazando representaciones y luego las hemos ido recuperando en fechas posteriores. Desde hace un año nos hemos ido acostumbrando a convivir con esta dichosa crisis del virus e ir haciendo la obra en función de las posibilidades que tengamos en cada momento.

¿Resulta difícil ser actor en época de pandemia?

No particularmente. La capacidad no depende de ninguna pandemia, sea del tipo que sea; la dificultad la pones tú para ser o no ser actor. No vayamos a ponernos los actores la medalla de la dificultad. En época de pandemia es difícil ser actor, bombero, maestro, cajeras y cajeros de supermercado, ingeniero o periodista. En esta época todo es peor, seas lo que seas.

Nunca ha abandonado el teatro, por muy bien que le fuera en otros medios.

Tampoco he abandonado el cine ni la televisión por muy bien que me fuera en el teatro. Yo no abandono nada, en todo caso me abandonan a mí. Nunca renuncio a nada.

Más de 60 años trabajando ya...

Un privilegio, y además es que he trabajado muchísimo. No puedo quejarme, siempre he tenido algo entre manos en un mundo laboral complicado.

Es uno de esos actores a los que les ponemos una etiqueta: De toda la vida

Es curioso, eso decía yo de otros antes, y ahora lo dicen de mí. El tiempo pasa y nos pilla a todos. Es un lujo llevar 60 años o más encima de un escenario o ante las cámaras. Echas la vista atrás y ves una vida muy completa, muy llena.

¿Por qué se hizo actor?

Una pregunta interesante que me la he hecho yo mismo muchas veces. Es la necesidad de no perder de vista y no descuidar al crío que uno fue en un momento dado. Como sabes mi edad seguro que piensas que ese niño está muy lejos. Creo que soy actor porque quería seguir jugando a ser el pirata, el gánster, el mosquetero€ Intentar que la gente se lo crea y que sienta algo en su interior cuando te vea en un escenario, en un cine o en la televisión. La razón fundamental por lo que me dedico a esto es por lo que tiene de juego.

Creía que lo de seguir jugando siendo adultos era cosa de los futbolistas.

Ja, ja, ja€ Es otro juego diferente. Este es uno en el que hay que trabajar mucho, investigar y sudar la camiseta. Para mí, igual que para el resto de actrices y actores, supone un esfuerzo, pero en el fondo es la recuperación del crío que juega a ser otro y que procura que los demás se lo crean.

¿Le atrajo el teatro más que otros medios?

Yo quería ser Tyrone Power. Quería ser artista de cine, quería salir en los cromos que compraba de niño. Esto me pasaba de crío, cuando vi la primera película en el cine de mi pueblo, y entonces debía tener seis o siete años. Desde entonces he estado enganchado a este mundo, primero soñando y después trabajando.

¿Nunca le ha decepcionado el oficio de actor?

No, nunca. Desde las primeras de cambio, supe que el camino era difícil, dificilísimo. Las dificultades fueron apareciendo y lo siguen haciendo, pero no han sido una decepción porque yo no soñaba con un camino de rosas. Aún con esas dificultades, el mayor de los privilegios es ganarme la vida con algo que amo profundamente como es la interpretación.

¿Qué otra profesión hubiera elegido José Sacristán?

Director de orquesta, esa es mi vocación frustrada. Músico no, no he querido nunca ejecutar un instrumento, solo dirigir una orquesta. Me fascinan los directores. Muchas veces veo un concierto y no solo por escuchar la música, también por ver cómo ellos, los directores, mueven los hilos de toda una orquesta. Hay unos cuantos que me parecen como dioses. Hacen un solo movimiento y surgen esos sonidos. Me parece la hostia.

¿Tiene a la vista algo más que la función de Miguel Delibes?

Estamos con el centenario del nacimiento de Fernando Fernán Gómez. He escrito un texto sobre el primer volumen de sus memorias, haciendo una dramatización de él para la celebración de sus cien años. Y acabo de hacer para Radio Nacional Los santos inocentes. Siempre hay alguna chapucilla que hacer...

Lo de jubilarse no lo ve claro, ¿no?

Sé que tengo una edad, pero no, jubilarme no. Mientras la madre naturaleza siga siendo lo suficientemente generosa con uno, aquí seguiremos.

Vivimos malos tiempos, o tiempos raros.

Vivimos malos tiempos y tiempos raros a la vez, pero se han vivido peores. Esta pandemia nos ha descolocado, pero la lástima es que este descoloque no va a suponer un nuevo ajuste, una nueva colocación. Como todas las crisis, ha puesto en evidencia lo más generoso que tenemos como seres humanos y también lo más miserable.

¿Nos ha retratado?

Ha sacado las mil caras que podemos mostrar. Hay comportamientos maravillosos, pero también hay muchas necedades y hay hijos de la gran puta que se aprovechan de las circunstancias. Este tipo de situaciones nos pone en evidencia.

¿Nos colocará en nuestro sitio?

No lo creo. Ese sitio es el de cada uno. A lo mejor el sitio tuyo no es el mío o el de otra persona. Intento seguir construyendo mi sitio, pero no quiero estar en el de unos cuantos, de ninguna de las maneras.

Con la crisis también hemos asistido a los espectáculos que puede brindar la clase política.

Los hay peores y los ha habido peores. He vivido durante cuarenta años un espectáculo peor que este, la dictadura de Franco, pero es cierto que hemos visto cómo han actuado los políticos en estos momentos, unos peor que otros.

40 años después del 23-F seguimos sabiendo muy poco de lo que ocurrió realmente.

Debajo de esa alfombra hay cosas jodidas. Que se desclasificara todo sería de lo más oxigenante y de lo más conveniente.

¿Caiga quien caiga?

Por supuesto. Es hora de que nos enteremos por qué ocurrió y quién estuvo realmente detrás, pero a día de hoy, 40 años después, sabemos muy poco.

¿Se pasan pocas facturas al pasado?

Hay algunas que sí se han pasado, pero no todas. Desgraciadamente, sigue habiendo centenares de muertos en la cunetas.

Volvamos al cine y al teatro.

Eso es lo que tenemos que hacer, volver a ver cine y asistir a funciones de teatro. Pero esa frase iba por otros caminos, ¿no?

Sí. ¿Sería mucho pedir que eligiera dos obras de teatro, dos películas y dos series?

Si lo hiciera habría agravios comparativos. Dos son muy pocos títulos.

¿Cuál ha sido el trabajo de su vida?

Sigues intentando que elija. El mejor siempre es el último. Amo mucho mi trabajo y amo todo lo que pongo delante de una cámara o cuando salgo al escenario. Espero continuar así, que no decaiga, y si decae, me retiro.

Su currículo es enorme. ¿Ha dicho que no muchas veces a un proyecto?

De un tiempo a esta parte puedo permitirme el lujo de elegir. Hace mucho ya que hago lo que me gusta, y si no me gusta, me quedo en mi casa. Lógicamente, esto no ocurría al principio.

Una parte del cine que se hizo en los 60 y 70 ha sido muy denostado. Usted tiene un buen número de títulos en ese capítulo del cine español. ¿Se ven ahora con nostalgia?

Ja, ja, ja€ Algunas se ven incluso con dignidad. Algunas no son tan malas como mucha gente ha señalado. De todas formas, rescato de aquel tiempo el agradecimiento hacia las personas que confiaron en mí y me ofrecieron aquellos trabajos. Ese agradecimiento está por encima del agradecimiento de la película. Que nadie les toque un pelo de la ropa a aquellas personas que me llamaron para trabajar en aquellas películas, por malas que fueran.

Algunos títulos en los que ha participado serían calificados de obscenos en estos momentos.

Ja, ja, ja€ Alguno sí, estoy seguro. Mi amiga Charo López y yo jugamos un día a ver quién de los dos había hecho más títulos obscenos, como tú les llamas.

¿Y?

Pues me ganó ella. El que más y el que menos hemos hecho algo obsceno. Bienvenida sea la obscenidad.

Ahora con lo políticamente correcto...

Hay un punto de cogérsela con papel de fumar que no me gusta nada. En lo de lo políticamente correcto hay un punto que me parece absolutamente ridículo.

PERSONAL

Edad: 83 años (27 de septiembre de 1937).

Lugar de nacimiento: Chinchón (Madrid).

Inicios: Comenzó a trabajar como mecánico tornero, un oficio que no le llenaba. Haciendo la mili en Melilla decidió que lo suyo era la interpretación, algo en lo que ya pensaba de niño, y cambió radicalmente de vida.

Trayectoria: Se subió a un escenario por primera vez en 1960 con la obra Los ojos que vieron la muerte. En el cine estuvo dentro del grupo de actores más taquilleros de los 60 y los 70. Debutó con la película La familia y uno más en 1965. Después de un número de títulos muy conocidos en esas dos décadas, se reveló como uno de los actores dramáticos más reconocidos con Un hombre llamado Flor de Otoño, La colmena o El pájaro de la felicidad. En televisión ha estado en distintas producciones: ¿Quién da la vez?, Este es mi barrio, Velvet, Tiempos de guerra, Velvet colección y Alta mar, entre otros. En estos momentos está de gira con la obra teatral Señora de rojo sobre fondo gris.