Este viaje empieza a miles de kilómetros. Concretamente a más de 9.000 que son los que separan Álava de Paraguay, el país donde nació nuestra protagonista Laura Garay Cristaldo. Sin embargo, en este viaje no nos detendremos demasiado tiempo aquí ya que de la mano de Laura pasaremos por Brasil (donde fue tras ganar una beca y donde estuvo 4 años estudiando la carrera de Artes Visuales con especialidad en cerámica y dos más de Pedagogía para la enseñanza de estas disciplinas), Portugal (donde cursó la especialidad de escultura en Bellas Artes), Suecia y Alemania antes de dejar por fin las maletas para instalarse en Vitoria y enseñar todo lo que sabe hacer con sus manos… y con el barro.
Era el momento de buscar un nuevo hogar
El recorrido por todos estos países en los que Laura ha vivido ha tenido una intención personal (con su primer marido en un primer momento y con su actual pareja, un ingeniero portugués al que conoció en Brasil tras divorciarse), además de un impulso vital por desarrollar su faceta artística y cumplir su sueño en este sentido. Y este no era otro que dedicarse a cultivar una disciplina artística donde lo tridimensional ocupara todo el espacio; lo de pintar se lo deja a otros profesionales, como los que colaboran con ella en Garay Espazioa: Ángel María Remírez de Ganuza, artista, ilustrador y excelente acuarelista que lleva la parte de dibujo y pintura, y Patricia Nagashiro, ilustradora científica.
Todos ellos forman parte de esta academia de pintura, dibujo, acuarela y cerámica (con monográficos también los sábados) que desde el pasado mes de septiembre Laura abrió en el centro de Agurain y que ella misma compagina con su trabajo diario como profesora de cerámica en Vitoria-Gasteiz en MÁSBARRO.
Una disciplina terapéutica y no solo artística
Un proyecto de emprendimiento que no le es ajeno a Laura ya que en Portugal tenía un pequeño taller donde enseñaba como profesora. Sin embargo, tras tantos años con la maleta a cuestas y hablando un idioma que no era el suyo, Laura y su marido encontraron en Vitoria (donde ya tenían familiares viviendo) el lugar perfecto para trabajar, para vivir y para, en el caso de Laura, enseñar a todo aquel que quisiera qué es para ella la cerámica y el arte.
El lugar y el momento perfecto. Y es que a nadie le resulta ya una sorpresa el boom que ha experimentado la cerámica y cómo se ha puesto de moda. Laura tiene clara la explicación ante esto. “Para mí, para mis alumnos y para toda aquella persona que prueba con el barro y la cerámica este es un momento de calma, de paz mental, de concentrarse en algo y de olvidar por unas horas las prisas del día a día, nuestros problemas o preocupaciones”, nos cuenta Laura que se muestra de lo más agradecida por cómo se está portando con ella y con su proyecto el pueblo de Agurain… así como las localidades de alrededor de donde son algunos de sus alumnos y alumnas que no han dudado en seguir a Laura hasta su espacio en la misma Calle Mayor de este municipio alavés.
Por su parte, ella les corresponde mostrándose orgullosa al ver cómo sacan su lado más creativo para disfrutar juntos de la cerámica en un espacio que, como dice Laura, no podría haber sido posible sin el hombro amigo de la Fundación Gaztenpresa de LABORAL KUTXA.
La ecuación no ha podido salir mejor: de un lado, la pasión por el arte y por enseñar que demuestra Laura cada día y, por otro lado, la fuerza y el apoyo de una entidad que ayuda a hacer realidad los sueños como los de esta mujer que salió hace más de una década de su país para poder vivir de su arte.
Un sueño, un viaje y un camino que empezaron justo antes de salir de Paraguay cuando hizo su primera pieza en barro a petición de su hermano mellizo: el símbolo del rinoceronte, el símbolo que en su país reconoce la labor de los bomberos (profesión que desempeña su hermano) y que ella misma luce con orgullo en su delantal de trabajo.