La macrofiesta ilegal en los dominios de la antigua base aérea de Brustem (este de Bélgica) en la que unas 10.000 personas participaron el pasado fin de semana concluyó finalmente este lunes, cuando abandonaron el lugar los últimos asistentes que quedaban.

"A diferencia de un festival local donde los organizadores limpian todo después, el ejército tendrá que invertir mucho aquí para que el sitio vuelva a estar limpio y seguro", dijo el responsable municipal, Michel Carlier, informó la agencia Belga.

Explicó que se ha planeado la idea de realizar patrullas continuas en el lugar hasta que el acceso al sitio esté nuevamente asegurado.

Los agentes encargados de la limpieza comenzaron este lunes a limpiar los alrededores del recinto.

Se ha invitado a los residentes que hayan sufrido daños a informar de ello y la policía y el ejército están revisando toda la finca para detectar posibles elementos abandonados y daños y ahuyentar a asistentes a la fiesta que puedan permanecer en los bosques de la zona.

El evento organizado puso en jaque a las fuerzas de seguridad del país.

El gobernador de la provincia de Limburgo, Jos Lantmeeters, confirmó que durante el fin de semana llegó a haber unas 15.000 personas, según recoge la agencia Belga.

"Tenemos guiones para todo tipo de catástrofes. Pero no para fiestas extrañas y sin previo aviso como ésta. La gente sobre el terreno me dice que es un gran caos", comentó

La "rave" comenzó el viernes por la noche sobre las 23.00 horas para disgusto de los vecinos de la zona, molestos con el ruido y el tráfico generados por los participantes de la fiesta, llegados a veces desde muy lejos.

Según el diario "Le Soir", se instalaron podios en los once hangares del recinto y la policía local necesitó refuerzos de la policía federal y de Defensa, aunque la fiesta clandestina no fue detenida porque la prioridad era "vigilar, asegurar los alrededores y ayudar a los vecinos".