Mohamed Abrini, uno de los acusados de haber preparado los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París y Saint Denis, confesó este martes durante el juicio por ese drama que él debía participar en uno de los comandos y hacerse volar con un cinturón de explosivos, pero que se arrepintió dos días antes.
Durante su interrogatorio, aseguró que el cerebro de los atentados, Abdelhamid Abaaoud, le había incluido en el plan para cometer una masacre, pero que ante su negativa a hacerlo eligió a Salah Adbeslam, el único superviviente de aquellos comandos.
A la espera de que este último sea interrogado este miércoles por los motivos que le llevaron a no activar su cinturón de explosivos, el interrogatorio de Abrini arrojó algunos datos, aunque también dejó planear zonas de sombra.
Abrini, que también participó en los atentados de Bruselas de marzo de 2016, aseguró que Abaaoud le dijo que formaría parte de una gran acción, pero no le explicó detalles.
Hasta el último momento estuvo incluido en los preparativos de la masacre en una casa alquilada en Bobigny, a las afueras de París, pero dos días antes advirtió a Brahim Abdeslam, hermano mayor de Salah, que no mataría a inocentes.
"No puedo ir a disparar contra gente en la calle. No puedo atacar a gente desarmada", aseguró en el banquillo de los acusados.
Abrini agregó que uno de los fusiles kalashnikov y uno de los cinturones de explosivos estaban destinados a él y se mostró convencido de que iba a formar parte del comando que ametralló a varias personas en terrazas de la capital antes de acudir al Bataclan para culminar un drama que costó 130 vidas.
Como ese armamento quedaba libre, dijo Abrini, Salah Abdeslam fue encargado de ocupar su puesto.
Abrini disculpó a Abdeslam, del que dijo que estaba seguro de que tampoco se haría saltar por los aires.
No acudió a la policía a denunciar los ataques
Sus respuestas fueron menos explícitas cuando le preguntaron por qué se mantuvo en los comandos hasta el último día, pese a que había dicho que no quería matar a nadie. O por qué no acudió a la policía para denunciarlo si estaba convencido de que iban a asesinar a inocentes.
El acusado aseguró que tenía miedo de Abaaoud, a quien no se atrevió a decir que no participaría en la masacre, por lo que solo se lo dijo a su lugarteniente, Brahim Abdeslam.
El cerebro de los atentados le amenazó, le dijo que la policía iría a por él y, por eso, mantuvo su participación en los preparativos.
Abrini, que comenzó diciendo que se quitaría la careta aunque eso fuera doloroso, por respeto a los familiares de las víctimas, acabó atrincherado por las preguntas de la acusación y de los abogados de aquellas.
Aseguró que su renuncia a participar pudo salvar algunas vidas y señaló que "los primeros responsables" de las muertes "son los políticos y los servicios de inteligencia".
"Me hubiera gustado que el 13 de noviembre no hubiera sucedido, (...) que el conflicto de Siria no hubiera sucedido. Pero hay que atacar el mal de raíz, todo procede de ahí", señaló.