- Marine Le Pen y Éric Zemmour comparten, a su pesar, el apellido de ultraderechistas, pero tras el mismo se esconden profundas divisiones ideológicas y de planteamiento que están provocando una fractura en la extrema derecha francesa en vísperas de las presidenciales de abril.
Hasta ahora indiscutible líder de ese espectro ideológico, Le Pen ve cómo la irrupción del polemista ha puesto en jaque la estrategia con la que aspiraba a convencer a un mayor número de franceses y romper el techo que le priva de más cuotas de poder en un sistema electoral a doble vuelta.
Una táctica que, como asegura a el profesor Jean-Yves Camus, uno de los más reputados especialistas en la extrema derecha francesa, deja abiertos espacios ideológicos por los que se ha colado Zemmour.
“Le Pen lleva años centrando su programa y eso ha decepcionado a muchos”, asegura el politólogo, que estima, además, que muchos la consideran “una perdedora”, en su tercer intento de alcanzar el Elíseo.
Ante ello, Zemmour aparece como un candidato nuevo, sin pasado político, con un discurso más radical, pero también más ambicioso, porque aspira a “unir todas las derechas”.
Hasta ahora, Le Pen seguía en cabeza, con un 17% de las intenciones de voto, por detrás del gran favorito, el actual presidente, Emmanuel Macron, que tiene el 25%. Zemmour había convencido a más de un 14% impulsado por adhesiones del campo de Le Pen y de la derecha tradicional.
Pero el último sondeo invierte esa tendencia y da al polemista porcentajes inéditos que lo colocan en segundo lugar (16,5%), medio punto por encima de Le Pen.
Como observa Camus, el discurso del experiodista va calando más y “su intención no es tanto ganar en 2022 como que sus ideas impregnen a la sociedad para el futuro”.
Zemmour representa “a todo un electorado que ha encontrado en la lucha contra la inmigración una seña de identidad, igual que en España sucedió con Vox y el independentismo catalán”, sostiene.
En ese aspecto, mientras Le Pen ha ido reduciendo sus ataques al islam, que considera compatible con las leyes de la república, Zemmour se muestra intransigente, con su teoría de “el gran remplazo”, que sostiene que en pocos años la población de origen cristiano europeo será sustituida por otra musulmana.
“Le Pen se conforma con acabar con los flujos migratorios. Zemmour va más lejos, asegura que no basta con cerrar el grifo, que hay que actuar también con quieres están ya dentro. Cree que el islam quiere imponer en Francia sus leyes”, dice el experto.
No en vano, ha bautizado a su movimiento político como “Reconquista”, en una clara alusión a la lucha contra el invasor árabe.
Las diferencias entre ambos candidatos de la ultraderecha son más evidentes en el terreno económico.
La candidata apuesta por avanzar dos años la edad mínima de jubilación, hasta los 60, y multiplicar las ayudas sociales, además de nacionalizar las autopistas, lo que le ha valido el apelativo de “izquierdista” de su rival.
Zemmour, por contra, habla de retrasar dos años la edad de jubilación y su programa fiscal es un enorme recorte de impuestos que pretende financiar retirando ayudas sociales a los extranjeros.
Le Pen aboga por un intervencionismo económico de reminiscencias gaullistas y es partidaria de la planificación estatal que impulse las grandes líneas productivas del país, mientras Zemmour preconiza un liberalismo más amplio, con el único límite de proteger el tejido nacional de la “competencia desleal” de países como China, al estilo Trump.
Vuelco. El polemista ha arrancado votos en clases medias altas, con un nivel de formación más elevado, pero su incursión entre las clases obreras, de menor instrucción y salario, es muy inferior.
“El discurso contra la inmigración como única carta de presentación no vale en ese espectro”, asegura Camus. Si Zemmour hace fracasar de nuevo a Le Pen y si la candidata conservadora Valérie Pécresse no derrota a Macron, la derecha francesa sufrirá turbulencias importantes en las que sus postulados podrían salir reforzados.