- El 2021 ha sido un año marcado en la Unión Europea (UE) por la pandemia, la crisis económica y sus derivadas energéticas, los fondos de recuperación, las tensiones geopolíticas, el Estado de derecho y los cambios de caras y cargos.
Tras 16 años al frente de la primera potencia económica y demográfica de la UE, la conservadora Angela Merkel entregó el testigo de la cancillería de Alemania al socialdemócrata Olaf Scholz.
El nuevo líder de Alemania, que había ejercido de vicecanciller y ministro de Finanzas del Gobierno de Merkel, hereda una Unión Europea económicamente estable pero con la pandemia aún descontrolada, una exigente agenda climática por delante, problemas con Rusia y complicaciones en el este, además de un pacto migratorio sin cerrar y una relación con China por definir.
La presidenta de la Comisión Europea empezó el año tropezando con una penuria inicial de vacunas, pero la UE cierra el año con excedente dosis y un certificado covid común comunitario. Su Ejecutivo ha presentado también un ambicioso plan climático para 2030 y ha empezado a implementar el esquema de fondos de recuperación. Von der Leyen protagonizó un incidente conocido como el sofagate cuando en una reunión en Ankara con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, que ocuparon las sillas preferenciales y relegaron a la presidenta de la CE a un sofá anexo.
El hombre que hace una década y siendo presidente del Banco Central Europeo salvó el euro en la crisis financiera, gestión que quedó glosada en la célebre frase “haremos todo lo que sea necesario y, créanme, será suficiente”, Mario Draghi, se puso al frente de un gobierno de coalición en Italia en febrero.
El prestigioso banquero de 74 años, al que los rumores sitúan desde en la jefatura del Estado en su país hasta en algún puesto de relevancia en Bruselas, se muestra sin embargo críptico sobre su futuro.
Menos prometedor es el futuro de Sebastian Kurz. El que fuera el “niño prodigio” del centro derecha europeo al llegar a canciller de Austria con sólo 31 años ha tenido que dimitir con 35 acorralado por la corrupción. Le sucedió en el puesto el también democristiano Alexander Schallenberg entre octubre y noviembre y después tomó el relevo el entonces ministro de Interior, Karl Nehammer, convirtiéndose en el tercer jefe de Gobierno en tres meses de Austria.
Hungría y Polonia, ambos con gobiernos de derecha nacionalista dirigidos respectivamente por Viktor Orbán y Mateusz Morawiecki, llevan años instalados en la discordia con Bruselas, sea en asuntos relativos a la independencia judicial, la política climática o los derechos LGTBI. Ambos países tienen los fondos de recuperación bloqueados, a expensas de que rectifiquen decisiones que contradicen los valores europeos en materia de Estado de derecho y no discriminación, en el que supone uno de los enfrentamientos internos más duros del año en el seno de la Unión Europea.
El vicepresidente de la Comisión europea Margaritis Schinas, además de lidiar con la cuestión de la inmigración, se ha convertido en la voz de Bruselas en el deporte. El griego se enfrentó a la Superliga y pidió que Eslovenia desfilase en la de apertura de los Juegos de Tokio con la bandera de la UE.