- Londres y Bruselas encaran esta próxima semana la última ronda de negociaciones programada para evitar un brexit sin acuerdo, que amenaza con obstruir las aduanas, provocar escasez de productos en el Reino Unido y, en el peor escenario, abrir una guerra comercial entre ambos lados del canal de la Mancha.
Las posturas se mantienen aparentemente irreconciliables, aunque las dos partes insisten en que aún confían en sellar un pacto a tiempo y los expertos ven un estrecho margen para encontrar terreno común. La vista está puesta en el Consejo Europeo del 15 de octubre, el momento fijado como punto de inflexión para que haya avances significativos, o bien para acelerar los preparativos de una ruptura abrupta que se ejecutaría el 31 de diciembre.
Si al terminar el año no se ha ratificado un marco de relación bilateral, automáticamente se impondrán "aranceles, controles aduaneros, barreras regulatorias y requisitos adicionales sobre salud y seguridad", lo que frenará de golpe los flujos comerciales, explicó Jonathan Portes, economista de la Universidad pública King's College London.
Portes advirtió de que "los riesgos van mucho más allá" porque existe la posibilidad de que se desate una crisis política con consecuencias aún más profundas si las negociaciones se cierran con acritud entre las partes.
Si no hay acuerdo, el primer ministro británico, Boris Johnson, asegura que ignorará los mecanismos ya pactados para evitar una frontera entre las dos Irlandas, una de las condiciones que exigen los tratados que mantienen la paz en la región.
Esos planes han indignado a Bruselas y sobrevuelan la mesa de negociaciones. "Si el Reino Unido deja de cumplir el protocolo para Irlanda del Norte, potencialmente podríamos entrar en una guerra comercial total entre el Reino Unido y la Unión Europea. Eso, obviamente, tendría consecuencias mucho más serias y podría llevar a interrupciones en el tráfico aéreo, en el de carretera, y otras que aún no podemos prever", consideró Portes.
"Hay una enorme diferencia entre no alcanzar un acuerdo comercial porque ambas partes no se ponen de acuerdo sobre qué aranceles deben aplicarse, por ejemplo, al queso, o bien porque una parte, o ambas, piensan que la otra ha actuado de mala fe y probablemente violando el derecho internacional", agregó el economista.
Los expertos advierten de que la crisis del coronavirus ha desviado atención y recursos en los últimos meses, y ha entorpecido la preparación de medidas para paliar los efectos más inmediatos de una eventual ruptura sin acuerdo.
"Las infraestructuras aduaneras necesarias para que el tráfico sea fluido simplemente no existen todavía, ni hay suficientes trabajadores aduaneros", indicó Thomas Sampson, experto en comercio internacional de la facultad London School of Economics. "Si se producen esas interrupciones, algunos alimentos y ciertos suministros médicos pueden sufrir retrasos", detalló Sampson, que asegura al mismo tiempo que el Gobierno británico encontraría soluciones para sortear los problemas más graves.
El propio Gobierno británico trabaja con el escenario de que se produzcan colas de hasta 7.000 camiones y retrasos de dos días en el puerto de Dover, y advierte de que incluso con una salida acordada se pueden producir fricciones. Las obstrucciones en la frontera afectarían especialmente a las industrias que dependen de ajustadas cadenas de suministro, como el sector de la automoción y el químico.
Asociación del Transporte Internacional por Carretera. La Astic, garante del tránsito libre de vehículos españoles de mercancías en el extranjero, ha reclamado a los negociadores de la UE y de Reino Unido un acuerdo sobre el brexit que permita la circulación de vehículos pesados de transporte de mercancías entre ambos bloques a partir de 2021. El sector aboga por un acuerdo de libre comercio que no introduzca permisos de transporte y sistemas de cuotas para proteger así la cadena de suministro y respaldar las economías de toda la UE, ya que cada año, más de 2,3 millones de camiones viajan hacia y desde el Reino Unido y la UE, un 10% en España.