El nivel de cumplimiento de los requerimientos formulados por el Gobierno Vasco en la última inspección de la Autorización Ambiental Integrada del vertedero de Gardelegi ha centrado parte de la Comisión de Limpieza y Medio Ambiente celebrada este martes. El año pasado se llevó a cabo una inspección en la que se detectaron 23 requerimientos pendientes de resolver. Posteriormente, el 11 de abril, se realizó una inspección no programada para comprobar la evolución de los trabajos, cuyo expediente ha sido ahora analizado. Según los datos disponibles, al menos 8 de los 23 requerimientos han sido resueltos, mientras que otros, como las medidas de protección del paisaje, continúan pendientes.
Pascual Borja, concejal del Servicio de Gestión Ambiental, recordó que “se trabaja en la antorcha para que llegue a la temperatura necesaria” y adelantó que el gobierno municipal “va a impulsar una gestión optimizada de vertederos para transformar los residuos en materias primas”.
Reintroducción en el ciclo productivo
Ese nuevo plan se basa en los principios de la economía circular y persigue reducir la generación de residuos y fomentar su reutilización mediante su reintroducción en el ciclo productivo. Este enfoque, conocido como Enhanced Landfill Management (ELM), consiste en posibilitar la transformación de los residuos en materias primas secundarias.
En este marco, el plan introduce un cambio sustancial respecto al funcionamiento actual del vertedero. Se trata de la aplicación de una gestión avanzada, que permitirá identificar y clasificar los residuos para realizar un vertido diferenciado. Con ello se busca posibilitar, cuando el contexto tecnológico y económico lo permita, la reutilización y valorización de aquellos materiales con potencial para ello.
Cinco celdas individualizadas
El futuro vertedero integrará cinco nuevas celdas individualizadas, especializadas e hidráulicamente independientes, destinadas a residuos con características o potencial de valorización similares. Estas celdas, que se construirán sobre zonas actualmente selladas de forma temporal, se organizarán en función del tipo de material: una celda para residuos no clasificables que no pueden alojarse en las demás; otra para materiales potencialmente valorizables energéticamente, como plásticos domésticos e industriales; una tercera para residuos emisores de gases de efecto invernadero, como maderas y textiles; una cuarta para materiales geotécnicamente competentes de origen natural, como suelos contaminados; y una quinta para materiales geotécnicamente competentes de origen industrial, principalmente arenas y áridos.
Con este sistema, cuando resulte viable, los residuos podrán extraerse y reintroducirse en la economía, lo que permitirá minimizar las emisiones, reducir el pasivo depositado en el vertedero y prolongar su vida útil. El modelo ELM favorece la transición hacia una economía más circular y genera beneficios ambientales al mantener los recursos en uso durante más tiempo, reduciendo al mínimo los materiales cuyo destino final continúa siendo el vertedero.