Capítulo uno
Pamela Montclair, Nueva Jersey
Día 15.825
«Puede que tú no me recuerdes, pero yo nunca te he olvidado», empieza la carta escrita con esa cursiva que ya no enseñan en los colegios. Leo la frase dos veces con una sensación punzante de asombro. Han transcurrido cuarenta y tres años desde lo que me pasó con el tipo al que hasta los periódicos más respetados denominaron «asesino sexual estadounidense típico» y mi nombre hace tiempo que no es sino una nota a pie de página en esa historia.
Había mirado por encima el remitente antes de meter una uña por debajo de la solapa engomada del sobre, pero ahora lo sujeto como a un brazo de distancia y pronuncio en alto el nombre que aparece en él, enfáticamente, como si alguien que me hubiera escuchado perfectamente la primera vez me hubiera pedido que respondiera una segunda vez a la misma pregunta. La escritora de la carta se equivoca. Yo tampoco la he olvidado, por mucho que esté soldada a un recuerdo que preferiría no guardar.
-¿Has dicho algo, guapa?
Mi secretaria se ha alejado de su escritorio rodando hacia atrás en su silla, a lo Michael Jackson, y la tengo enmarcada por la puerta de mi despacho con una solícita inclinación de cabeza. Janet me llama «guapa» y a veces «niña», a pesar de que solo tiene siete años más que yo. Si alguien se refiere a ella como mi ayudante administrativa, frunce los labios hasta que se le ponen blancos. Ese es el tipo de pretensión climática actual que a Janet no le hace ninguna gracia.
Se queda mirando cómo le doy la vuelta adelante y atrás, atrás y adelante, al sobre de bordes azul oscuro, produciendo un vientecillo que me mueve el flequillo. Debe de parecer que me estoy abanicando, a punto de desmayarme, porque corre a mi lado y me pone la mano en la espalda. Busca a tientas sus gafas de lectura, que cuelgan de su cuello de una cadenita de diamantes de imitación, y, en cuanto se las pone, asoma su afilada barbilla sobre mi hombro para ver a qué se debe mi reacción.
-Tiene fecha de hace casi tres meses -comento un tanto molesta. Que las mujeres que debieran haberlo sabido fueran siempre las últimas en enterarse fue la razón de que mi médico me aconsejara que redujera mi ingesta de sal durante buena parte de los años ochenta-. ¿Cómo es que me llega ahora? ¿Y si es demasiado tarde?
Janet pone mala cara al ver la fecha: 12 de febrero de 2021.
-Puede que los de seguridad la marcaran. -Se acerca a mi escritorio y localiza el sobre que he dejado encima del protector de mesa que parece de cuero pero es sintético-.
-Ajá. -Subraya el remitente, en la esquina superior izquierda, con una de sus uñas cuadradas-. Es que es de Tallahassee. Seguro que la marcaron.
-Mierda -digo entre dientes.
De pie, e igual que aquella noche, mi cuerpo empieza a moverse sin consentimiento consciente por parte de mi cerebro.
Me descubro preparándome para marcharme a pesar de que apenas acaba de pasar la hora de la comida y tengo una mediación a las cuatro.
-Mierda... -repito, porque esta parte tirana de mí ha decidido que no solo voy a cancelar la tarde de hoy, sino que mañana a las seis voy a faltar a la clase de spinning.
FICHA
Título: ‘Chicas brillantes’
Autora: Jessica Knoll
Género: Thriller
Editorial: RBA
Páginas: 432
-¿En qué te puedo ayudar?
Janet se dirige a mí con esa combinación de preocupación y resignación que no había percibido en mucho tiempo; esa mirada de la gente cuando ha pasado lo peor de lo peor y, en realidad, nadie puede hacer nada por ti -ni por ti ni por nadie-, porque alguno de los tuyos ha muerto antes de tiempo y de forma inoportuna y no hay manera de predecir si tú serás la siguiente, y, antes de que te des cuenta, tanto el doliente como el consolador están observando el abismo con la mirada perdida.
Los mismos pensamientos de siempre se apoderan de mí de una forma visceral, a pesar de que hayan pasado ocho administraciones presidenciales, tres procesos de destitución, una pandemia, de que hayan caído las torres, de Facebook, de Elmo Cosquillas, del té helado de Snapple -ellas jamás llegaron a probarlo-. No obstante, tampoco es que sucediera en una era remota. Si hubieran sobrevivido, tendrían la edad de Michelle Pfeiffer.
-Creo que voy a ir a Tallahassee -digo, incapaz de dar crédito a mis palabras.
SOBRE LA AUTORA
Jessica Knoll se convirtió en una autora superventas gracias a su primer libro, La chica que lo tenía todo, adaptada a película en 2022 de la mano de Netflix. Además, ha trabajado para medios como Cosmopolitan y Self. Creció en Filadelfia y vive en Los Ángeles con su marido y su bulldog, Beatrice. Chicas brillantes es su tercera novela.