Hay muchas personas a las que no les gusta la Navidad. Ya sea porque les recuerda a sus seres queridos que ya no están, porque se sienten solas, porque viven una difícil situación económica o porque parece que es obligatorio estar feliz cuando están viviendo una situación complicada, por ejemplo de salud, pero hay mucha gente que, sin ser el Grinch, desea que pasen esas fiestas navideñas lo antes posible.
Y una de esas personas es Ramón García. Puede parecer sorprendente, porque el presentador vizcaíno ha sido protagonista de las fiestas navideñas con su capa durante muchísimos años, pero también es verdad que las campanadas y la Nochevieja no son navideñas, sino que coinciden en mitad por cosas del calendario.
La súplica de Ramontxu
Ramontxu, que actualmente presenta En Compañía, en Castilla-La Mancha Media, ha lanzado en su programa un alegato sincero, casi una súplica, en contra de la Navidad actual, que prácticamente comienza en verano. “Voy a hacer una petición a las personas que nos han adelantado la Navidad: ¿no se dan ustedes cuenta del daño que nos hace a los que no nos gusta la Navidad que tengamos los árboles puestos en octubre?”, comienza.
“Hay ciudades en España que empiezan a colocar los adornos de Navidad en agosto”, prosigue. “Todas las calles de toda España se empiezan a alumbrar en este mes de noviembre, hay ciudades en las que ya está todo encendido de Navidad. ¿La Navidad no es en diciembre? Creo. ¿Por qué nos torturan desde el verano con la Navidad?”.
Del 22 al 6, suficiente
El presentador asegura no estar en contra de la Navidad, sino de en lo que se ha convertido. “A los que no nos gusta aceptamos la Navidad, pero por favor, en sus fechas, en sus fechas. La Navidad de toda la vida empezaba el día 22 de diciembre con la Lotería, ¡de toda la vida! El día 6 de Reyes, persiana y carretera. Ahora no, ahora es un suplicio. ¡El viaje que tienen que hacer los Reyes Magos! ¿Cúando sale esa pobre gente para llegar?”, reflexionaba, dándole un “toque de humor” a algo que para él es importante.
Ramón García dejaba para el final la dimensión mercantil de estas fiestas. “Al final es todo por vender más. Se ha convertido en un negocio y se ha perdido la esencia de lo que la Navidad significa. Entonces que no nos metan rollos, que no nos engañen, porque el mundo no es guay, guay, guay por que pongamos bolitas y lucecitas. La Navidad es la Navidad, lo otro es otra cosa. Pero por favor, ¡no nos torturen a los que no nos gusta la Navidad desde el mes de agosto!, por favor se lo pido. Gracias”, terminaba.