Son como el paracetamol y el ibuprofeno. O como Romina y Albano. Efectivas, complementarias, muy profesionales, pero totalmente antagónicas. Paz Padilla y Carlota Corredera ya no pueden verse ni en pintura y, la verdad, no se molestan en disimularlo. Tras dos meses de enclaustramiento en su mansión de Pozuelo de Alarcón (Madrid), junto a su marido, su hija Anna, una de sus hermanas y la cancelación de todos sus compromisos profesionales, la humorista vaticinaba este mayo un regreso dócil a las tardes de Telecinco. Una vuelta cómoda a la nueva normalidad. Pero el retorno no ha sido tan manso como esperaba. ¡Ni mucho menos!
Carlota Corredera, que ha liderado Sálvame todos los jueves de pandemia, no está dispuesta a perder de pronto su rico juevintxo en favor de la gaditana. Menos aún después de haber cosechado grandes datos de audiencia y el aplauso y reconocimiento del sector periodístico por la buena cobertura del Covid-19.
Y para echar más leña al fuego, según recoge esta semana la revista Lecturas, Padilla tenía prevista su incorporación al programa el pasado 7 de mayo, pero la sorpresa fue mayúscula cuando, poco antes del directo, llamó de urgencia a Mediaset “para anular sus compromisos con la productora, y tuvo que ser Carlota la que saliera rauda de su domicilio en Aravaca para ponerse al frente de Sálvame”. Una muestra más de la batalla por presentar el programa que ambas libran fuera de cámara.
Pero la guerra, como sus rencillas, viene de lejos. En diciembre de 2015 la presentadora de Vigo fue contundente cuando se refirió al abordaje de la cómica: “Con ella al principio hubo muy mal rollo. Es una persona sin diplomacia y pone filtros a los colaboradores. No tiene relación con ellos fuera de la tele”. Bellas lindezas de las que se defendió con garra Padilla meses después, cuando Jorge Javier estaba a punto de regresar de sus vacaciones: “Mientras él no tenga prime time hará los programas, y yo los demás, como hacíamos antes. Seguiremos estando papá y mámá, y también Carlota”, exclamó con la boca pequeña, obligada por el director de La Fábrica de la Tele a añadir el nombre de la gallega.
Y como lo que mal empieza, pues mal acaba, años después la contienda no ha hecho más que calentarse. Sobre todo tras la actual cuarentena. ¿Cuál de las dos logrará quedarse con los jueves? Solo Vasile lo sabe.
De momento, la dirección del formato les ha propuesto presentaciones en jueves alternos. Pero ellas, muy dignas, se han negado a aceptarlo.