madrid. Pocos actores dicen no al teatro; ella, Elvira Mínguez, dijo no hace tiempo a un medio que no le daba disfrute en el escenario. Su gran amante es el cine, aunque hay pocos proyectos. Sin embargo, disfrutó rodando una de las series que más audiencia está teniendo en los últimos años, El tiempo entre costuras. Es actriz por culpa de un chico que le gustaba cuando ella estaba estudiando Biológicas y que hacía teatro. Él siguió sin hacerle caso, pero ella quedó atrapada en las redes de la intepretación.

¡Vaya éxito de serie!

Más que lo que podíamos pensar. Yo me imaginaba que iba a tener una aceptación buenísima, pero es verdad que esa aceptación está siendo enorme.

¿Cómo definiría a Dolores, la madre de Sira Quiroga?

Es una madre normal y corriente. Es una mujer que le ha tocado vivir en unas circunstancias determinadas y que en esas circunstancias se queda embarazada y desea tener a su hija sola y sacarla adelante, y lo hace lo mejor que puede.

La época en la que vive tiene que agravar esas circunstancias.

Por eso muestra una rigidez en sus costumbres, en su forma de ser. El error que comete es querer que su hija comparta sus parámetros.

¿Había leído el libro antes de que le ofrecieran el papel?

No. Lo primero que hicieron fue llamarme para preguntar si estaba interesada, no había guiones aún. Entonces, me fui a comprar el libro.

¿Se ajusta el diseño televisivo de su personaje al del libro?

Bastante. Si recorremos el arco interpretativo del personaje veremos que por encima de ella ha pasado la guerra. Es una mujer destruida, es bastante más anciana de lo que se planteaba en el libro, y nos interesaba, más que una mujer envejecida físicamente, crear un personaje envejecido psicológicamente. Para eso, teníamos que arrancar del principio del personaje haciendo una mujer mucho más altiva. Es de actitud corporal mucho más orgullosa, con un empaque fuerte.

Una serie muy esperada, guardada durante más de dos años. ¿Temió en algún momento que 'El tiempo entre costuras' quedara en un cajón?

Nunca. Sabía los motivos por los que no se emitía; más tarde o más temprano, acabaría emitiéndose. Sabíamos que teníamos entre manos un producto de mucha calidad y es lógico que la cadena aguante un producto que sabe que es bueno para logar unos buenos ingresos por publicidad. Eso es lo que ha ocurrido. En la emisión del primer capítulo solo hubo un corte publicitario hacia al final, y quien se estaba anunciando era Channel. Para la cadena la espera ha valido la pena.

Una espera que ha podido servir para crear un deseo mayor en los espectadores, ¿no le parece?

Posiblemente es como tú dices, si esa espera se gestiona bien es algo a favor. Aquí hay una cosa que está detrás de la serie, es la novela. La novela en todo este tiempo no es algo que haya tenido una cierta popularidad y luego se haya ido a un cajón; no, se ha reeditado continuamente y eso también ha creado mayores expectativas.

¿Le pareció una novela excepcional?

A mí excepcional me puede parecer Alice Munro, Calderón de la Barca? El tiempo entre costuras no me parece excepcional, me parece una novela buenísima, una novela que te la devoras; como tampoco me parece excepcional El código da Vinci. La novela de María Dueñas está magistralmente hecha; cuando la coges, te atrapa y en día y medio te la has ventilado, no puedes parar de leerla. Es una novela perfecta que tiene muy claro a qué tipo de lector va dirigido, es un éxito.

¿En qué está trabajando ahora?

En diciembre empezamos a grabar una serie para Antena 3 que se titula Robadas. Ahora todo lo que hay es televisión, apenas hay cine.

¿Echa de menos el cine?

Mucho, es mi gran amante. La tele me gusta mucho, hace tiempo que decidí que no hacía más teatro.

Todo es interpretación.

Sí, pero los lenguajes son diferentes, los tiempos son distintos. Sí echo de menos el cine. Aunque en El tiempo entre costuras una de las cosas maravillosas que tiene es que aúna cine y televisión, no solamente en una cuestión de equipo que estaba trabajando, sino en la manera de narrar, en los tiempos, tiene una respiración más propia del cine que de la tele.

Dice que el cine es su gran amante y que hace tiempo decidió no ha hacer teatro, va un poco a contracorriente de sus colegas que ponen toda la pasión en el teatro.

Ya, pero no es mi caso, no me gusta. Me gusta leer teatro, me gusta ver a los compañeros hacer teatro. Yo hace bastantes años que decidí que no volvía a hacer teatro y así fue. No disfruto haciendo teatro. Soy una privilegiada dedicándome a lo que me dedico, pero hay que trabajar mucho y para mí tiene que haber un grado de satisfacción grande. Si no lo disfruto, apago, pliego y me voy; eso es lo que hice con el teatro.

¿Qué hubiera sido de no ser actriz?

No soy una actriz vocacional y pienso que en el momento que encuentre algo que me apetezca más, me divierta, me lo pase bien y aprenda, espero marcharme con la misma ligereza con la que he entrado, sin decírselo a nadie. No me veo con ochenta y tantos años trabajando, me veo viviendo con cien años pero no haciendo esto.

¿Por qué no se considera actriz vocacional?

Entré en esto porque había un chico que me gustaba y hacía teatro, como no me hacía ni caso me metí a hacer teatro para ver si de esa manera?

¿Y?

Él siguió sin hacerme ni caso, ya ves qué éxito el mío. Pero me enganchó la interpretación.