vitoria. Este periodista guipuzcoano tiene "un favorito indiscutible" para la victoria de 2012, Bradley Wiggins. En cuanto a Euskaltel, cree que estaría muy bien igualar lo conseguido el año pasado.
¿El ciclismo es un deporte muy televisivo?
Yo creo que sí, pero reconozco que a veces puede resultar aburrido. Cuando restan 100 kilómetros para meta y estamos en directo, en ocasiones no hay nada que vender. En cambio, la emoción de los finales de etapa de cualquier carrera es emocionante y muy televisiva.
¿Qué etapas son las más interesantes para el espectador?
Las de montaña, por supuesto; y a mí también me gustan las grandes clásicas de un día.
Sin Alberto Contador ni Andy Schleck, ¿a priori desciende el interés de este Tour?
El Tour siempre es el Tour. En julio no hay ninguna otra competición tan importante. Hasta los futboleros llegan a emocionarse con esta carrera. Yo creo que el Giro y la Vuelta tienen una afición más específica del ciclismo, pero el Tour lo sigue todo el mundo.
Sin embargo, usted le tiene más cariño al Giro...
Sí, desde siempre. Es mi carrera preferida, tiene un encanto especial.
En estos 21 años, ¿han evolucionado las cámaras tanto como las bicicletas?
Sí, incluso más. Los medios que traíamos hace dos décadas ahora parecen prehistóricos y la calidad de imagen actual no tiene nada que ver con la de hace solo diez años. También hay que destacar la información importantísima que nos aporta el GPS.
A los pilotos de motos y de coches les han colocado cámaras en los sitios más inverosímiles. ¿Ese afán innovador ha llegado al ciclismo?
Sí, también. Ha habido carreras con cámaras colocadas en las bicis, por ejemplo bajo el sillín o encima del manillar y dentro de los coches de los directores deportivos, pero no en vueltas grandes. Sí ha habido cambios en este sentido.
¿El trabajo de los periodistas se ha simplificado o se ha complicado al profesionalizarse tanto?
En este apartado hemos retrocedido. El mejor momento para acercarse a los ciclistas es una hora antes de que tomen la salida, cuando todavía están relajados. Ahora, con el tema de los autobuses, se ha complicado porque están allí dentro como en casa, comodísimos, y se bajan justo para pasar por el control de firma y tomar la salida. Así evitan todo.
3.500 kilómetros en tres semanas en pleno verano... ¿no es mucho para cualquier ser humano?
Es gente que está preparada precisamente para hacer eso, pero sí es mucho, muchísimo. Así acaban como acaban, totalmente fundidos, quemados... pero es lo que vienen a hacer y lo hacen gustosamente.
Este año hay más kilómetros contrarreloj. ¿Para el espectáculo no son las etapas más monótonas?
Televisivamente sin duda. Son las más aburridas para ver.
Hasta hace no mucho la última etapa era una contrarreloj y en 1989 decidió el Tour...
Pues sí, Fignon era líder y saltó la sorpresa con Lemond, que ganó aquella etapa y el Tour. Ha habido casos en los que se ha vivido un espectáculo inesperado contra el crono, pero normalmente estas etapas son un poco aburridas para verlas y para contarlas.
Este año solo hay tres finales en alto. ¿Habrá menos emoción?
Cada edición tiene su particularidad. Ha habido años con cinco, otros solo dos pero han sido suficientes para romper toda la general. Nunca se sabe... hay etapas durísimas con muchos puertos pero se crea tanta expectación y tanto temor entre los corredores que al final resultan una sosada. No se puede adelantar lo que va a resultar.
También hay más media montaña, con los Vosgos y el Jura. ¿Aportan interés?
Sí, sin duda. En teoría son etapas muy bonitas y disputadas. Además, en la lucha por esas etapas entra gente que aspira al podio y gente que lucha por una victoria parcial. Dan mucho juego en todos los sentidos.
¿Las etapas de Alpes y Pirineos son las más interesantes para la audiencia?
En teoría sí, pero ha habido etapas durísimas sobre el papel que luego en la carretera no lo han sido tanto. Sin embargo, en general sí se puede decir que las más interesantes son las de montaña, y entre ellas están las de los Alpes y los Pirineos y es ahí donde normalmente se decide la carrera. Este año me gusta mucho la etapa de Bagnères de Luchon, que no acaba arriba pero tiene puertos típicos como el Aubisque, el Tourmalet, el Aspin...
¿Ve algún candidato a rey de la montaña?
¡Ojalá sea el que fue el año pasado! (Samuel Sánchez), pero se lo van a poner bastante difícil. Habrá bastantes interesados en ese maillot.
Se habla de dos favoritos para llevarse este Tour: el australiano Cadel Evans y el británico Bradley Wiggins...
Para mí hay un único candidato: según lo que hemos visto en lo que va de temporada, el favorito indiscutible es Wiggins. Es un chico que ha destacado hasta hace poco en la pista, un pistard reconvertido en vencedor del Tour, lo nunca visto.
¿Qué pronóstico hace para Euskaltel-Euskadi?
Dejó el pabellón alto el año pasado y no estaría mal igualarlo con una victoria de etapa, con el maillot de la montaña, mucho protagonismo en las fugas... y Samuel Sánchez puede hacer un puesto de honor, entre los cinco primeros.
¿Pueden dar la sorpresa Alejandro Valverde o 'el otro Schleck'?
Yo creo que Valverde no está para disputar la victoria y a Frank Schleck no le veo disputando la general con tantos kilómetros contra el crono...
¿Cómo cree que acabará lo de Lance Armstrong? ¿Pueden cambiar de dueño siete Tours?
No tiene ningún sentido lo que están haciendo con él. Yo nunca he sido pro-Armstrong, nunca me ha gustado su puesta en escena en el Tour, pero me parece ridículo en todos los sentidos lo que está ocurriendo. No le va a beneficiar a este deporte, que está sufriendo lo indecible.