EL deporte ha nacido para la televisión. No hay más que ver el éxito de la Copa Bilbao de ETB1 y los partidazos que hemos podido ver estos días en el impresionante escenario del pabellón del Bizkaia Arena; o lo visto en el poco frecuentado por la televisión frontón de Donibane el pasado viernes. Bueno, es que enseguida uno se pone a favor de alguien, bien sea por su papel de equipo inferior o por la debilidad que el azul o el rojo nos despierten. Pero paralelamente, estos días uno ve imágenes, en los canales deportivos mayormente, en los que se realizan los JJOO de invierno que hasta dentro de una semana se disputarán en Vancouver y alrededores. Deportes digamos normales, como esos eslalon donde los deportistas salen y llegan a la meta ; saltos en los que tras descolgarse por un tobogán surcan el cielo y les miden en metros su progresión. Pero luego hay otros. Esos en los que uno lanza una especie de cafetera ultramoderna sobre el hielo al estilo de la petanca. O esos en los que un esquiador avanza a todo correr y luego se detiene para disparar sobre una diana. Si uno se puede emocionar por las canastas in extremis de Banik o Splitter, o si aplaude a rabiar una dejada al ancho y con la izquierda de González, pero esas piruetas sobre hielo, o los lanzamientos de arco sobre la nieve nos dejan, la verdad, fríos. Supongo ahora que maños y catalanes se disputan la siguiente a la próxima edición de los juegos, que podrán incorporar alguna disciplina nueva. Qué se yo: una partida de canicas sobre la nieve, el mus a ocho txikos sobre hielo o el descenso de cañones con alpargatas alpinas y lanzamiento de boina a la cabra montesa. No sé, cuando dije que la TV sabe captar la emoción de la competitividad del deporte lo decía antes de ver el curling y el interés que ponen en barrer el suelo con las escobas.