Sin haber alcanzado aún la mayoría de edad, Peio Añarbe ya conoce lo que se siente al subirse a lo más alto del podio. Hijo de dos deportistas como Waleska Sigüenza y Pedro Añarbe, su pasión por el esquí comenzó a gestarse desde muy pequeño y ahora es una promesa muy real del esquí de fondo estatal. “Ahora cuando gano es diferente a cuando era niño porque soy más consciente de todo el trabajo y las horas que hay detrás de ese triunfo”, cuenta.

"A corto plazo pienso en las Olimpiadas para menores en enero de 2023 en Italia, pero mi gran objetivo es competir en 2026 en los Juegos Olímpicos de invierno"

Ha vivido durante años en Vitoria, pero ahora se ha trasladado a Jaca, donde estudia y puede entrenar con mayores facilidades. Ha ido allí con su padre, que también es su entrenador y la persona que lo ayudó a dar el paso de convertirse en profesional del deporte. “Viviendo en Jaca puedo entrenar mejor y sobre todo puedo tener más contacto con la nieve que para mí es clave. Además, estar aquí me permite entrenar con más gente que practica el mismo deporte”, resalta el atleta que sueña con llegar a disputar los Juegos Olímpicos de 2026.

En invierno entrena sobre la nieve, pero en los meses de más calor hace rollerski, una disciplina en la que se usan esquís con ruedas para deslizarse por el asfalto que le permite mantenerse en forma cuando no hay nieve y en la que también está destacando. A sus 16 años, los triunfos en campeonatos de España, del mundo y competiciones internacionales se suceden y el talento y el trabajo duro le permiten mirar al futuro con optimismo.

Peio Añarbe, esquiador de fondo Pilar Barco