Los regalos que se disfrutan alrededor de una mesa y, se pueden compartir, si se quiere, son una buena opción en cualquier momento que haya que agasajar a alguien. Las experiencias relacionadas con lo gastronómico, también triunfan.

Caldos para saborear: La botella del vino o cava preferido o apostar por cosas nuevas que sorprendan a quien recibe un regalo son una opción a tener en cuenta

Visitas guiadas por las bodegas: Adentrarse en una bodega y conoce el proceso de cultivo, elaboración y su historia. Una forma divertida de, además, disfrutar de una copa o tres. Ideal, no solo para realizar en pareja, también es un gran regalo para compartir con un grupo de amigos.

Cata de vinos: Aprende a diferenciar colores, olores y sabores. El mundo de la enología es amplio y una cata puede ser una gran experiencia.

Disfrutar de la vinoterapia: Regalaralgún tratamiento de vinoterapia o algún producto relacionado con la cosmética del vino es una opción a tener en cuenta. Apunta: spa, masaje, cremas o preparados especiales.

Azúcar con lazo: Una caja de bombones, una bolsas de Vasquitos y Nesquitas o una caja de trufas puede que sea uno de los regalos de Navidad más celebrado. Obsequiar dulces tradicionales, paradójicamente, siempre resulta original y diferente. Comprar los productos gastronómicos típicos de estas fiestas o cualquiera de los que se pueden encontrar habitualmente esa vitrinas que las personas golosas adoran, apostando por el producto y la creatividad local es una solución. Panettones o turrones que se pueden compartir en la mesa navideña o guardar para disfrutar fuera de temporada.