De un tiempo a esta parte el término ODS ha pasado de no oírse en ningún lado a estar presente en las agendas de muchos gobiernos, instituciones y empresas. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) definen el mundo al que aspiramos, se aplican a todas las naciones e implican la garantía de que no se deje a nadie atrás. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible son un conjunto de objetivos mundiales relacionados con los desafíos ambientales, políticos y económicos con que se enfrenta nuestro mundo que fueron establecidos por la ONU en su conferencia de 2012 de Río de Janeiro. Se pusieron en marcha en enero de 2016 y orientarán las políticas y la financiación del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) durante los próximos 15 años. Son 17, están orientados a centrar esfuerzos para lograr cambios positivos en beneficio de las personas y el planeta y establecen unas metas claras que alcanzar antes del 2030 por parte de organizaciones públicas y privadas.

El ODS 7 tiene como título: energía sostenible y no contaminante y busca garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos. Para conseguir esta meta son necesarios varios requisitos: garantizar el acceso universal a servicios energéticos asequibles, fiables y modernos; aumentar la proporción de energía renovable en el conjunto de fuentes energéticas; incrementar la cooperación internacional para facilitar el acceso a la investigación y a la tecnología relativas a la energía limpia y la eficiencia energética; ampliar la infraestructura y mejorar la tecnología para prestar servicios energéticos modernos y sostenibles.PACTO EUROPEO

Tal y como establece el ODS 7, de aquí a 2030, hay que duplicar la tasa mundial de mejora de la eficiencia energética y para ello la Unión Europea ha apostado por el Pacto Verde Europeo (Green Deal). El objetivo final es muy ambicioso: alcanzar la neutralidad en las emisiones de carbono para 2050.

El Pacto Verde se ha diseñado como una estrategia global, en la que se tienen que producir cambios en todos los ámbitos económicos y en todas las actividades sociales. Entre sus puntos de actuación están: la inversión en tecnologías que respeten el medio ambiente; la renovación de las flotas de transporte público y apoyo al transporte privado para que se implanten los sistemas más limpios, saludables y baratos; el acceso a herramientas de apoyo en el sector industrial para que se invierta en innovación; conseguir las emisiones cero y la adopción de un papel relevante de las edificaciones sostenibles para la eficiencia energética.EFICIENCIA ENERGÉTICA

El carácter limitado de las fuentes energéticas tradicionales, el aumento de su precio, la dependencia energética del exterior y el impacto ambiental son algunos de los motivos que impulsan el desarrollo del mercado de servicios relacionados con la eficiencia energética. ¿Pero qué es la eficiencia energética? La definimos como el uso eficiente de la energía y, basado en este principio, se entiende que la mejor política energética es la del ahorro energético, es decir, aquella energía que no se consume.

La aplicación práctica de la eficiencia energética pasa por la implementación de medidas que minimizan las pérdidas de energía, consiguiendo ahorros y ajustando el consumo energético a las necesidades reales de las personas y organizaciones. Racionalizar el uso de energía redunda en numerosos beneficios más allá de la necesaria reducción de emisiones. A fin de cuentas, disminuir el consumo eléctrico y/o sustituirlo total o parcialmente por energías renovables se traduce en un ahorro económico directo para la propia persona consumidora. La transición energética y la apuesta por la eficiencia energética son concebidos como elementos dinamizadores de la economía.