Ignacio Díez, pediatra especializado en endocrinología, desarrolla su labor en Gasteiz. Admite que los casos que llegan a los servicios médicos con evidencias de un consumo excesivo de bebidas energéticas en adolescentes son solamente “la punta del iceberg” de un problema de mayor calado, cuyas consecuencias a largo plazo en este sector de la población son “una gran incógnita”. Respecto a las medidas que se han empezado a manejar para vetar su consumo entre menores, aboga por una “norma armonizada”.
¿Los riesgos potenciales de la ingesta de bebidas energéticas crecen de forma inversamente proporcional a la edad del consumidor?
Los riesgos se potencian cuanto menos edad tiene el consumidor, está claro. Va a depender de su peso corporal, de la costumbre que tenga de tomar cafeína, del momento del día, todos esos factores influyen. Está demostrado que el consumo de más de 60 miligramos de cafeína, que es una tercera parte de una lata de 500, en adolescentes entre 11 y 17 años puede generar alteraciones del sueño. A partir de los 160 miligramos, que corresponden a una lata entera de medio litro y equivalen a dos o tres cafés expresos cargaditos, puede tener ya efectos psicológicos, de comportamiento e incluso causar fenómenos cardiovasculares a nivel de la frecuencia cardiaca. Si le sumamos que el chaval se toma un refresco de cola y come chocolate u otras cosas que lleven, por ejemplo, guaraná, el efecto se potencia. Con todo, lo más inquietante es que no sabemos los efectos que puedan tener a largo plazo estas bebidas en grandes cantidades, sobre todo en población especialmente vulnerable como es el adolescente, que es una persona en formación, con un sistema nervioso central que tiene que acabar de madurar y que hasta los 25 o 26 años no alcanza su madurez plena, tanto de potencial neuronal como cognitivo. Ahí tenemos una gran incógnita.
"El consumo de alcohol mezclado con bebidas energéticas conduce a un estado subjetivo que provoca una percepción disminuida de estar intoxicado etílicamente, con lo cual la combinación se convierte en una bomba"
¿Se incrementa mucho el riesgo cuando se mezclan con alcohol?
Se ha demostrado que el consumo de alcohol mezclado con bebidas energéticas conduce a un estado subjetivo que provoca una percepción disminuida de estar intoxicado etílicamente, con lo cual la combinación se convierte en una bomba. La persona bebe, toma una bebida energética que contrarresta la sensación de que se está pasando bebiendo, pero el efecto tóxico del alcohol está ahí. Hace años se hizo un estudio en Reino Unido sobre adolescentes diabéticos que habían sido encontrados muertos en la cama al ir sus padres a despertarles. Un 90% de los casos se relacionaron con que habían salido la noche anterior de fiesta. El consumo de diferentes tóxicos, junto a la tendencia a la hipoglucemia y la intoxicación etílica podría haber causado arritmias, la parada cardiaca y nadie se habría enterado. Ahí está el peligro, la combinación de alcohol con bebidas energéticas puede potenciar los efectos nocivos del alcohol. Sin embargo, algunos lo consideran como una antídoto. Piensan: vamos a tomarnos unas copas y luego me tomo una bebida energética para que al llegar a casa mi padre o mi madre no se enteren o para seguir bebiendo. Pues la tenemos organizada...
¿Les llegan casos en los que se evidencia el consumo de este tipo de bebidas en menores jóvenes?
Lo que llega al hospital es la punta del iceberg. El problema de detección de estos casos se encontraría en la atención primaria. En Euskadi, la atención primaria a nivel de pediatría se corta a los 13 años y 11 meses, por lo tanto estaría llegando por frecuencia más a nivel de adultos. ¿Qué ocurre? Que el adolescente joven no suele ir al médico, a no ser que tenga un problema significativo. Con lo cual, a nivel de atención primaria, puedes encontrar casos de intoxicaciones o taquicardias en los que, tirando del hilo, puedas ver que hay un consumo de este tipo de productos. Pero realmente donde se pueden detectar casos de este tipo es en urgencias, con chavales que vienen con una toma excesiva de este tipo de productos, combinados con el alcohol. Con todo, seguro que habrá muchísimos casos más de los que se llegan a detectar. Primero, porque hay un posible desconocimiento por parte de la comunidad médica de preguntar sobre la ingesta de este tipo de sustancias, y no hay más que sacar las estadísticas de los litros que se venden para sacar la media de consumo que existe en la población de entre 12 y 19 años.
Las consecuencias negativas no solo son físicas, sino también en su rendimiento académico, en sus hábitos sociales y de ocio…
Como todo, depende de la cantidad. No sería lo mismo una persona que, una vez al mes, en una circunstancia determinada, tomase una ingesta de este tipo a una persona que lo convierta en un hábito frecuente, tóxico y adictivo. Si a eso le añadimos otros tipos de hábitos que se asocian, como el consumo de alcohol y estupefacientes, el caldo de cultivo está servido. La cuestión es que estas bebidas energéticas son de fácil acceso para la población joven. Hay un mayor control de la venta a menores de tabaco y alcohol, pero no de este tipo de bebidas. Eso hace que la población infanto-juvenil acceda a ellas desde el punto de vista de la inocencia. No hay más que ver cómo son las latas: tienen colores vivos, los anuncios son llamativos… Se podría asemejar a las campañas publicitarias del vapeo: sabores agradables, un precio asequible… Es una campaña de venta a un foco de la población al que es más fácil acceder.
"La cuestión es que estas bebidas energéticas son de fácil acceso para la población joven. Hay un mayor control de la venta a menores de tabaco y alcohol"
¿Cree que la prohibición adoptada por Galicia debería extenderse a otros territorios?
Lo primero que hay que valorar son las competencias de las comunidades autónomas para realizar este tipo de limitaciones y prohibiciones. Si corresponden a las comunidades, lo deseable sería establecer en el Consejo Interterritorial, donde las comunidades discuten los problemas importantes y de país, una norma armonizada, para no volvernos locos como padres o consumidores: que si puedo hacer esto en Asturias y no en Euskadi o viceversa... Sería lo ideal.