Los niños de hogares con rentas bajas desayunan peor, tienen peores hábitos alimentarios y realizan menos ejercicio físico. Es por ello que el exceso de peso se ceba con ellos. Esta es una de las principales conclusiones del Estudio Aladino 2023, realizado por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) y que ha sido presentado este miércoles por el ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Pablo Bustinduy.

Desde su primera edición en 2011, este estudio proporciona un análisis detallado de la alimentación, actividad física, desarrollo infantil y la obesidad en niños de 6 a 9 años. En esta ocasión se registra una mejoría en determinados indicadores, aunque se mantiene la preocupación por la obesidad infantil en las familias más vulnerables, donde este problema se ha cronificado.

Uno de cada tres escolares (36,1%) presentan exceso de peso (sobrepeso más obesidad), lo que supone 4,5 puntos menos respecto a 2019.  La prevalencia de sobrepeso ha disminuido en 3,1 puntos, mientras que la obesidad se ha reducido en 1,4 puntos. Son datos que invitan a la esperanza pero que no despejan la preocupación por esta enfermedad.

Por sexo, mientras el 37,5% de los niños presentan sobrepeso u obesidad, la cifra en las niñas es del 34,4 %. Las diferencias son aún más marcadas en casos de obesidad severa, con un 4,8% de los niños afectados frente al 2,4 % de las niñas.

Factores socioeconómicos y hábitos alimentarios

Uno de los factores más determinantes en la prevalencia del exceso de peso es el nivel de ingresos de las familias. Los hogares con ingresos brutos anuales inferiores a 18.000 euros registran las tasas más altas de sobrepeso (23,1 %) y obesidad (23,6 %).Por contra, en las familias con ingresos superiores a 30.000 euros, la obesidad es mucho menor (10,9 %). Esto indica una cronificación del exceso de peso en los sectores más vulnerables de la población, lo que acentúa la brecha de salud entre niños de familias de rentas bajas y altas.

Respecto a los hábitos alimentarios, solo el 45,3 % de los escolares consume fruta a diario, y apenas el 23,8% consume verduras con regularidad. Estos hábitos son aún peores en las familias de ingresos bajos, donde solo el 61% de los niños desayuna a diario, frente al 78% de aquellos de familias con ingresos más altos. Además, los niños y niñas de familias menos favorecidas toman hasta ocho veces más refrescos azucarados que los de familias acomodadas

La actividad física también refleja desigualdades económicas. Más de siete de cada diez escolares dedica al menos una hora al día a jugar, con mayor proporción entre los niños (78,3 %) que entre las niñas (76,7 %), y en el grupo de menor edad. El 81,8 % de los escolares de 6 a 9 años, realiza al menos 2 horas semanales de algún tipo de actividad extraescolar (deporte, ejercicio…), superior en niños respecto a las niñas. El 64,2% de las niñas de familias con menor nivel de renta realizan algún tipo de actividad física fuera del horario escolar, frente al 88,1 % de las niñas con mayores ingresos familiares.

En lo que al uso de móviles, tablets y pantallas en general se refiere se da la vuelta a la tortilla. El porcentaje de las familias más desfavorecidas duplica al de los hogares con mayor nivel de renta (41,4% y 22,8%, respectivamente), siendo superior en los niños (43,7%) y en el grupo de edad de 9 años (48,3%).