El otro día recibió una llamada telefónica. Se trataba de la misma madre a la que conoció hace años, cuando Javier Gómez Zapiain colaboraba con Atzegi, la asociación guipuzcoana en favor de las personas con discapacidad intelectual. El hijo de esta mujer, por aquel entonces un niño con síndrome de Down, se ha convertido en un hombre de 35 años, de orientación homosexual y con una serie de necesidades no cubiertas, cuando la sexualidad no entiende de discapacidades. “Me llamó porque estaba dispuesta a hacer lo que fuera por su hijo, incluso contratar a un chico que le atendiese”, explica este profesor de Psicología de la Sexualidad, que durante casi cuatro décadas ha impartido clase en la UPV-EHU.

El que ha sido durante tantos años un tema tabú, la sexualidad en las personas con discapacidad, emerge con fuerza estos días a raíz del aplaudido discurso del actor guipuzcoano Telmo Irureta, que al recoger el Goya a Mejor actor revelación por su papel en 'La consagración de la primavera', clamó: "las personas con discapacidad también existimos, y también follamos".

La película en la que interviene Irureta, aquejado de parálisis cerebral, aborda precisamente la sexualidad de una persona con discapacidad a través de una improvisada asistente: una universitaria. Este periódico, en medio del debate abierto, ha querido recabar la opinión de uno de los docentes que con más ahínco ha trabajado en las últimas décadas para desterrar precisamente tantos tabúes en torno a la sexualidad, siendo colaborador habitual durante años de Atzegi.

"En los pisos protegidos ha habido experiencias muy positivas, aunque costó lo suyo que aceptaran que podían vivir juntos y que podían mantener relaciones. Costó bastante que lo pudieran entender las familias y los profesionales”, rememora el profesor, que siempre ha lamentado “el exceso de puritanismo” de una sociedad con una clara tendencia judeocristiana. “No sabemos hasta qué punto una pareja que se constituye como tal en un piso protegido mantiene relaciones sexuales entendidas como de rendimiento, de coito y orgasmos. Igual es más contacto y ternura. No lo sabemos, ni nos importa lo que hagan. Son ellos los que viven como pareja”, zanja el docente.

Cuando se deja "de lado el derecho a la intimidad"

Pero satisfacer las necesidades sexuales no siempre pasa por una vida en común. A este respecto, las palabras del actor guipuzcoano en la gala de los Goya han dado pie a interpretaciones muy diversas. La delegada de Derechos Humanos y Coordinadora de Incidencia de la Confederación Aspace, Ángeles Blanco, ha señalado este martes que Irureta no ha hecho más que denunciar la “visión capacitista” que “deja de lado el derecho a la intimidad” de estas personas. “La sociedad sigue imaginando a las personas con parálisis cerebral como niños y niñas eternos”, ha criticado.

Zapiain, que ha trabajado durante muchos años el marco teórico del apego, plantea que debates como el que se ha abierto estos días se centran en una visión determinada del sexo, olvidando su “vinculación afectiva, al servicio de necesidades como la ternura y el cariño”. En todo caso, añade, “con ese nosotros también follamos no deja de manifestar una necesidad que habrá que atender, pero el problema es que a partir de ahí nos encontramos con el topetazo ideológico”.

Como señala, pasar al acto es “colocarse en una línea roja” donde no parece estar del todo delimitada la diferencia entre lo que puede suponer la asistencia a una necesidad sexual y la prostitución. “En mi opinión, si hay una persona que se gana la vida con sexo de pago, ¿por qué no va a atender al hijo de esa mujer que me llamó el otro día?”, se plantea el profesor.

Debate: ¿Validación de la explotación sexual?

Y a partir de ahí, el debate está servido. Organizaciones de mujeres por la abolición de la prostitución han advertido esta semana de que el discurso realizado por el ganador del Goya al mejor actor revelación, así como la reacción del público en la gala aplaudiendo sus palabras, son una "validación de la explotación sexual de las mujeres". La plataforma estatal de estas organizaciones mantiene que "el deseo de 'follar' no legitima a la explotación sexual de las mujeres" y "la discapacidad tampoco". "La llamada 'asistencia sexual' es prostitución y utilizar ese eufemismo es una estrategia para ocultar la realidad de que su legitimación convierte a las mujeres en servidoras sexuales", opina Ana de Blas, portavoz del Movimiento Feminista.

Desde esta organización recuerdan que "las mujeres son personas y, por tanto, fines en sí mismas, no medios al servicio de los deseos de los varones". A su juicio, la "reacción efusiva" del auditorio hacia las palabras de Telmo Irureta, son "una promoción, justificación y reivindicación de que las mujeres son mercancía que están a la disposición, en este caso, de los hombres con discapacidad".

En medio de este debate, Zapiain alude al nuevo certificado digital del gobierno galo para impedir el acceso de los adolescentes a los contenidos pornográficos. “Por un lado se puede hacer una lectura positiva de la medida, pero en realidad casi todos hemos utilizado la pornografía, antes a través de revistas y de Playboy. Quiero decir con todo esto que sigo echando en falta esa lectura positiva sobre el deseo sexual, las fantasías y el imaginario erótico. Siempre hay una moralina y un puritanismo de fondo, que en el caso del feminismo es evidente”. El profesor suscribe las tesis de este movimiento al 90%, “pero las integrantes más radicales del colectivo, a veces, muestran un puritanismo tremendo”.

El movimiento feminista señala que es abolicionista de la prostitución porque “es una forma de violencia machista incompatible con el principio de igualdad". De hecho, es una de las "reivindicaciones troncales" que se reclamarán en la manifestación que han convocado para el Día Internacional de la Mujer, el próximo 8 de marzo.

A este respecto, la Confederación Aspace ha precisado este martes que es necesario regular la asistencia sexual a personas discapacitadas como forma de apoyo y sin que incluya las relaciones directas, lo que sería "caer en la explotación", "fundamentalmente del cuerpo de la mujer". Es importante, ha añadido, que a la hora de definir esta figura “se haga de forma separada a la prostitución", según ha indicado la delegada de Derechos Humanos y Coordinadora de Incidencia de Confederación Aspace. "La asistencia sexual se puede desarrollar por una mujer o por un hombre pero su diferencia con la prostitución radica en que nunca será ese asistente sexual quien lleve a cabo los procesos de masturbación o el acto coital directo con la persona con discapacidad", ha defendido.

Aspace apoya esta asistencia como un "apoyo para que las personas puedan llevar a cabo el ejercicio de su sexualidad". La opción de que el asistente mantuviese relaciones directas con el asistido "caería en la explotación", "fundamentalmente del cuerpo de la mujer", ha advertido. "Tal medida sería una aproximación equivocada. Hay que tener en cuenta que el derecho a la sexualidad lo es cuando media el consentimiento", ha apostillado, para añadir que la regulación por la que apuesta Aspace es la "más garantista con los derechos humanos" y "respetuosa" con ambas partes.