“Te crees que eres adulta porque te ha salido pecho, pero lo único que sabes sobre el amor es lo que ves en esas películas”. Marina Marroquí se refiere a títulos de éxito entre los jóvenes como ‘A tres metros sobre el cielo’, ‘365’ o ’A través de mi ventana” y que son tomados, especialmente por jóvenes y adolescentes, como modelos de referencia en las relaciones sentimentales.
Por este motivo esta educadora social decidió interpelar y dirigirse directamente a los menores, a través de innovadores talleres sobre violencia de género. Estar formada en este ámbito y haber vivido el maltrato, precisamente cuando ella tenía su misma edad, hace que una larga cola de chicas se agolpe ante ella al finalizar su última charla en un instituto.
Mismo patrón que en adultos
La confianza para que se acerquen hacia ella radica en que detalla sin tapujos cómo vivió el maltrato por parte de su pareja cuando tenía 15 años. “Es una etapa en que es muy fácil que un maltratador venga y te pinte de amor lo que se acaba convirtiendo en un infierno”.
Lo sabe bien porque consiguió sobrevivir a una violencia que, según explicita, fue extrema. “Me insultó, me humilló, me quemó, me pegó, me violó, me estranguló… estuve muy cerca de morir hasta en dos ocasiones. Tuvieron que pasar cinco años hasta que pronuncié la palabra maltrato en voz alta”.
En este punto revela que lo hizo durante una de sus sesiones de terapia, después de que su familia “le tirase la cuerda” para salir del aquel infierno. “El maltratador te mete en un pozo. Yo no salí del maltrato, a mí me sacaron”, dice agradecida.
Su supervivencia, insiste, fue posible gracias a los apoyos familiares con que contó y a la ayuda psicológica que recibió posteriormente. Sin el acompañamiento de una experta en violencia machista, reivindica, no hubiese conseguido comprender “cómo pasó, por qué pasó y qué consiguió destruyéndome”.
Esa asistencia es fundamental a la hora de hacer el proceso de sanación y aun así curar las heridas y rescatarse a una misma no es nada fácil.
Te arruina las “ocasiones especiales”
Fue así, ahondando en su experiencia personal primero y formándose después, cómo Marina dio con un patrón clave a la hora de identificar al maltratador. “Tiene que estropearte todas las ocasiones especiales desde una comida familiar, un cumpleaños, las navidades o la boda de una hermana. Alguna bronca se va a sacar de la manga para que no vayas o vayas llorando”.
Se trata de un patrón no siempre destacado y que, sin embargo, puede ayudar a encender las primeras alertas y evitar que el maltrato se convierta en uno de mayor intensidad.
“Me me humilló, me quemó, me violó, me estranguló… estuve cerca de morir hasta en dos ocasiones"
La autora del libro ‘Eso no es amor’ explica además, con gran precisión, cómo el agresor que ejerce la violencia machista “disfruta del poder y el control”. Una conducta que hace que le resulte “tentador destruirte" y "hacerte llorar en momentos que deberían ser de felicidad e ilusión”. Se trata de una “crueldad gratuita”, basada en el mero placer de sentirse superior y capaz de “borrar cualquier sonrisa de tu cara“.
Telaraña emocional
Tras el enfado de la víctima, de los llantos y del supuesto arrepentimiento del agresor, aparece una sensación de culpabilidad en ella. Para que esto sea posible y la culpa pese sobre la víctima, él ha ido realizando una minuciosa labor previa. Una enredadera capciosa a través de la que progresivamente va creando dependencia para con él, minando su confianza y acabando con el amor propio que ella pudiera tener.
Si tiene éxito o le llaman para quedar es porque permanece a su lado. Sin embargo esta tela de araña emocional la va tejiendo de manera sutil, pasando desapercibida ante la víctima y su entorno, más aún si hablamos de edades tan tempranas.
Por ello, Marroquí no duda en retratar al agresor de este tipo de violencia machista como un manipulador, chantajista y victimista profesional, que “llora, después te pide perdón y tiene grandes gestos románticos”. Estos comportamientos los vivió con quien fue su amor de la adolescencia y lo único que ha cambiado ahora, precisa, son las estrategias de control, impulsadas por las nuevas tecnologías.
Tampoco ayuda el hecho de que sigan estando vigentes frases como “los que se pelean se desean”, “quien bien te quiere, te hará llorar” o “el amor todo lo puede”. Es el caldo de cultivo perfecto para que cueste identificar las primeras etapas del maltrato más aún cuando “el único consenso o línea roja que tiene clara la sociedad es que si te pega, no te quiere”.
"Solo entonces ves al monstruo"
Marroquí lamenta que el daño psicológico no se perciba como una agresión al mismo nivel que las secuelas físicas, teniendo en cuenta que además el maltrato psicológico puede acabar con la estabilidad mental de la víctima. Si se consiguiese darle la misma relevancia, podría ser la señal necesaria para salir antes de esta lacra.
Preguntada por cómo identificar a estos agresores, la experta en violencia de género argumenta que debe preocuparnos cuando tenemos delante a alguien que “te hace sentir culpable por todo o se enfada si no estás disponible plenamente para él".
Es una relación en la que tienes que ir de puntillas y evitando la bronca, afirma. También desgrana que el aislamiento de la víctima se consolida repitiéndole continuamente cómo su familia y sus amistades está en contra de ella. Nadie le quiere como él y si alguien cuestiona su relación es porque están en contra de ellos. Marina tuvo la suerte de que su familia “nunca se rindió”.
Se siente afortunada porque “ellos siempre estuvieron ahí” y fue solo cuando se encontraba inmersa un punto "muy extremo" cuando se posicionó del lado de su familia y pudo poner fin a aquella reducción. “Cuando sales y ves que ese disfraz se cae... y te quitas la venda. Es entonces cuando ves al monstruo”.