Hoy se cumplen dos años de la pandemia que nos cambió la vida. Dos años de crisis sanitaria, seis millones de contagios y una profunda reflexión sobre el sistema económico, social y sanitario. Es lo que deja atrás el covid-19, una crisis que ha acrecentado las desigualdades.
Hace 24 meses que el presidente del Gobierno español Pedro Sánchez decretó el estado de alarma y comenzaron los días de incertidumbre, mascarillas, PCR, teletrabajo y... colapso. Y es que el sistema actual no estaba preparado para lo que venía. Los científicos llevaban años avisando de que algo así podía ocurrir, sin embargo, ningún país del mundo pudo atajar el golpe de un virus que dio sus primeros pasos en China.
Y aún hoy luchamos con una pandemia que supera en estos momentos la sexta ola pero que ve otras consecuencias aflorar. Una crisis de salud mental y el empeoramiento en otras enfermedades, como el cáncer, que fueron desatendidas por la emergencia del covid
En el ámbito económico la situación no fue ni es mucho mejor. Con la palabra ERTE a la orden del día, el teletrabajo se convirtió en parte de la rutina de muchos trabajadores y trabajadoras en todo el mundo, acrecentó la precariedad y el sistema económico mundial sufrió una caída de la que aún trata de recuperarse.
Situación que se vio acompañada en las calles por el desapego hacia la clase política y la amenaza del populismo. Asimismo, la reflexión acerca de la legitimidad de las restricciones que acotaban las libertades individuales en pro de la salud ha sido motivo de división durante los largos meses de crisis.
Ahora, aunque la covid-19 sigue haciendo estragos y no hay certezas sobre cuándo acabará, comienza la paulatina vuelta a la normalidad, cuando la ciudadanía está ya a las puertas de quitarse la mascarilla en los interiores, eliminando así toda restricción vigente. Asimismo, se cuenta ya con un nivel de inmunidad suficiente para no colapsar las UCI y con la vista puesta en el futuro y evitar que algo así vuelva a ocurrir.
Sin embargo, es el sistema sanitario el que más ha sufrido y sigue haciéndolo tras estos dos largos años de pandemia. Ya que además de incertidumbre, la crisis sanitaria ha dejado tras de sí múltiples lecciones. Es el caso de la atención primaria, un sistema que ha visibilizado sus carencias y ha mostrado que necesita reforzarse, “porque es la base de todo el sistema de salud”, según apunta el vicepresidente del Colegio de Médicos de Bizkaia, Joseba Atxutegi.
La ciencia, que tan solo cuenta con un 2% de los presupuestos generales del Estado, se ha reivindicado en un momento en el que se ha visto la importancia de la misma. Así, se ha puesto el foco en la inversión en investigación y, sobre todo, en la importancia de potenciar la vigilancia epidemiológica.
Y es que la pandemia de la covid-19 ha sido la demostración más reciente de los efectos devastadores que las enfermedades zoonóticas pueden tener en la población humana.
Como apunta la viróloga del CSIC Isabel Sola, no podemos descartar que esto vuelva a ocurrir pronto. “No se sabe si en cinco o 100 años, pero no podemos esperar que por justicia planetaria nuestra generación no sufra otra pandemia”. Asimismo, pone el acento en la necesidad de desarrollar antivirales y vacunas que protejan para futuros coronavirus , que como recuerda “todos son potencialmente pandémicos”.
El rápido desarrollo de las vacunas contribuyó a salvar millones de vidas, pero no por ello se dejaron atrás a los escépticos. Y eso que salió al mercado en tan solo un año, un proceso que suele prolongarse durante varios años, por lo que las dudas sobre la seguridad de la misma afloraron entre un sector de la población.
Sin embargo, como explica la investigadora del CSIC Isabel Sola, lo que han hecho las empresas ha sido utilizar para las dosis contra la covid-19 la tecnología que llevan años empleando para las vacunas de otras enfermedades. Sin embargo, apunta que el CSIC es más ambicioso y trabaja en la vacuna intranasal, que aseguraría una inmunidad total y que podría estar lista para 2023.
Así, mientras en el llamado primer mundo algunos países ya piensan en la cuarta dosis, o las futuras vacunas de refuerzo para la población más vulnerable, el tercer mundo sigue viviendo al margen de las dosis dos años después de la pandemia.
6
Olas de coronavirus han asolado a la ciudadanía desde que se decretó el estado de alarma el 14 de marzo de 2020.
Atención primaria. El colapso sanitario ha puesto de relieve las carencias del sistema de atención primaria que llevaba ya años reivindicando mejoras.
Salud mental. Antes estigmatizada y tabú, la salud mental ha pasado a ocupar portadas y estar en boca de toda la ciudadanía, que ha sufrido en primera persona las consecuencias de una dura pandemia, confinamiento, y ha visto acotadas sus relaciones sociales.
Investigación. El Estado, uno de los países con menos inversión en ciencia, ha puesto el foco en su importancia y tiene el reto de destinar un mayor presupuesto.